La organización de la cumbre del G20 en Argentina ha tenido que sortear una serie de chascarros de carácter protocolar que han generado portadas a lo largo del mundo.
El primer desaire ocurrió en la mañana del jueves cuando llegó el presidente de Francia, Emmanuel Macron, al aeropuerto de Buenos Aires, quien fue recibido sólo por operarios y en ellos recayó la responsabilidad de saludar al Presidente francés.
Luego fue el turno de la comitiva china: al momento de abrirse las puertas de la máquina, la banda militar comenzó a interpretar el himno. No obstante, tuvieron que interrumpir abruptamente la música cuando se percataron que la persona que salió del avión no era el presidente chino Xi Jinping, sino que solamente un asesor.
Minutos más tarde, el Mandatario chino bajó del avión junto a su esposa, y la banda volvió a interpretar la música de bienvenida.
A esto también se suma el hecho de que la canciller alemana, que despegó de Berlín ayer, tuvo que dar media vuelta cuando sobrevolaba Holanda debido a un problema técnico, y aterrizar en Colonia (oeste de Alemania), frustrándose, de esta manera, su llegada al país trasandino.
Finalmente, partió este viernes de Madrid para la cumbre del G20 en Buenos Aires, a bordo de un avión comercial de la compañía aérea española Iberia.
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