Desiertos floridos en los hospitales



Así como el norte de Chile brilla de colores por el maravilloso fenómeno del desierto florido, queremos que todos los jardines de los hospitales públicos se llenen de flores y de árboles acogedores. El ser humano y la naturaleza son parte de un mismo todo y cada vez que rompemos ese equilibrio, hay sufrimiento. Por eso, los espacios de encuentro con la naturaleza son clave para la salud y no solamente un elemento estético.
Una caminata por la plaza, parque o jardín es mucho más que una buena manera de disfrutar. Es un espacio para reducir el estrés, mejorar el ánimo e incluso reducir el dolor. En Fundación Inspira lo sabemos y eso nos ha dado la fuerza para crear, recuperar y cuidar jardines sanadores durante 10 años. Estos jardines están en los hospitales del Salvador, Luis Calvo Mackenna, Roberto del Río y Antiguo San José. La iniciativa se ha extendido también a Coaniquem, el Pequeño Cottolengo y el colegio Santa Lucía, que atiende a niños y niñas con ceguera o baja visión.
Como fundación nos enorgullece cumplir este año una década rescatando rincones olvidados o abandonados, para transformarlos en espacios de bienestar físico y de contención emocional y espiritual para las miles de personas que mensualmente circulan o permanecen en los hospitales. Tanto los pacientes como el personal médico son sus usuarios y quienes se benefician de sus floraciones, de sus espacios de luz y sombra y de su accesibilidad universal. Estos espacios verdes son diseñados y desarrollados junto a la comunidad hospitalaria, por lo tanto, son los vínculos de confianza y colaboración los que los mantiene vivos.
Así como en el desierto florido son muchos los tipos de flores que se relacionan con insectos, reptiles, aves y mamíferos, en los jardines sanadores también hay una maravillosa interacción que sostiene la vida: se inicia con un levantamiento participativo de expectativas y necesidades de la comunidad hospitaria; luego paisajistas lo convierten en una propuesta que incluye espacios de vegetación, mobiliario adecuado y áreas de descanso y contemplación. Finalmente, funcionarios del hospital trabajan en la recuperación de este espacio y posteriormente son las voluntarias y voluntarios de la Fundación Inspira quienes se hacen cargo de la mantención de estos patios.
La evidencia científica tiene cada vez más evidencia que respalda lo que muchos hemos experimentado: la naturaleza sana. Diversos estudios han mostrado aportes específicos para restablecer el poder de concentración, reducir la agresividad, aumentar el bienestar físico y favorecer la recuperación de pacientes que han tenido operaciones quirúrgicas o cuadros cardiovasculares. Es maravillosamente simple: en estos patios sanadores, la naturaleza actúa como puente para que mente, cuerpo y espíritu se sincronicen para florecer.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



Source link

Related Posts

Add Comment