Riesgos en campamentos: no más vidas que lamentar



Tan solo un par de días antes de comenzar estas fiestas patrias, una terrible noticia nos golpeó: un padre y sus tres hijos perdieron la vida a causa de un incendio en el campamento Felipe Camiroaga de Viña del Mar. Lamentablemente, hechos como este no son aislados. Este año han ocurrido una serie de eventos naturales y antrópicos que están contemplados entre las diversas amenazas que pueden afectar nuestro territorio. No es necesario retroceder mucho en el tiempo para llegar al 21 de mayo y recordar otro fatal incendio que afectó al campamento Jesús de Nazareth en la comuna de Alto Hospicio, en el cual fallecieron 9 personas, entre ellos 4 adultos, 3 niños y 2 menores de dos años. Las viviendas afectadas en ambos incendios son de material ligero, al igual que las de la mayoría de estos asentamientos, en los que habitan más de 81 mil familias a lo largo del país.
En otro tipo de emergencias, si nos trasladamos a julio de este año podemos recordar las diferentes situaciones a las que se vieron expuestos muchos hogares a partir del intenso sistema frontal que afectó la zona central del país. Entre ellos, se encuentran las más de 500 familias que viven en el campamento Dignidad ubicado en la comuna de La Florida, lugar en el que las inundaciones se hicieron presentes y también el peligro, por estar asentados a las orillas de un canal, como lo es, en este caso, el Zanjón de la Aguada. En esta ocasión, más de 100 familias se vieron damnificadas, incluso en algunos casos necesitaron relocalización y contar con una vivienda de emergencia que les permitiera sobrevivir en el temporal.
Ante estos eventos, nos preguntamos ¿se podría haber evitado que se transformaran en desastres? La respuesta es sí, con un trabajo articulado entre el sector público, privado y la sociedad civil, que logre desarrollar planes de acción concretos enfocados en la preparación y acción de las comunidades ante las emergencias derivadas de los desastres -en donde, educar y formar a los vecinos sobre medidas preventivas y adecuadas a su territorio, en cuanto a las características geográficas, socioeconómicas y las condiciones de habitabilidades de sus viviendas- se convierta en un eje fundamental de la gestión del riesgo de desastres.
El estudio de Riesgos y Vulnerabilidad en Campamentos realizado por TECHO-Chile, tiene como objetivo que podamos comprender que el riesgo es una probabilidad, que se compone por tres factores esenciales: las amenazas latentes en el territorio, la vulnerabilidad de la población que reside en estos asentamientos y su exposición al riesgo. En esta ecuación hay un componente en el cual no podemos incidir, como lo son la presencia de amenazas, pero sí está en nuestra manos disminuir la exposición y la vulnerabilidad de estas familias. Es una tarea de todos los actores y por sobre todo, de la política pública, garantizar una gestión de desastre adecuada, integral y en la que trabajen las diferentes escalas de la gobernanza, en donde se cuente con una red de apoyo tanto público como privado que busque articular espacios formativos y comunitarios.
En el último tiempo, el gobierno ha avanzado en cuanto a la política habitacional, lo que abre diversas posibilidades y genera esperanza en las familias que viven en campamentos y que anhelan su vivienda propia. Sin embargo, hay que comprender que el camino hacia la vivienda formal no es de un día para otro, el cual debe ser bajo resguardo y en dignidad, por lo que también hay que hacerse cargo de esta transitoriedad, en donde uno de los ejes centrales debe ser la gestión del riesgo de desastre.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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