Pueblo educado, pueblo libre

“Solo a medida que desarrollamos a otros, tenemos éxito permanente.” Harvey S. Firestone Qué mortificación, qué tristeza y qué coraje producen en mí quienes tienen a su cargo la educación en nuestro país. ¿Qué les pasa? Sería la siguiente pregunta. ¿De verdad sabe la señora Delfina de qué se trata educar a un pueblo? Del que manda en Palacio no pregunto. No sabe por qué permite.
En un país democrático la educación tiene dos puntos de apoyo la libertad y la igualdad. El conocimiento debe hacernos libres. El pensamiento crítico favorece a la nación. Solo un pueblo educado puede tener buen destino. 
México es un estado laico. La laicidad en los programas de estudio tiene que ver con un estricto apego a la ciencia, a la comprensión del método científico. 
La obligada reflexión que el conocimiento impone dota de humanismo la visión y acción sobre el mundo. Sin dogmas ni creencias la ciencia ha de imperar con libertad, proyectando una sociedad de iguales.
Para qué adoctrinar. Pobre México que no aprenda a ser libre, olvida quien gobierna que está para cumplir y hacer cumplir la ley. Hay un dato que refleja la época de oscurantismo que vivimos: la matrícula escolar en los niveles media superior y superior ha descendido en 2.5 y 0.5 % desde 2019. 
En lo que va del siglo XXI por primera vez se cae la matrícula en nivel de preparatoria. No es asunto menor, más que nunca los jóvenes están recibiendo apoyo, lo cual hace estallar la alarma; entonces no se trata de apoyo directo sino de organización y liderazgo en el sistema educativo.   
Una generación que aprenderá menos, que sabrá menos que la que la precede. No basta el google. Tan solo es una herramienta. Ni el copiar y pegar para hacer la tarea, necesitamos hacer pensar a los jóvenes, activarlos para que resuelvan, para que tengan criterio de interpretación social y puedan generar soluciones en corto y mediano plazo.
No hay tiempo para desperdiciar, para volver la vista y decir así es la juventud. El problema es grave. No pensar esclaviza, mina la voluntad, empuja hacia la comodidad, al ocio destructor.
Generaciones en cadena, nosotros nos iremos y llegaran otros, ¿qué van a resolver, si las infinitas variables de desarrollo y fortaleza del país pasan por identidad y conocimiento?
Estoy triste y enojada lo confieso, porque México cada día es más violento, por las hordas acariciadas por el ejecutivo, por la inequidad de los programas sociales, por la soberbia gubernamental que rechaza la transparencia y la ley, por obras que burlan los trámites de impacto ambiental.  
Si la educación es el signo de fortaleza de un país, el real programa transformador, y la desprecian y manipulan al antojo de doctrinas, no podemos esperar sino la oscura nada que esclaviza conciencias y engaña a los pueblos. 
Una cosa tengo clara: la educación como factor de desarrollo para hacer libre y dar base de igualdad al pueblo no es razón de ser para estos gobiernos.
   
P.D. – Día del maestro y la maestra, a todos las y los profesionales de la educación un gran abrazo, con mi mejor deseo de paz y prosperidad. Tienen en sus manos la savia ciudadana. Por favor, inspiren al conocimiento, a la verdad, a la libertad. A mi maestra Evangelina, que me dio el código de la lectura, mi gratitud por siempre. Topolobampo blanco en mi corazón.  Larga vida amigo Jesús Andrés.



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