Litio sostenible: aprovechemos la oportunidad o enfrentemos la amenaza



Uno de los mayores desafíos que enfrenta hoy la humanidad es la crisis climática. Es por esto que cada vez son más las empresas que cambian sus maneras de operar y reafirman su compromiso con el medioambiente.
Si bien en nuestro país los estándares de protección medioambiental han aumentado considerablemente, existen algunos sectores que se han ido quedando atrás, como la minería del litio. Un rezago que pesa más por la magnitud y peso que tiene la industria, especialmente en Chile.
Una de las principales razones radica en la escasa innovación para hacer más sustentables y eficientes los procesos de extracción de este mineral. La manera tradicional de obtenerlo es a través de la evaporación de la salmuera. Bajo esta modalidad, la salmuera se extrae directamente desde el salar y se deposita en grandes piscinas de evaporación, que tras un periodo de entre 12-18 meses bajo el sol, se evapora y se obtiene litio al 6%.
Existen varios inconvenientes asociados a este método: El principal es que la evaporación de la salmuera afecta el ecosistema de los salares, debido a la reducción del balance hídrico. Por supuesto, esto incide en la vida presente en el salar, ya que con la evaporación se pierden otros elementos de la salmuera como el potasio, sodio y yodo, lo que perjudica desde los microorganismos hasta el hábitat natural de especies amenazadas, como los flamencos.
Otro problema es la superficie y el tiempo requerido. Las piscinas o tanques de evaporación utilizan kilómetros cuadrados de terreno y son instaladas sobre los mismos salares, lo que afecta su belleza y entorno. Además, extraer miles de litros de salmuera para que después de un año y medio de evaporación se pueda obtener el litio, es un método poco eficiente. Sin embargo, hoy existen avances significativos, con tecnologías innovadoras y comprometidas con la protección del medioambiente y el ecosistema de los salares.
Pero existen tecnologías y métodos para cambiar radicalmente esta realidad.  Una es la Tecnología de Extracción Directa (DLE por sus siglas en inglés) para extraer la salmuera del salar y, a través de un método de Absorción Selectiva, obtener únicamente el litio y el cloro en proporciones mucho mayores que la evaporación, pues se puede conseguir sobre un 85% del litio disponible. El resto de los componentes de la salmuera son reinyectados casi en su totalidad al salar, preservando el balance hídrico y su ecosistema.
Y es que en pleno siglo XXI, debemos darnos cuenta que la innovación ya no es una alternativa, sino una obligación. Finalmente estamos invirtiendo en nosotros mismos, y en este contexto, el litio es un actor fundamental en la energía del futuro. Sabemos que la electromovilidad está a pocos años de ser una realidad masiva, y vemos como una exigencia optimizar la extracción de nuestros recursos naturales al mismo tiempo que cuidamos el planeta, su entorno y todas sus comunidades. Chile tiene la oportunidad de ser líder en su producción, y si no apuramos el tranco, esto se convertirá en una amenaza a nuestro potencial como país con una de las mayores reservas del mineral en el mundo.
La forma en que enfrentamos las políticas públicas sobre la extracción y desarrollo del litio está en un momento más propicio que nunca por abrir el debate y desafiar múltiples dimensiones relacionadas al rol del Estado, el próximo estatuto constitucional y la manera de alentar un mercado que demanda grados crecientes de competencia, apertura y, a la vez, desarrollo e innovación.
La producción no solo debe ser sustentable, sino también acompañar el valor público de esta discusión en una industria que tradicionalmente ha tenido una mirada binaria del litio, que viene desde la década de los 80 entre incumbentes y entrantes, entre Estado y privados, prescindiendo de las nuevas tendencias mundiales y arriesgando la competitividad de Chile en la Región y el mundo.

No basta con seguir prometiendo cambios; tenemos que convertirnos en agentes de reforma e introducir una mayor competencia a la industria, hace muchos años cerrada a solo dos participantes. No olvidemos que mientras mayor sea la competencia, mayor será el impacto y el compromiso por la innovación, el cuidado del medioambiente, la biodiversidad y las comunidades.
El litio debe ser mirado como una Agenda País, y no como un nicho de disputa entre incumbentes de años y entrantes que empujan en una fila de inmovilismo regulatorio. En 2022 se cumplen 51 años de la nacionalización del cobre, que logró disciplinar voluntades transversales en la clase y política y la sociedad chilena en los 70. El litio debería movilizar una agenda igual de convocante. Aprovechemos la oportunidad o enfrentemos la amenaza de quedarnos rezagados.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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