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Salir de la cuarentena: ¿”Test rápidos” para dar certificados de inmunidad?



Desde hace algunos días, con la aprobación de los primeros tests “rápidos” serológicos para el coronavirus, viene circulando por el mundo la idea de utilizar estos tests para ver quiénes ya fueron infectados por el virus y permitirles que se muevan libremente, bajo la doble suposición de que si dan positivos en esos tests ya no pueden contagiarse, porque son inmunes, y que tampoco lo transmiten. Los pioneros en esta propuesta fueron científicos alemanes del Helmholtz Centre for Infection Research de Braunschweig. La idea que propusieron es hacer test serológicos a alrededor de 100 mil personas y otorgarles certificados de inmunidad a aquellos que dan positivo para los anticuerpos específicos que produce nuestro cuerpo para atacar a  SARS-CoV-2.Esta idea fue rescatada, también, en el Reino Unido, Italia y Estados Unidos. Sin embargo, hay algunos inconvenientes para poner esto en práctica.Recordemos, en primer lugar, que el único test válido para diagnosticar con precisión la enfermedad es el que utiliza la Reacción en Cadena de Polimerasa (PCR), que lo que detecta es el genoma viral en la muestra de un paciente. Existen otros tipos de test que no tienen la misma especificidad ni la misma sensibilidad que la PCR y que lo que detectan son los anticuerpos, esto es, las proteínas que produce nuestro propio cuerpo para atacar al virus una vez que es invadido. El primer gran problema para utilizarlos en la administración de las salidas de la gente es la precisión de estos tests. Veámoslo con un ejemplo. Hace poco la Food and Drug Administration de Estados Unidos aprobó uno producido por la compañía Cellex, que tiene una sensibilidad de 93,8% y una especificidad del 95,6%. Parecen números altos, y verdaderamente lo son. Por eso se considera que este tipo de tests serán fundamentales en otra etapa para determinar el alcance que tuvo la pandemia a nivel poblacional. Pero hay que entender qué significa “especificidad” y qué significa “sensibilidad” para entender realmente cuán útiles pueden ser para decidir concretamente quién puede salir a la calle y quién no. La sensibilidad se refiere a la probabilidad de que una persona dé positivo en el test si efectivamente está infectada; la especificidad se refiere a la probabilidad de que una persona dé negativo si efectivamente no está infectada.Dado que la sensibilidad del test de Cellex es muy alta, uno tendería a pensar que si el test le da positivo, uno casi seguramente tuvo la enfermedad. Pero la sensibilidad no define la posibilidad de que seas realmente positivo si das positivo (o sea, no es que si te dio positivo tenés un 93,8 por ciento de chances de ser positivo) sino la probabilidad de que el test te dé positivo si vos efectivamente sos positivo. Esto quiere decir que como tiene una sensibilidad del 93,8%, de 1000 personas que tienen la enfermedad, 938 van a dar positivo y 62 van a dar negativo. Y como tiene una especificidad del 95,6%, de 1000 personas que son negativas, 44 van a dar positivo.  En una enfermedad que no está demasiado dispersa en la población, va a haber muchos test que den resultados errados. Y todavía no sabemos cuán disperso está el COVID. Esto está explicado excelentemente en el twit que dejo acá abajo, pero lo simplifico para los que no quieran leerlo.

Antibody tests are coming online. Never before have humans needed to understand Bayes rule more. Let’s talk about why it’s critical NOT to assume you are immune to covid-19 when you have a positive antibody test. Seriously, people need to understand this to prevent many deaths.— Taal Levi (@taaltree)
April 10, 2020

Supongamos que se testea de manera aleatoria a un millón de personas en una población en la cual aproximadamente el 1% (o sea, 10 mil personas) está infectado de coronavirus. De esas 10 mil personas, 9380 van a dar positivo porque tienen el coronavirus (los “verdaderos positivos”) y 620 van a dar negativo aunque tengan el coronavirus (los “falsos negativos”). De las personas que no tienen el coronavirus, un 4,4% van a dar positivo (los “falsos positivos”).El 4,4% de las 990000 personas que son negativas y sin embargo dan positivo en el test son 43560 personas. Si se hace una cuenta rápida, resulta que el 82 por ciento de los tests que dan positivo en realidad van a corresponder a gente que es negativa.En la medida en que la incidencia de la enfermedad aumenta, el porcentaje de test errados disminuye. Pero incluso si el 10 por ciento de la población estuviera infectada, un 30 por ciento de los test que dan positivos corresponderían en realidad a pacientes que no tienen los anticuerpos. En una población de varios millones de habitantes, serían muchas personas que andarían por la calle como si fueran invulnerables al COVID, aunque no lo sean. Por lo tanto, dejarlos salir no sería razonable porque se pondría en riesgo tanto a ellos como a sus convivientes. Otros inconvenientes
Y hay aún otro problema: por el poco tiempo que llevamos desde que apareció SARS-CoV2, nadie sabe a ciencia cierta si haber contraído la enfermedad confiere inmunidad y, en el caso de que lo haga, cuán fuerte es esa inmunidad y cuánto tiempo dura. ¿Cómo podríamos saberlo, si apenas pasaron cuatro meses desde la infección?El caso del SARS puede servir como comparación, aunque falla en algunos puntos clave. Sabemos, por ejemplo, que los anticuerpos duran varios años en quienes se infectaron, pero no sabemos si son suficientes para enfrentar una nueva infección porque, justamente, el SARS desapareció. Por eso, lo que se piensa es que la infección del SARS-CoV-2 debe provocar una inmunidad que va entre los pocos meses (como otros coronavirus) y los varios años. Es un rango demasiado amplio.
En una nota publicada en The Staat, Henry Geller, director del Center for Law and the Biosciences de la Universidad de Stanford, señala varios otros problemas. En primer lugar, como explicamos antes, el test de anticuerpos no serviría para otorgar el certificado, justamente porque puede dar muchos falsos positivos. En segundo lugar, verificar las identidades de quienes portan certificados de inmunidad sería un inconveniente en un contexto de alta demanda: “La gente podría empezar a pedir resultados de cualquier laboratorio, y puedo imaginar un mercado negro surgiendo para satisfacer esta demanda”, advierte Geller. Y después hay problemas de índole ética: ¿Cómo y para qué se usarían esos certificados? ¿Conseguirían trabajo y podrían asistir a clases solamente quienes ya fueron infectados? ¿No sería esta una forma de discriminación intolerable?”Si bien los certificados de inmunidad podrías ser una parte importante para empezar a salir de la pandemia, son complicados, y utilizarlos mal podría provocar más daño que el que ahorrarían”, concluye Geller. En esta nota:



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