Filo.explica│Bukele y el exterminio de pandillas: violencia extrema en El Salvador

Nayib Bukele tiene 41 años, y preside El Salvador desde los 37. Es un mandatario millenial, que gobierna usando mucho las redes sociales y con un perfil muy polémico. Dentro de sus decisiones más cuestionadas por la comunidad internacional se encuentra su política hacia las maras. Las maras son las pandillas de El Salvador, y se consideran los grupos criminales más peligrosos del mundo.En el año 2015, la tasa de homicidios en El Salvador era de 103 por cada 100 mil habitantes. Gran parte de la responsabilidad de esos números era de las maras. Sin embargo, la estadística iba en descenso, porque los dos grupos más poderosos habían llegado a una tregua. De un lado, la Mara Salvatrucha, también conocida como MS-13. Del otro, dos facciones del Barrio 18, los Sureños y los Revolucionarios. La tregua que había entre las maras se puso en peligro cuando intervino Bukele. Pero los números le daban la razón a su política de mano dura: en el año 2022, la tasa de homicidios de su país bajó a 7,8, cada 100 mil habitantes, una de las más bajas de América Latina.El “régimen de excepción” que implementó Bukele se trata de una serie de medidas que anulan los derechos constitucionales. La policía puede detener a quien se le ocurra, si es que lo considera sospechoso. Y lo puede retener hasta 15 días.Esta guerra a las maras por parte del gobierno de El Salvador tiene su contracara en las consecuencias sobre toda la sociedad: ahora, el país se enfrenta a un escenario inédito: las pandillas se esfumaron. Pero los derechos humanos también.El plan de Nayib Bukele para terminar con las maras fue denunciado por distintas organizaciones internacionales, entre ellas el Comité contra la Tortura de Naciones Unidas, Amnistía Internacional y Human Rights Watch. En las primeras semanas de 2023 el gobierno salvadoreño aceleró la guerra contra las pandillas con la inauguración de una gigantesca cárcel. Según Bukele, a quien le gusta ser grandilocuente en todo, “la más grande de América”. Aunque esta mega cárcel tiene por objetivo encerrar a decenas de miles de delincuentes, su inauguración también tiene un sentido simbólico: se trata de una gran oportunidad para hacer propaganda de su política represiva. Aunque el gobierno de Bukele da por hecho que las maras fueron exterminadas, el “estado de excepción” sigue funcionando. Los operativos continúan, las detenciones no se frenan, y la violencia, por lo tanto, persiste. Según cifras oficiales del gobierno de El Salvador, de los 60 mil detenidos solo unos 180 perdieron la vida. La mitad de esa cifra corresponde a muertos en enfrentamientos con la policía, y el resto a peleas dentro de las cárceles. Un año después de decretar el “estado de excepción”, el gobierno de Nayib Bukele logró reducir el número de homicidios en el país.



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