¿Por qué las empresas invierten en el extranjero y qué impacto tienen en el desarrollo?



¿Por qué invierten en el extranjero empresas como la aeronáutica brasileña Embraer, la cementera mexicana CEMEX, o la automotriz alemana Volkswagen? 
Una de las razones principales es que buscan mercados más grandes para sus productos, pero no sólo en el país de destino de la inversión sino también en países vecinos o en países que tienen tratados comerciales con el país de destino. Por ejemplo, Embraer estableció fábricas y oficinas de ventas en EE.UU. y en Portugal para aprovechar las preferencias comerciales del Tratado de Libre Comercio a América del Norte (NAFTA) y el mercado único de la Unión Europea.
A este tipo de inversión le llamamos plataforma de exportación porque sirve para que las empresas puedan superar barreras al comercio como los aranceles o para acercarse físicamente a su mercado objetivo, reduciendo así los costos logísticos y de transporte.
Esto también sucede en el sector de los servicios. Empresas con sede en EE. UU., por ejemplo, a veces optan por deslocalizar sus operaciones de atención al cliente y establecen centros de llamadas o de procesos administrativos a países centroamericanos o caribeños para reducir costos y ofrecer un servicio culturalmente más cercano a sus clientes y a los husos horarios del mercado norteamericano.
La segunda razón para invertir en el exterior es buscar la eficiencia. Las empresas invierten en varias localizaciones para que cada producto sea manufacturado donde haya la mejor relación calidad-precio. Este tipo de inversión se conoce como inversión vertical. Volkswagen tiene su sede en Alemania, pero produce y ensambla automóviles en diversas partes del mundo para reducir costos, pero también para acceder a todo el mercado norteamericano gracias al NAFTA desde sus plantas en los estados mexicanos de Puebla y Tlaxcala.

Volkswagen exporta un 55% de los automóviles que produce en México a Canadá o a EE. UU., mientras que el 17% se vende en el mercado mexicano, según la Asociación mexicana de la industria automotriz.

Esta inversión responde por tanto a una estrategia de inversión híbrida que combina la plataforma de exportación con la búsqueda eficiencia.
Otro ejemplo de inversión híbrida, pero un poco distinta son las inversiones de la multilatina mexicana CEMEX, que invirtió en el exterior mediante fusiones y adquisiciones en Egipto, España, EE. UU., Filipinas, Panamá, y República Dominicana, y aprovechó los mercados de gran demanda de cemento y redujo sus costos comerciales, pero también se benefició de los conocimientos sobre patrones de demanda y otras peculiaridades de los mercados locales de las compañías adquiridas. Al mismo tiempo, en las áreas donde las compañías absorbidas carecían de eficacia, CEMEX reprodujo aspectos de su propia cultura empresarial y transfirió su tecnología y habilidades necesarias.
¿Qué impactos de desarrollo tienen las empresas que invierten en el extranjero­?
Los flujos mundiales de IED alcanzaron un promedio de 1.6 billones en los últimos años (UNCTAD). En la región, las entradas y las salidas de IED siguen una tendencia al alza. El gráfico 1 muestra que en general los flujos de IED a ALC han crecido hacen los últimos veinte años, y que hoy en día representan USD 170 mil millones, o 11% del total global. En el mismo gráfico, vemos que, aunque ha aumentado ocho veces comparado con su nivel de veinte años atrás, la IED que proviene de las empresas de la región representa solo 2% de la inversión extranjera global.
Gráfico 1. Flujos de IED en América Latina y el Caribe (ALC) y su participación en los flujos globales por período quinquenal
Fuente: elaboración propia basada en datos de la UNCTAD
Pero la IED es mucho más que flujos financieros. Puede tener impactos más profundos en el desarrollo de los países receptores.
En general, las inversiones extranjeras crean empleos; más de los que eventualmente se puedan perder debido a la contracción o el cierre de empresas locales por falta de competitividad. No solo la magnitud, pero también la frecuente calidad de estos empleos induce a los gobiernos a querer atraer IED a sus países.
Debido a la complejidad relativa de las tareas o procesos, las empresas multinacionales (EMN) emplean una proporción mayor de trabajadores cualificados. También, aumentan la demanda de servicios relacionados que a menudo necesitan trabajadores relativamente más capacitados (como los servicios de transporte, por ejemplo). Además, en ciertos casos, la IED puede crear empleos en lugares que sufren un desempleo elevado. Sin olvidar que las EMN pagan salarios 40% más elevados en promedio que las empresas locales.
Pero la IED puede tener también algunos efectos negativos en los mercados laborales. Un escenario: una EMN entra en un país y produce más eficientemente que las empresas locales. Los consumidores, al darse cuenta de que los bienes o servicios de la EMN son más baratos y de mayor calidad, compran sus productos o bienes y cada vez menos a las empresas locales. Esto puede resultar en que estas últimas facturen menos y paguen menos a sus empleados o incluso cierren.
Sin embargo, la IED también puede aumentar la demanda de insumos locales e impulsar la creación de aglomeraciones productivas (o clústeres) donde se fomenta sinergias entre EMN y empresas locales, como sucede en el Clúster Automotriz de Puebla-Tlaxcala en México, que se generó alrededor de Volkswagen, y que crean empleo.
A través de este comercio de insumos, incluso adentro de las aglomeraciones productivas, es posible que un país desarrolle una industria o empresa local especializada en la producción de un bien intermedio, sin la necesidad de que el país sea competitivo en toda la cadena productiva que genera el producto final.  De esa manera, empresas locales de estos países pueden ser parte de cadenas globales o regionales de valor, es decir, integrarse al proceso de producción internacional en el que un bien final es compuesto de bienes intermedios producidos cada uno en el país donde la relación calidad-precio es la más alta, lo que aumenta necesariamente la productividad de estas empresas, que pueden ofrecer unas condiciones laborales relativamente mejores que las del mercado local.
Por tanto, los países que reciben IED se benefician también porque se calcula que la productividad de las EMN es entre un 15% hasta 60% más alta que las empresas locales mediante la demostración y la movilidad laboral, y por otro lado porque la cantidad y calidad de insumos intermedios que circulan en la economía local aumentan.
De hecho, la IED tiene potencial para crear situaciones en las que la empresa que invierte y el país que recibe la inversión salen ganando.

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