Patricia Mieres, directora de la escuela de salud menstrual La Tribu: “Hoy por menstruar tienes menos oportunidades que una persona que no menstrua”



La menstruación es un fenómeno biológico que experimenta la mitad de la población mundial, sin embargo, una serie de tabúes y faltas de información continúan rondando este tema cotidianamente provocando situaciones que se han vuelto cada vez más críticas para las mujeres y personas menstruantes. Así lo asegura la especialista en educación en salud con enfoque de género y derechos humanos Patricia Mieres, quien en conjunto con la ginecóloga Daniela Ribbeck, fundaron La Tribu, una escuela especializada en salud sexual y reproductiva que se encarga de educar y promover este tema tan relevante.
Una serie de experiencias en el activismo feminista en las calles y otras cercanas a la educación universitaria, mostraron a Daniela la urgencia en promover la educación en torno a la menstruación, una de ellas es que, mujeres con patologías del ciclo menstrual pueden ser diagnosticadas hasta diez años después de sufrir el cuadro, puesto que éstas son las patologías menos abordadas sanitariamente; o que muchas mujeres y personas menstruantes sufren acoso, discriminaciones y falta de oportunidades derivadas de esta condición desde la adolescencia.

En entrevista con El Mostrador Braga, Daniela explicó el “Fenómeno de reducción de oportunidades para personas menstruantes”, el cual crece exponencialmente en la actualidad y comentó las líneas de acción de la escuela La Tribu, organización que ha tomado responsabilidad activa en la formación de personal de la salud, creando el primer diplomado de especialización en salud menstrual que existe en habla hispana, más su participación en la elaboración del primer Manual de gestión de salud menstrual, una guía que entrega información sobre insumos, salud vulvo vaginal y más para acompañar este proceso.
La necesidad de pensar espacios de formación en salud menstrual
“He sido profesora en todas las carreras del área de la salud y es muy duro ver cómo esas profesiones cuentan con muy pocos elementos para poder problematizar las violencias que viven las mujeres y terminan replicándose en los espacios sanitarios”, dice Patricia Miares para dar a conocer uno de los principales motivos que le impulsaron a pensar en este espacio educativo.
Sin embargo, otras experiencias relacionadas con su historia de vida y el activismo feminista estuvieron muy presentes en este proyecto. “Es difícil no vincularlo a un espacio personal, creo que las mujeres feministas cuando hacemos política, sin duda lo hacemos para devolver el poder a niñas, adolescentes y mujeres, y lo hacemos desde la propia historia”, comenta y profundiza en su experiencia como académica, “yo trabajo como docente académica en la universidad y en el activismo en las calles y siempre sentí que hacía falta un espacio potente que le brindara a los profesionales que trabajan con niñas adolescentes y mujeres, herramientas para abordar temáticas que están silenciadas – o sea que son tabú- con enfoque de género y derechos humanos”.

En este sentido, el diplomado de salud menstrual, es dirigido especialmente a profesionales de la salud y educación que se relacionan en sus quehaceres con niñas, adolescentes y mujeres, basadas en las recomendaciones vigentes del sistema de Naciones Unidas y las principales sociedades científicas. “Necesitamos darles herramientas a estas personas, porque en general siempre estamos enfocados en ir hacia las mismas niñas y mujeres, pero pasa que después esta mujer llega a un espacio de salud o educativo e igual se encuentra con violencia, igual se relaciona con profesionales que no están formados en un enfoque de género o de derechos”
Toma de responsabilidad sobre educación sexual integral
“Necesitamos que las profesoras de primer ciclo básica o profesores de biología que son las personas que enseñan el ciclo menstrual, tengan las herramientas para hacer promoción de la salud, educación en salud sexual y reproductiva y en salud menstrual”, expresa sobre la actual toma de responsabilidad sobre el rol educativo en salud sexual y reproductiva y educación sexual integral; dos temas que se encuentran en la luz pública y sobre los que se ha manifestado la necesidad de profundizar conocimientos.

En esta línea, Patricia explica que hay dos cosas a considerar, “en primer lugar, las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud organizan la salud en distintos niveles y en cada uno de ellos todos tenemos un rol que aportar. Efectivamente, en el rol de atención quienes deben tener las competencias son los profesionales sanitarios, ellos tienen que estar correctamente formados en enfoque de género, de derechos y en salud integral disciplinar”, subraya y agrega, “pero también existen dos líneas que tendemos a olvidar que tienen que ver con prevención, promoción y educación en salud, que son ciudadanas, entonces si nosotros tomamos la salud y la cerramos, dejamos afuera distintas formas de abordarla”.

“Entonces creo que aquí lo que hay que entender es que hay ámbitos en que cada uno de nosotros va a jugar un rol, pero que la salud no sólo va a ser un territorio de resolución de patologías y de alteraciones, además tienen un rol que cumplir en la misma promoción y en la misma educación”, subraya para cerrar este punto.
El fenómeno de reducción de oportunidades para personas que menstrúan
Uno de los temas más desconocidos en torno a la temática es la reducción de oportunidades que sufren las personas que menstrúan. “Por menstruar, niñas, adolescentes, mujeres y personas menstruantes tienen menos oportunidades académicas, laborales, menos acceso a salud, a servicios sanitarios, a ejercicios de derechos, menos oportunidades económicas, tienen menos posibilidades de ejercer autonomía corporal por el contexto y situación social en la que se menstrua”, expone Patricia.

A lo que agrega, “la menstruación sigue siendo uno de los mayores tabúes y es un espacio de violencia (…) si a eso se le agrega interseccionalidad, niñas en situación de migrancia, niñas y adolescentes de pobreza multidimensional en situaciones de ruralidad. Hoy por menstruar tienes menos oportunidades que una persona que no menstrua. Obviamente eso está ligado a una condición de sexo biológico y además a todas las condiciones de la violencia de género”. 

Ejemplo de este panorama es que, “las niñas en sus primeras menstruaciones comienzan a ausentarse de la escuela por vergüenza. Según las cifras UNICEF (2019) un 99% de las niñas sienten vergüenza cuando menstrúan, un 60% viven acoso por menstruar, las palabras que más se repiten son sucia, asco y vergüenza. Las niñas faltan a clases por menstruar, las adolescentes tienen menos reconocimiento académico por estar menstruando, las niñas con bajo acompañamiento en la menarquia se exponen a mayor transmisión de infecciones de transmisión sexual, se exponen a mayores niveles de violencia sexual, a mayores niveles de violencia en las relaciones de pareja, se exponen a mayores embarazos precoces”, explica.

Realidad aún desconocida y sin atención sanitaria oportuna, “muchos de los profesionales de la salud no saben cuáles son los parámetros de un ciclo menstrual saludable o normal en la trayectoria vital, porque uno menstrua distinto cuando está en la niñez, que cuando está en la edad adulta o cuando está en el climaterio. Entonces se normalizan eventos que no son normales como el dolor y se patologizan cosas que son normales, por ejemplo, se les recetan anticonceptivos hormonales a las niñas cuando es absolutamente normal que los primeros tres años tengan ciclos irregulares, así es, se demora el eje cerebro – aparato reproductor en organizarse”, agrega.
Hacer de esto un tema social y diverso

Por otra parte, la escuela lanzó el primer ‘Manual de gestión menstrual’ con recomendaciones sobre los insumos internos, externos, los efectos que surgen en la salud vulvo vaginal, los efectos en el medio ambiente, las curvas de aprendizaje y otros temas para profundizar sobre este proceso.
“Lo que necesitamos entender es que quienes menstruamos estamos en una posición de injusticia basalmente y esa posición de injusticia sólo se va a revertir cuando vayamos a mirar el fenómeno que genera la injusticia, que es la reducción de oportunidades; fenómeno que es social, político, económico, médico, y vayamos a desarticularlo, pero no homologando experiencias, o sea, nosotros tenemos que establecer que tanto niñas, mujeres y adolescentes, cada grupo tiene necesidades y diferencias, no podemos englobar todo en un grupo y decir, hay personas que menstrúan y listo; la mitad de la humanidad menstrua, pero lo hacen en condiciones distintas”, apunta.
Y cierra esta entrevista relevando la importancia de “entender que lo que no tenemos que hacer es tomar un fenómeno y diluirlo, volverlo líquido. Las personas que menstrúan se llaman personas trans, se llaman migrantes, se llaman mujeres con discapacidad, se llaman adolescentes que viven en lugares rurales, entonces cuando dejamos de ver este fenómeno y lo miramos como si fuera todo igual, no es todo igual. Incluso cuando pensamos en las mujeres que están en situación de privilegio, ni siquiera son mujeres que menstrúan dignamente, porque esas mujeres viven patologías que nadie les atiende o en sus lugares de trabajo deben dejar de menstruar, imagínate una médica que tiene que hacer turnos y no tiene un baño adecuado en el lugar donde trabaja”, cierra.



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