Género en evidencia: la importancia de los datos para promover la igualdad



 
Por Marisa Miodosky*
¿Cuál es el impacto de la desigualdad entre varones y mujeres? ¿Por qué son importantes las estadísticas sobre temas de género? ¿Con qué estadísticas contamos? Sabemos que en la región existen desigualdades sociales, económicas y hasta geográficas. Ahora bien, ¿de qué forma se intensifican esas desigualdades cuando se cruzan con las desigualdades de género?
Como señala la Directora Regional de ONU Mujeres para América Latina y el Caribe, Luiza Carvalho, “en el mundo del trabajo, la inversión de las mujeres en su educación no se ha reflejado en una participación equivalente en el mercado laboral”. Según datos de la misma organización, en América Latina la tasa de desempleo en 2014 era de 8.4% para las mujeres contra un 6.5% para los varones. Aun las mujeres con educación terciaria, se desempeñan en contextos de recurrente discriminación laboral y segregación ocupacional que se expresan en persistentes brechas salariales. En mi ciudad, Buenos Aires, sabemos que, en la población ocupada, el 46,4% de las mujeres cuenta con estudios terciarios completos, mientras que sólo un 35,1% de los varones activos alcanza ese nivel de estudios. No obstante, mientras la tasa de desocupación para los varones es de 5,9%, en el caso de las mujeres asciende a casi un 8,6%. Es decir, en la Ciudad de Buenos Aires los indicadores de género nos muestran que más educación no se traduce necesariamente en más mujeres empleadas.
Estos son algunos datos que surgen del nuevo Sistema de Indicadores de Género del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, lanzado en marzo de 2018, el cual brinda una visión integral sobre la situación de varones y mujeres en el territorio porteño, poniendo en valor la trayectoria en la producción de información estadística de la ciudad. El sistema, basado en la idea de que, “para intervenir exitosamente en la realidad, lo primero es conocerla” busca cerrar la brecha estadística a partir de la publicación de información sociodemográfica, económica y política sobre varones y mujeres. La información se ordena según el marco conceptual de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe que organiza la información en tres dimensiones. La autonomía en las decisiones incluye variables de participación femenina en distintos ámbitos de la vida pública: Poder Ejecutivo, Legislativo, Judicial y en las comunas, que son la organización política propia de la Ciudad de Buenos Aires. La autonomía económica abarca indicadores sobre el trabajo remunerado y no remunerado recogido a partir de las encuestas anuales de hogares, de indicadores laborales y uso del tiempo. La autonomía física recopila datos sobre violencia de género, acceso a la salud sexual y reproductiva, además de uso y seguridad en el espacio público.
El Sistema de Indicadores de la Ciudad de Buenos Aires se diferencia de otros porque agrega datos de gestión a partir de registros del uso de los servicios a los que pueden recurrir los vecinos ofrecidos por el Gobierno local, como polideportivos y  servicios de salud. Asimismo, la información puede ser leída desde cualquier procesador y, algo muy importante, todos los datos son abiertos y descargables. Esto facilita su reutilización y se alinea con el paradigma de Gobierno Abierto al que se suscribe la Ciudad.
Ahora bien, ¿por qué es importante contar con indicadores de género? Contar con esta información es relevante por, al menos, tres razones: por un lado, permite elevar la calidad de la discusión en materia de política pública a partir de datos oficiales sobre los cuales argumentar y no, supuestos. Por ejemplo, el sistema de indicadores de género permite ubicar la situación de las mujeres de la Ciudad de Buenos Aires a lo largo del tiempo y monitorear su progreso en pos de una mayor igualdad de género. Asimismo, si conocemos los datos de nuestra ciudad, los podemos comparar con los datos de otras capitales del mundo y de esta manera también evaluar y dar seguimiento a nuestras políticas en materia de género, como se viene haciendo con la Agenda 2030 de Naciones Unidas, a la cual Buenos Aires adhirió en 2016. En segundo lugar, contar con datos rigurosos habilita al Gobierno porteño a tomar decisiones basadas en evidencia, diseñar y formular mejores políticas públicas y monitorear el curso de sus intervenciones. Por último, aunque no menos importante, las sociedades miden lo que valoran. Los indicadores de género hacen visible la situación de las mujeres en relación con los varones. Hoy en día, lamentablemente, los datos evidencian un panorama desigual que tenemos que revertir. Con esta información, desde el gobierno, ya estamos implementando políticas públicas más inclusivas, que ayudan por ejemplo a reducir los estereotipos de género, compartir el cuidado, disminuir la brecha salarial y alentar la promoción de la mujer a puestos de liderazgo. De este modo, avanzamos con la estrategia por la igualdad de género que busca alcanzar una mayor autonomía de la mujer porteña y contribuir a lograr una sociedad más inclusiva.
La ciudad de Buenos Aires tomó como referencia a los sistemas de indicadores de México, Perú y Uruguay. Nuestro sistema es el primero que brinda estadísticas agrupadas en autonomías para una ciudad. Está en código abierto para que pueda ser adoptado por otras ciudades y también contribuir a que en ellas los datos guíen las decisiones de política que promuevan la igualdad y la equidad.
 
Marisa Miodosky es argentina, creció en la provincia de San Juan y se formó como politóloga en la Universidad de Buenos Aires, de esa ciudad. Ganó la beca Fulbright y obtuvo su Master en Desarrollo Internacional Sostenible de la Heller School for Social Policy, en Brandeis University, Estados Unidos. Trabajó por más de quince años temas de desarrollo social, como pobreza urbana y rural, juventud, y migraciones en organizaciones de la sociedad civil y organismos internacionales, como el Banco Mundial, el Banco Interamericano y el Foreign Office. Desde 2016 se desempeña en el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en la Secretaría General, desde donde lideró el desarrollo del Sistema de Indicadores de Género.



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