Esta Navidad, el Papa Francisco pidió por los “hermanos ucranianos” que viven en la destrucción de la guerra



En su mensaje de esta Navidad, el Papa Francisco pidió por los ucranianos y ucranianas que viven en la destrucción ocasionada por diez meses de guerra, e invitó a tener “gestos concretos de solidaridad para ayudar a quienes están sufriendo”.Desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, el pontífice invitó a concientizar para que se iluminen “las mentes de quienes tienen el poder de acallar las armas y poner fin inmediatamente a esta guerra insensata”. “Que nuestra mirada se llene de los rostros de los hermanos y hermanas ucranianos, que viven esta Navidad en la oscuridad, a la intemperie o lejos de sus hogares, a causa de la destrucción ocasionada por diez meses de guerra”, expresó, en declaraciones a su vez recuperadas por la agencia Télam. Las palabras del Papa llegan a un día que se cumplieran diez meses del estallido de la guerra (el 24 de febrero), de modo que su mensaje lo destinó a “las comunidades cristianas que viven en todo Medio Oriente, para que en cada uno de esos países se pueda vivir la belleza de la convivencia fraterna entre personas pertenecientes a diversos credos”.”Lamentablemente, se prefiere escuchar otras razones, dictadas por las lógicas del mundo. Pensemos en Siria, todavía martirizada por un conflicto que pasó a segundo plano pero que no ha acabado; pensemos también en Tierra Santa, donde durante los meses pasados aumentaron la violencia y los conflictos, con muertos y heridos”, sostuvo Bergoglio. Retomando el origen de la Navidad católica  que ubica en Belén, Palestina, el nacimiento de Jesús, el pontífice vinculó su mensaje de paz con la realidad de la guerra en Medio Oriente y pidió que sirva de ejemplo para que “allí, en la tierra que lo vio nacer, se retome el diálogo y la búsqueda de confianza recíproca entre israelíes y palestinos”.A su vez, desde las redes sociales, Francisco centró su preocupación y llamado a la acción para erradicar la pobreza. “Hoy como entonces, Jesús viene a un mundo que no lo acoge (Jn 1, 11), lo rechaza o lo ignora, como hacemos nosotros a menudo con los extranjeros y con los pobres. No nos olvidemos de los refugiados, los marginados, las personas solas, los huérfanos, los ancianos, los presos”, escribió.
 



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