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Experto explica por qué el reciclaje debería volverse “sexy”


Para incrementar el uso de material reciclado dentro del ciclo de producción, es necesario ir más allá del compromiso ético y transformar la demanda de artículos que usan material reciclado en una oferta atractiva para los ojos del comprador.
Eso fue lo que planteó el ingeniero estructural y arquitecto Arthur Huang, Fundador y CEO de la empresa Miniwiz, en el marco del Primer Congreso Latinoamericano de Sostenibilidad, Ecología y Evolución (SEE).
Para él, una situación ideal sería que el plástico, como material, se valorizara y fuera costoso y que sus características de alto desempeño se utilizaran para producir bienes de calidad. Esto incentivaría a que fuera utilizado solo para producciones de alto nivel y no para crear vasos, bombillas o platos desechables.
Siguiendo su línea argumentativa, el arquitecto considera que en la actualidad es difícil transformar la conducta del consumidor para que de la noche a la mañana se convierta en un comprador ético.
De acuerdo con Huang, el estilo de vida actual, en el que se quiere que todo sea tan rápido como sea posible, el plástico es utilizado como un material de solución veloz y desechable. Entonces es complejo convencer a la gente de que se incomode para hacerse cargo de su residuo, ya que el reciclaje en sí es complejo pues implica varias operaciones para llegar a él.
¿Cuándo estamos de acuerdo con aceptar la incomodidad? Para Huang esto sucede si alguien considera que el bien que se va a adquirir en algo es “sexy”, algo valorable que quiere obtener o conservar porque es atractivo, tiene calidad y resulta deseable.
“La gente quiere verse bien, sentirse bien, entonces los productos de material reciclado deben atraer el ego de la gente para motivar su adquisición y masificar su demanda”, explicó.
Para el arquitecto, en este sentido, los medios de comunicación tienen un importante papel porque pueden influenciar a las personas a adquirir bienes de material reciclado. Huang utilizó la analogía de las personas que compran ropa constantemente, por la razón de que quieren verse frescos, quieren ser “sexys”, no es porque necesiten la ropa a cada instante.
“Para incentivar el uso de material reciclado hay que hablarle a la vanidad de las personas, contar una historia del producto, hacerlo valorable sexy. En este aspecto también incide el diseño, con el cual la gente puede llegar a sentirse identificada.
De acuerdo con el expositor, lo ideal sería convertir el reciclaje en una adicción, como lo es la moda o el consumo del café para que pueda escalar paulatinamente hacia el consumo masivo.
Para el caso de Latinoamérica, hay dos variables que facilitarían el desarrollo de un modelo de economía circular para el uso de los residuos, uno es que ya se cuenta con la tecnología para lograrlo y por otro lado ya existe un enorme mercado que puede adquirir los productos que se desarrollan. El aspecto de la manufactura y el de compradores se asocian, lo que se necesita es que ambos evolucionen para hacer del material reciclado un recurso para crear nuevos productos, aquí es donde el coraje de atreverse a innovar y la creatividad son las actitudes que pueden promover el cambio y hacer al material reciclado más “sexy”.
El arquitecto señaló que otra de las condiciones que deben incentivarse es que tanto la recepción de material reutilizable como la colocación de productos manufacturados sean de fácil entrega. Tienen que existir canales de distribución adecuados y mecanismos accesibles que puedan incentivar a las personas a compararse unas con otras y crear este sistema de competencia individual para ver quién es más sexy a escala de adquirir productos elaborados con material reciclado.
Finalmente, Huang planteó que es relativamente simple hacer que el sistema de reciclaje se vuelva algo permanente y sistémico tan pronto los residuos sean utilizados como soluciones y aplicaciones para la vida real, esto sería lo que ayude a escalar el uso y la demanda
Desde el punto de vista de las políticas lo que deben evitar los países es que el material sea desechable y en este sentido el desperdicio de recursos debería castigarse con impuestos altos a las producciones basura. Esto significaría no más bolsas plásticas y, como contraparte, si una empresa utilizara residuos reciclados en su proceso productivo  debería incentivarse mediante incentivos económicos, como ocurre en Chile.
“En este punto es donde una estructura se vuelve permanente, porque es algo sistémico con un componente de valor. Incluso la gente comenzaría a ver oportunidades en el plástico desechado para utilizarlo como material para la producción de nuevos bienes”, señaló Huang.



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