translated from Spanish: Lo que viene – El Mostrador

Dicen que la vida hace sentido mirada hacia atrás, pero debe vivirse mirando hacia adelante… Si es cierto para las personas, lo es también para un país y entre tanta chilenidad, no nos haría mal reflexionar acerca de qué queremos ser y cómo lo vamos a lograr.
Traumas pasados hay varios, pero también bastantes aciertos. Somos buenos para el rito. Ni el auto Presidencial se toca… no sé si es bueno o malo, pero es. Entre óperas , desfiles, paradas y ramadas, deberíamos preguntarnos cómo logramos cuidar lo que con tanto esfuerzo se ha ido construyendo, cómo la esperanza que existe en mucha gente que puede soñar con un futuro mejor al que le dio la cuna y la casa que esta tierra puede ser para personas y capitales que quieran escapar de dónde no sienten que pueden mejorar y sienten ganas de venir a Chile. También para cuidar lo que tenemos, porque el capital ataca huyendo.
Para lograr esto, creo que es fundamental que los dirigentes políticos se acerquen a la calle. Al pulso del día a día del país que todavía es simple, pero que atrae inmigrantes, sigue dando trabajo y permite que compartamos una de las mejores primaveras del planeta entre gente muy variada.

El mundo va cambiando de manera vertiginosa y este país no es ajeno a ello. El clima es maravilloso y por mucho que reclamemos, Chile sigue siendo bastante agradable, la naturaleza amigable y nos rige un sistema legal que permite relacionarse de manera civilizada.
Yo creo que mayoría de la gente colabora, aprovecha internet desde su celular, está dispuesta a hacer sacrificios para buscar una vida mejor, no es racista, ni ideologizada y que los que tienen una deuda con la ciudadanía son los políticos.
Ya no estamos para ritos vacíos ni excesivo pan y circo. La gente se va informando y tenemos más en común los esforzados peruanos, los venezolanos jugados, los haitianos educados y amables, y los ciudadanos comunes y silvestres, que los funcionarios del Estado que siguen creyendo que la Sociedad Civil les debe rendir honores y estar de acuerdo con sus diferencias y las de unos pocos anticuados empresarios.
Necesitamos liderazgos cercanos, que hablen fácil, o que por lo menos se les entienda, sin agendas ocultas, que quieran remar juntos y puedan colaborar en el espíritu y en la letra de las nuevas leyes. Gente jugada, sin amarguras, que conecte y que permita que salgamos del problema de tener que respetar y rendir honores a liderazgos temporales buenos para la parsimonia, que tienden a ser inteligentes en la sala, pero tontos en el recreo.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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