Desechos tóxicos: la basura mundial que ataca al planeta



Una amenaza aparentemente silenciosa tiene a la tierra y a sus habitantes en una jugada casi jaque mate: los residuos tóxicos. Para hacerse una idea, cada año se recolecta en el mundo una cantidad estimada de 11.200 millones de toneladas de residuos sólidos, de los cuales entre 300 y 500 millones son residuos peligrosos, es decir, tóxicos. En la actualidad, algunos niños nacen “precontaminados” por centenares de sustancias tóxicas. Su exposición aumenta el riesgo de cáncer, enfermedades cardíacas, anomalías congénitas y daño neurológico, entre otros.
Entre estos residuos se encuentran los productos farmacéuticos, los residuos de las plantas de transformación, los equipos utilizados en el procesamiento de compuestos tóxicos, etc. Aquí pueden detectarse sustancias radiactivas, arsénico, mercurio y fósforo. Los seres humanos estamos en peligro ante diversos desechos biológicos, desechos de plantas nucleares, petróleo, aceites combustibles usados o limaduras de hierro.
En 1992 se crea el Convenio de Basilea sobre el Control de los Movimientos Transfronterizos de los Desechos Peligrosos y su Eliminación. Las disposiciones giran en torno a la disminución de la generación de desechos peligrosos y la restricción de enviar estas sustancias tóxicas, para que sean eliminadas por otros Estados, en particular en los países en desarrollo. Sin embargo, existen estudios que han mostrado efectos muy adversos en el tratamiento de estos tóxicos. Desde el Instituto IFISC han identificado 28 países que corren un alto riesgo de congestión de residuos, como México, India y Uzbekistán, que importan grandes volúmenes de los considerados peligrosos. China, Mozambique, Senegal y Afganistán son los que presentan mayor contaminación química producida por las basuras.
En este contexto, el 03 de enero de este año se ingresó a tramitación un proyecto de Ley en el Senado de Chile que modifica la ley número 20.920, porque apuntan a que en nuestro país se reguló la importación de desechos peligrosos de manera incoherente con las normas del Convenio de Basilea, donde establece que se prohíbe la importación de residuos peligrosos para su eliminación, pero posibilita la autorización de los mismos cuando estos sean ingresados al país para su revalorización (reciclaje). Por el contrario, el corazón de este proyecto establece: “Se prohíbe la importación y exportación de residuos peligrosos para su eliminación y valorización. Sin perjuicio de lo anterior, la exportación de los residuos peligrosos para su eliminación o valorización sólo podrá efectuarse cuando en el país no exista capacidad técnica para eliminarlos, de acuerdo con un manejo ambientalmente racional y eficiente”.
Tal como se señala en el proyecto, Chile genera 19,6 millones de toneladas de residuos sólidos, solo el 3% corresponde a residuos peligrosos. Por lo que no se entiende por qué habría de permitirse la importación de estos residuos. Es de esperar que Chile dé este puntapié inicial, para detener una avalancha tóxica sin vuelta atrás.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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