Los conflictos que asfixian a la Universidad Autónoma Intercultural de Sinaloa parecen no tener una solución que permita a la clase universitaria proseguir la enseñanza profesional que arropan las leyes mexicanas.Son una serie de problemas donde destaca la exigencia a restituir el nombre inicial (Universidad Autónoma Indígena de México).Ahora se menciona la intervención de un grupo indígena que buscaría la rectoría, aun cuando estás facultades estarían en manos de las autoridades de la Secretaría de Educación Pública y Cultura (SEPyC), que poca injerencia ha demostrado para buscar la solución que retorne la calma en forma definitiva.A semanas de haber convulsionado ante la toma del edificio, inconformes con lo que sucede al interior, ninguna autoridad parece interesarse en el asunto, lo que ha motivado la protesta del estudiantado.Ya existe una denuncia en contra de los responsables y lamentablemente no existen avances que alivien el conflicto.Muchas son las interrogantes sobre la realidad que pesa en esta crítica situación que, incluso, ahora va a manos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.Por bien de la educación profesional, es menester que se atienda está problemática.La sociedad también así lo exige, para que la educación no sea empañada bajo ningún pretexto o interés de carácter grupal o personal.
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