Arlet, la joven violinista a quien su discapacidad no puso límites



Arlet nació con amputación congénita. Durante el embarazo, una obstrucción vascular no permitió que su brazo izquierdo se desarrollara totalmente. La joven, que hoy tiene 17 años, ha luchado y perseguido sus sueños hasta convertir uno de ellos en realidad: tocar el violín.
Durante un concierto en el que su hermano tocó el piano, se sintió atrapada por el sonido y el movimiento del arco del violín. Sin saber cómo ni dónde lo haría, decidió dominar su aprendizaje. Gracias al uso de una prótesis y a diferentes adaptaciones, como el cambio de caja musical y la colocación de las cuerdas del lado contrario del instrumento, pudo lograrlo.
Originaria del Estado de México, Arlet actualmente estudia en el Instituto Politécnico Nacional (IPN) la carrera de Técnico en Construcción. Además, practica el violín dos o tres horas al día y anhela viajar por el mundo. Como toda joven, tiene hobbies y entre ellos están bailar, escuchar música y cantar a todo volumen, hacer ejercicio, diseñar planos y ver películas con su mamá.

En entrevista, Arlet Michelle Méndez Galindo explica los retos a los que se ha enfrentado para superar las adversidades y cómo ha salido adelante con la frente en alto.
¿Cómo fue el proceso para tener tu prótesis?
Mi mamá me llevó al Hospital Shriners cuando tenía un par de meses, pero le dijeron que regresara cuando estuviera más grande y adquiriera conciencia de cómo usar una prótesis. Volví a los cuatro años y me la dieron. Recuerdo que tuve que tomar terapia ocupacional por un tiempo para aprender cómo usarla; sin embargo, me adapté muy rápido a ella y desde ese momento se volvió parte de mí.

¿De qué forma descubriste tu pasión por el violín?
Fue gracias a mi hermano, pues él toca el piano y me gustaba cómo sonaban las melodías. Un día tuvo un concierto, le presté mucha atención al violín y de inmediato me atrapó cómo se producía el sonido y el movimiento del arco. Entonces, decidí que quería tocarlo y se lo comuniqué a mi mamá. Realmente no sabíamos cómo ni dónde estudiaría, pero sabía que podía lograrlo.
A los 11 años me inscribí a una convocatoria en la Escuela de Iniciación Artística de Bellas Artes, ubicada en la alcaldía Gustavo A. Madero, y ahí estudié durante tres años continuos. Me he presentado en el auditorio de la misma escuela y también en el Museo Diego Rivera.
¿Cómo fue la adaptación para que pudieras aprender a tocarlo?
Cambiaron la caja musical del violín y las cuerdas del lado contrario del instrumento, labor que realizó un gran laudero de la Facultad de Música de la UNAM. Después de diferentes ideas, distintos ortesistas y terapeutas del Hospital Shriners adaptaron un pequeño arco de metal donde colocaron un socket para después amoldarlo a mi muñón.
¿Qué sientes al tocar este instrumento?
Me da mucha paz, me gusta expresar mis sentimientos sin importar si estoy triste o feliz. Solo trato de disfrutar ese momento.
Debido a tu condición, ¿has sufrido bullying? De ser así, ¿cómo lo has enfrentado?
Sí, muchas veces. Creo que se burlan al verme extraña con una prótesis. Mi mamá y mi hermano siempre me apoyan para enfrentarlo y resolverlo. Incluso, mis maestros y algunos psicólogos con los que he ido me ayudan a verlo de la mejor manera. Antes me sentía mal cuando pasaba, pero ahora ya no tanto porque sé que el problema no es mío sino de ellos por hacer burlas.
¿Cuál es el mayor reto de tocar el violín con una prótesis?
Adaptarse a la movilidad del arco porque está fijo al socket y las notas muy altas o muy bajas o que van rápido son un poco más difíciles de tocar, pero con práctica en cada una llego a lograrlo. A través de la música quisiera expresar a todos que si tienes un sueño, no pares hasta conseguirlo, y no permitas que nada te limite. 
¿Crees que la música pueda contribuir a construir un mundo más inclusivo?
Sí, porque facilita la comunicación y la expresión favorece el contacto y las relaciones con nuestro entorno. 
¿Cuál es tu mayor sueño?
Me gustaría terminar de aprender a tocar el violín y poder interpretar mil piezas distintas sin importar su dificultad. También quiero ser una gran arquitecta y que todos los diseños que elabore puedan estar alrededor del mundo. 
¿Encuentras algún vínculo entre la música y la arquitectura?
Para mí son muy parecidas porque en las dos disciplinas debe existir una estructura exacta: en la música son las notas y así suena una buena melodía; de lo contrario, se escucharía desafinada, mientras que en la arquitectura es importante que todas las medidas y los materiales sean precisos para construir una buena casa o edificio.
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