Fundación Para el Progreso: el think tank “ni tan liberal” de Diego Ibáñez que pierde poder en la derecha


Es sabido que la derecha tiene distintas almas, que no es un bloque compacto y concreto detrás de una sola idea o del liderazgo del Presidente Sebastián Piñera. Pero es una de esas almas en disputa la que le ha causado una gran cantidad de dolores de cabeza al gobierno, la “liberal polemicista”.
No cabe duda que el ex ministro de Educación, Gerardo Varela; la cabeza de Salud, Emilio Santelices; el ministro de Economía, José Ramón Valente y el ex ministro y ghostwriter de Piñera, Mauricio Rojas, tienen algo en común, su perfil polémico y sin pelos en la lengua. Son conocidos como los cortafuegos del gobierno, tanto así, que dos de ellos ya no están en La Moneda, Varela y Rojas, dos de los tres ministros que logró posicionar la Fundación Para el Progreso (FPP) en Palacio.
La Fundación Para el Progreso, fundada y financiada por el controversial empresario Nicolás Ibáñez, es conocida como uno de los centros de pensamiento y formativos de cuadros de la derecha con mayor posicionamiento mediático. En sus cinco años de historia la FPP ha cultivado un perfil disidente, duro y crítico de la labor de la centro izquierda en el país, pero también del mundo político de la derecha.
De la mano de un discurso que busca disputar la batalla de las ideas y las subjetividades en la sociedad, cuentan con una serie de figuras del área académica, cultural y nuevas expresiones de liderazgos jóvenes. Una de ellas es el académico liberal, Axel Kaiser, ligado al pensamiento ultra libertario, marcado por el individualismo y la reducción del Estado. También ha contado con la colaboración activa de Mauricio Rojas y el canciller Roberto Ampuero, ambos seniors fellows de la fundación. Además incluye entre sus figuras al ex ministro Gerardo Varela, uno de los columnistas favoritos de Ibáñez, quien preside el directorio de la polémica ONG.
El arribo de estas tres personalidades al gobierno de Sebastián Piñera, se debe principalmente a su cercanía personal con el mandatario, recalcan desde La Moneda. La FPP también tendría cercanías políticas con el ministro Valente y la mandamás del Ministerio de Energía, Susana Jiménez. Todos ministros que comparten la visión crítica de la FPP con políticas como la gratuidad y los cambios de connotación “más social” que ha impulsado el gobierno.
Por otra parte, mantendrían distancia con el círculo más íntimo del mandatario, como los ministros Andrés Chadwick, Cecilia Pérez y hasta con el ministro Gonzalo Blumel, a pesar de su clivaje liberal marcado por su militancia en Evópoli. También dentro del mundo político, no verían con buenos ojos a personalidades como Manuel José Ossandón (RN), Jacqueline van Rysselberghe (UDI) y Mario Desbordes (RN).
La línea de la Fundación para el Progreso y de sus miembros, se muestra distante al concepto de Estado Solidario que acuñó Sebastián Piñera en su última campaña presidencial. También a políticas como la gratuidad y posiciones de un Estado benefactor, además de verlas como un triunfo de la oposición, apuntan a que dichas medidas van en contra del concepto de libertad individual y de mercado, además de dar un mayor predominio del Estado. Razón por la que no coinciden con los planteamientos de otros centros de pensamiento de la derecha, como Idea País.
En el oficialismo reconocen que este sector a sufrido una fuerte derrota tras la salida Varela y Rojas del gobierno, pero que esto es responsabilidad directa de los “malos referentes que han cultivado”. Perfiles que a punta de polémica han ido construyendo un piso político que no tiene asidero en la política “más sobria” y de consensos que intentaría impulsar el presidente Piñera. Son “errores” atribuidos directamente al mandatario, por reclutar personalidades que no entenderían que “sus ideas también deben ser socialmente aceptadas, ahí también se dan las batallas de las ideas”, recalcan desde el oficialismo.
Esto ha llevado que al interior de los círculos de la derecha la Fundación para el Progreso, sea vista como un símbolo de la insostenibilidad en los cargos de gobierno. Reconocen que este estilo polemicista puede ser aplicable en EE.UU. pero no en Chile. Aunque señalan que esta derrota momentánea no significa la muerte de un sector que cuenta con cientos de jóvenes reclutados a lo largo del país.
La filantropía detrás de Ibáñez
Nicolás Ibáñez es lejos uno de los empresarios más controversiales del país. El ex propietario de Líder, hoy en manos de Walmart y dueño del family office Drake, siempre ha tenido una fuerte preocupación por la influencia en el mundo de la política. Además de criticar la falta de intelectuales en la derecha, también ha financiado campañas parlamentarias de la UDI y donó $4,6 millones para la campaña de segunda vuelta de Sebastián Piñera.
El ingeniero de la Universidad Adolfo Ibáñez -de cual es dueña su abuelo- es un filántropo, o al menos ésa es la imágen que intenta proyectar, con su desempeño como miembro, financista y creador de diversas fundaciones e iniciativas sociales. Además de la FPP, ha sido financista de Fundación 180, ONG del ex presidente de la Fech Luis Felipe San Martín, por otro lado, el empresario también creó “Oportunidad Mayor”, fundación enfocada en la tercera edad.
Ibáñez tiene una fuerte conexión con Valparaíso, no sólo comparte directorio en la FPP con varios empresarios de la ciudad puerto, sino que accionista mayoritario de Fundación Valparaíso, propietaria de Santiago Wanderers y no ha escatimado en gastos para tapar el hoyo financiero que tiene el club deportivo. En Valparaíso también ha encontrado a uno de sus máximos contendores políticos, el alcalde frenteamplista, Jorge Sharp, con quien tiene una disputa legal, luego de que el edil frenara el cuestionado proyecto inmobiliario Parque Pümpin, de la inmobiliaria Puerto SpA, de la cual es propietario Ibáñez.
Aún así, Nicolás Ibáñez no es del club central de elite empresarial, más bien es reconocido como un miembro “disidente” de Sanhattan, y muy pocas veces se le ha visto en los círculos reflexivos, como los desarrollados en Casa Piedra, a pesar de su constante crítica a la falta de desarrollo intelectual en la derecha y su cercanía con las ideas libertarianas del sector.
Si bien se le reconoce un aporte al desarrollo en retail que estaba en pañales antes de la aparición de Líder, al menos en materia supermercadista, tras la venta de la cadena optó por cambiar de perfil, pasando de empresario a buscar, y de manera insistente, perfilarse como un filántropo, para lo cual ha invertido plata, pero también esfuerzos mediáticos en situarse como tal. Eso lo llevó a tomar un camino diferente al de otros empresarios que una vez que venden sus negocios se dedican a asesores o a directores de empresas. Ibáñez volcó todo su tiempo a la Fundación para El Progreso y también al andinismo, actividad por la que perdió dos dedos.
A pesar de su identificación con el mundo liberal de derecha, no ha escondido su cercanía con la dictadura, “a Pinochet le tengo una enorme gratitud”, declaró en 2004 en una entrevista en Revista Capital. A fines de los 90, puso una placa conmemorativa en el patio edificio corporativo de D&S que rezaba: “Augusto Pinochet Ugarte, Patriota Soldado y Estadista Visionario”.
El sobrino de Pedro Ibáñez, uno de los fundadores de Renovación Nacional, es reservista del Ejército, hasta vistió el uniforme militar en medio de los saqueos a supermercados tras el terremoto y maremoto de 2010, lo que le costó diversas críticas. Además es un ferviente católico ligado a Los Legionarios de Cristo y al mundo Opus Dei.
Ibáñez también es recordado por haber tenido un polémico divorcio con María Carolina Valera, donde hubo incluso acusaciones de violencia intrafamiliar. El empresario bloqueó la distribución de una edición del diario La Nación Domingo, quien publicó un amplio reportaje sobre las agresiones físicas y sicológicas que Ibáñez propinaba a Varela. El presidente de la FPP ordenó a sus empleados de la red de distribución del supermercado Líder que compraran todos los ejemplares que eran vendidos en los quioscos.
Pero sus facetas no se agotan. Ibáñez también es columnistas y muy asiduo a dar entrevistas a la prensa. Sus cercanos reconocen que tiene una pluma afilada y le escasean los pelos en la lengua, una característica que muy pocos pueden reconocen en los círculos empresariales, lo que aumenta las distancias con los sectores más sobrios.
Es por esta razón que su defensa a los dichos en contra del Museo de la Memoria, de Mauricio Rojas en el libro “Conversos 2”, escrito en conjunto con el canciller Roberto Ampuero, también miembro de la FPP, no son una sorpresa. El empresario recalcó en La Tercera y El Mercurio, que la arremetida en contra de Rojas y su salida del gobierno responden a “que la intolerancia dictatorial aún persiste en Chile”.
Apelando a la estrategia del empate, Ibáñez recalcó que “el Museo de la Memoria ofrece una realidad dolorosa, pero también una realidad sesgada de la historia. Lamentablemente, refleja el típico doble estándar de los que, ensangrentados por los más horribles crímenes a los derechos humanos, denuncian la situación chilena sin pronunciarse ni hacerse cargo del verdadero genocidio que el ideario marxista ha provocado en el mundo entero, ni tampoco de las causas del quiebre de la tradición democrática en Chile, ni menos de los inaceptables atropellos a los que se someten a diario los habitantes de Cuba y Venezuela”, señaló en El Mercurio.
Un peculiar carácter que es muy recurrente en su círculo más cercano, principalmente el ligado al mundo de la renovación intelectual de parte de la derecha, los denominados “polemistas” que han pasado por el gobierno de Sebastián Piñera. Un estilo que también ha cultivado la Fundación para el Progreso, que es reconocido por ser el brazo armado de Ibáñez para la disputa de las ideas en la derecha y para enfrentar a la oposición.
Liberales en la medida de lo posible
Fundación Para el progreso tiene cinco años de historia. Se definen como “una empresa intelectual sin fines de lucro e independiente de partidos, gobiernos o corporaciones”, bajo una visión “filosófica, liberal y clásica” se enfrentan al “populismo revolucionario y los proyectos de corte más estatista y colectivista” en emergencia, destaca Ibáñez en la última memoria de la Fundación.
En el artículo ”El desafío del éxito”, escrito por Axel Kaiser y Armando Holzapfel, recalcan que “todos en la FPP hemos colaborado para enfrentar la trampa estatista en la que la izquierda había sumido a nuestro país, trabajando sin pausa en colegios, universidades, medios de comunicación y redes sociales, para cambiar el clima de opinión, facilitando así el cambio político”.
También destacan el hecho de que el presidente Piñera convocó “a tres de nuestros miembros a roles fundamentales en su gobierno. Sabemos que no será fácil para la administración entrante reparar el daño causado por el populismo de la Nueva Mayoría, lo que abrirá una oportunidad precisamente para que la FPP proponga un ideario proactivo y constructivo que oriente la discusión pública chilena en los años que vienen”.
Entre sus principales labores destacan el “fomento del pensamiento crítico en jóvenes” y la “difusión y reflexión pública”. En estos cinco años de vida lograron expandirse a nivel regional consolidando sedes en Santiago, Valparaíso y Concepción. Según su última memoria, cuentan con 50 benefactores, sus videos y charlas tienen más de 2,5 millones de reproducciones en Youtube y han realizado más de 240 cursos de formación. Además de
890 publicaciones en medios de comunicación, cercanos a la fundación recalcan que para este posicionamiento ha sido fundamental el eco que han tenido sus ideas en medios como El Líbero, pero por sobre todo El Mercurio.
Pero Diego Ibáñez no es el único empresario ligado a la Fundación para el Progreso. En su directorio figuran Dag von Appen B., presidente de la naviera Ultranav y el Gerente General de Quiñenco S.A., Francisco Pérez Mackenna, un histórico colaborador del Grupo Luksic. En Valparaíso destaca Beltrán Urenda, miembro de la familia ligada al sector ultraconservador de la UDI; Urenda es director de Empresas Navieras S.A. y socio del estudio jurídico Urenda y Cia Abogados. En el cargo de economista senior se encuentra Gonzalo Sanhueza, director ejecutivo de Econsult, fundada por el ministro de economía, José Ramón Valente, cercano a Sanhuesa.
En el ámbito de la disputa intelectual, la Fundación Para el Progreso representa un tipo de liberalismo dentro de varios que hoy se expresan en Chile. Tienen una raíz basada en la libertad económica, por sobre la defensa de libertades individuales como la eutanasia, el aborto libre, la despenalización de la marihuana, muy distinto al mundo liberal impulsado por el diputado Vlado Mirosevic y el Partido Liberal, o el liberalismo que postula Evópoli y Ciudadanos, que está más ligado a la socialdemocracia.
Uno de sus flancos débiles, es su origen en el ethos economicista de la derecha chilena, sería este origen el que marcó las palabras del ex ministro Rojas respecto al rol del Museo de la Memoria. La FPP tiene doble vía entre sus dirigencias mayores, que tienen un profundo nexo con la obra de la dictadura, versus la renovación de los cuadros académicos y políticos más jóvenes, quienes provienen principalmente de ex dirigencias estudiantiles que se forjaron como contraparte a la generación que dio origen al Frente Amplio, tras el movimiento estudiantil.
Las dos caras de la FPP se explicaría por la cercanía de la FPP a un sistema “social y cultural en donde el conservadurismo moral es más fuerte”, señala el analista liberal Cristóbal Bellolio.
Los círculos en donde se desarrollan y forman históricamente sus miembros son los mismos círculos de élite que ha tenido históricamente la derecha chilena, lo que trae consigo esta dualidad de la libertad económica, versus las libertades de connotación social, lo que marca una posición más cercana a una mera renovación de la derecha tradicional chilena, más que un acercamiento a las ideas libertarias de derecha.
La FPP se ha hecho cargo de un vacío formativo de cuadros políticos y académicos que había abandonado la derecha y sus centros de pensamiento como el Centro de Estudios Públicos y Libertad y Desarrollo, en pos de la supremacía de la tecnocracia. Según Bellolio, Kaiser ha logrado posicionarse como una figura entre los jóvenes de ideas liberales, lo que puede ser aplicable a la figura de Mauricio Rojas y Roberto Ampuero al interior de la FPP, quienes figuran constantemente entre sus actividades como foros, coloquios y círculos de pensamiento, recopilados en su página web.
Bellolio explica que la incidencia que tuvo la FPP al lograr incluir a tres de sus principales figuras en el gobierno responde a una disputa ideológica entre dos sectores en la derecha, aquellos que apuntan a generar un Estado Solidario, benefactor y con ciertas bases sociales aseguradas, liderado por el académico y director del IES, Daniel Mansuy, frente a los postulados libertarianos que establece Kaiser.
Los mismos grupos intelectuales que hoy disputan el recambio al interior de la derecha. “La señal política fue que Piñera compró la tesis a la FPP de que la izquierda corrió el cerco y hay que salir a atacar, ganar el partido siendo ideológicamente agresivos, sin complejos a la hora de decir que somos de derecha”, indica Bellolio.
La mala jugada del presidente Piñera estaría centrada en pasar por alto un sólo tema en el cual se necesita mantener un consenso social, “sin pasar al ataque”, recalca el académico, la violación a los DDHH en la dictadura. El mandatario borró con el codo su legado al implantar el discurso de los cómplices pasivos y con el cierre del penal Cordillera, al incluir a figuras como Rojas y darle visibilidad a un flanco que parecía estar cerrado para la renovación de la derecha.



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