Familias migrantes priorizan búsqueda de desaparecidos en reclusorios



Hace 19 años que Javier Alexis desapareció durante su tránsito por México, seis meses después de haber salido de Honduras con la esperanza de llegar a Estados Unidos. El 12 de marzo de 2003 fue la última vez que su familia tuvo comunicación con él.
“Estoy en México porque mi hermano desapareció en México”, remarca ahora su hermana, Jessica Carolina Soto Colindres, mientras avanza por el país, de sureste a centro, junto con otras 46 personas de Centroamérica que cruzaron el domingo 1 de mayo el puente fronterizo de Suchiate, en Ciudad Hidalgo, y llegarán a la Ciudad de México el 7 de mayo en la XVI Caravana de Madres de Migrantes desaparecidos.
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Hasta hoy, solo tiene una pista: a finales de 2021, recibió una comunicación donde se le notificó que su hermano estaba privado de la libertad: “En noviembre tuve una reunión, pero no me pudieron dar ninguna información, ahora no tengo ningún indicio; el oficio decía que estaba privado de la libertad, pero no en qué cereso”. Jessica Carolina cree que sería en Ciudad de México, porque fue donde estaba la última vez que se comunicó.
Las cárceles y los hospitales psiquiátricos siempre son una posibilidad latente, explica, porque los migrantes pueden terminar ahí tras las golpizas que reciben de las autoridades: “Tenemos un problema también con las cárceles, porque en la caravana de 2019 algunos estaban presos y han sido movidos”.
Su tránsito por el país la motiva la búsqueda de los centenares de migrantes centroamericanos que desaparecen en tierras mexicanas. También la esperanza de encontrar a su hermano como algunas madres de la caravana han podido encontrar a sus hijos después de años.

Es el caso de María Herlinda, que en la ruta se encontrará por segunda vez –espera que para ser liberado– con su hijo, al que localizó en un reclusorio de Coatzacoalcos, Veracruxz, tras cuatro años de haber desaparecido igualmente en su tránsito por México cuando decidió migrar a Estados Unidos.
“Me trajeron en la caravana del 2019 y pude reunirme con mi hijo; ahora ya cumplió su sentencia el 15 de abril. Tengo la fe que me lo entreguen, lo acusaron de un delito que no cometió”, relata en entrevista. Asegura que cumplió seis años y medio en un reclusorio, sin haber sido debidamente procesado.
Fue el 2 de junio de 2014 la última vez que lo vio, cuando partió en busca del “sueño americano” desde Guatemala. Aunque originario de Honduras, su madre lo había mandado a vivir a ese país con una de sus tías, después de que fuera amenazado por las Maras cuando tenía tan solo 13 años. En octubre de 2014 tuvo la última comunicación con él, y fue hasta 2018 cuando lo localizó en Coatzacoalcos gracias a la mamá de otro interno.
La búsqueda en penales será la arista de este año, y de todo el trabajo para 2023, asegura Talia Vázquez Alatorre, del Movimiento Migrante Mesoamericano, que organiza la caravana: “En realidad lo que sirve es la búsqueda en los penales, federales y estatales; hay muchos presos y presas centroamericanos que están ahí, que nadie sabe de ellos. A veces se cambian el nombre cuando los agarran, y casi siempre van con un pollero hacia el norte, y cuando los detienen, resulta que los polleros son ellos y los acusan de secuestro”.
Cuando, finalmente, los encuentran en reclusorios, añade, son notorias las injusticias en los expedientes porque están en un centro penitenciario sin que nadie sepa y con un defensor de oficio que no hace el trabajo de defenderlos. No es el caso de las mujeres jóvenes, que en su mayoría son llevadas por grupos que se dedican a la trata de personas, aclara.
Algunas veces los han encontrado porque viajaban acompañados y quien iba con ellos señala dónde estaban la última vez que los vieron: “Hay que buscar tantito, a veces vamos buscando a uno, y hay otros cuatro o cinco centroamericanos. Nos dan los datos y vamos a Centroamérica a decirle a la mamá: ‘su hijo está vivo y preso en tal lado’, y que la próxima Caravana venga con nosotros”.
La ruta para encontrarles
Talia Vázquez asegura que a las madres centroamericanas les da mucha esperanza la Caravana, porque en 15 años han localizado a 370 personas vivas: “Las mamás, dentro de su tristeza y su desesperación, tienen mucho entusiasmo y mucha esperanza”.
Además, dice, están pasando cosas que no habían pasado nunca, pues para encontrar a un migrante desaparecido, se tenían que hacer denuncias en todos los estados por donde había transitado: “Tenías que ir a las 32 entidades a ver si alguien te sabía decir algo, y si le preguntabas a un gobernador si tenía a un centroamericano preso, tampoco sabían y nadie te sabía informar”.
Ahora, la expectativa está puesta en la Mesa de Búsqueda de Personas Migrantes Desaparecidas, que la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) está organizando para invitar a las organizaciones y gobiernos de los estados, y así concentrar la información.
“Es muy importante, porque pones ahí la denuncia de que desapareció tal persona, y es como si la pusieras en todos los estados al mismo tiempo. Esto nos interesa mucho que las mamás lo tengan claro porque a veces nosotros marchamos en las plazas y ponemos fotos, y hemos encontrado gente así, nos han dado pistas, pero en realidad lo que sirve es la búsqueda de las autoridades”, asegura.
Después de pasar por Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, y por Villahermosa, Tabasco, el 4 de mayo se reunirán con la CNB para recibir un taller; después irán a Coatzacoalcos para el encuentro de María Herlinda con su hijo, que aún no saben si será dentro o fuera del penal; continuarán hacia Córdoba donde verán a Las Patronas –un grupo de mujeres que apoya a migrantes–, y luego al Puerto de Veracruz, para llegar finalmente el sábado 7 al Zócalo de la Ciudad de México, donde velarán con fotos y veladoras dedicadas a sus desaparecidos.
El 9 de mayo tendrán diversas actividades en el Senado de República, entre ellas la presentación de una exposición fotográfica que mostrará la construcción de la memoria colectiva de los 15 años de la Caravana y un homenaje a Martha Sánchez Soler, fundadora del Movimiento Migrante Mesoamericano. El 10 de mayo se unirán a las mamás mexicanas para la XI Marcha de la dignidad nacional de madres buscando a sus hijos e hijas.
Jessica Carolina señala que el Movimiento ha permitido hacer las búsquedas donde debe ser, en campo, a diferencia de las autoridades mexicanas, de las que, dice, no han tenido ningún respaldo.
Recuerda que hace 19 años, cuando su hermano migró, fue sobretodo la pobreza la que lo orilló a salir de su casa y de su país: “Decía que venía para poder trabajar y poder hacerle la casita a mi mamá; lastimosamente, como muchos migrantes compatriotas, ese sueño se ha convertido en una pesadilla”.
Por eso, afirma, está en México para exigirle al Estado su derecho a conocer la verdad, a que se busque a las personas migrantes desaparecidas, a que exista justicia y a que los hechos que vulneraron los derechos de migrantes y de sus familias, no se repitan.
“A los estados de origen, les exigimos condiciones de vida dignas, libres de todas las formas de violencia, para que migrar no sea la única opción de vida, y a los estados de tránsito que paren la criminalización de migrantes y el cierre de fronteras, que la seguridad humana sea un principio frente a la seguridad nacional”, concluye.
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