Directora de obra basada en caso de Joane Florvil: “en las redes somos una sociedad salvaje”


Una obra basada en el caso de la migrante haitina Joane Florvil, fallecida tras un confuso incidente en Lo Prado, es “Alas Negras”.
Dirigida por Claudia Fernández, “es un pretexto para hablar de nosotros como sociedad”, comenta sobre este montaje unipersonal de singular intensidad.
Con la participación de la actriz Constanza Ojeda y la música de Arantza Araya, “Alas Negras” interpela desde una mirada femenina y afilada, a un país que debe aprender a convivir con la creciente migración, como un tema no sólo social, sino que en esencia comunicativo.
La directora Claudia Fernández y la actriz Constanza Ojeda.
La crueldad de las redes
Florvil murió el año 2017, en un mediático episodio. Supuestamente había abandonado a su bebé en un recinto público, y por no poder comunicarse, dejó encargada su pequeña a un guardia. La mujer fue detenida por supuesto abandono e internada en el hospital, donde falleció, sin poder volver a ver a su guagua.
“Ella fue discriminada por ser migrante, negra y mujer. Esos son los temas que me movilizan en la obra”, explica la directora.
Junto a la actriz del montaje, Fernández investigó la contingencia y el modo en que se trató el caso, especialmente en términos de lo mediático.
A la directora le llamó la atención “la crueldad de las redes sociales, donde aparecemos como una sociedad salvaje, más allá de la prensa medianamente seria”.
“Nosotros tomamos opiniones literales de esas redes sociales, y las incorporamos a la obra. Y esos textos nos están definiendo como sociedad. Esa es la manera que tenemos de pensar. Esta obra es un pretexto para hablar de nosotros. El pecado más terrible de Joane fue llegar a un país donde no manejaba el idioma y donde nadie se hizo el tiempo ni tuvo la empatía para escuchar la desesperación de una madre. Hay mucha truculencia entre medio. Se dice que ella se dio de cabezazos, cosa que está en cuestionamiento, por ejemplo”, dice.
Recursos estéticos
Entre los recursos estéticos, Fernández se planteó una escena en que, “a riesgo de hacer spoiler, aparece una actriz hablando un idioma que nadie entiende”.
“Eso ya es un acto no sólo estético, sino que político, es una acción para ponerse en el lugar del otro. El teatro habla del pathos, de la empatía. La primera escena tiene que ver con eso. Pero cuando yo no puedo entender el lenguaje verbal, yo sí puedo entender otro tipo de lenguaje. Y si puedo leer la desesperación de una persona por hacerse entender, la angustia de una madre, la necesidad de ser escuchada”, dice.
“Hay otras lecturas posibles. A veces entenderse tiene que ver con el interlocutor, y acá parece que ahí está la problemática, con nosotros. Ella se está comunicando, está haciendo su mayor esfuerzo, pero si tienes una pared delante, la comunicación no funciona. La obra se sustenta en gran parte en la capacidad del espectador de ir procesando esa información, codificarla, desde una predisposición a comunicarse, a entender. Yo siempre creo que la vía sensorial, la vía emotiva, es la más expedita para llegar al espectador”.
Riesgos
Uno de los riesgos evidentes evidentes de un monólogo como éste es el de trabajar un largo lapso de tiempo escénico con una actriz, lo que requiere un alto nivel de atención de las dos, para no perderse en el lenguaje, y en dejar la puerta abierta para que sucedan cosas, comenta Fernández.
“Además, la obra transcurre en un espacio limitado, pequeño, en el cual el cuerpo es relevante. Cuando hablo de ‘cuerpo’, no me refiero sólo a lo expresivo, lo gestual, sino que a un cuerpo vivo, dilatado, orgánico”.
Fernández cree que, en este caso, el texto es un pretexto.
“Un montaje no es el texto, como un montaje tampoco es el actor. Un montaje como ‘Alas Negras’ tiene que ver con muchos lenguajes que son capaces de dialogar entre sí. Para eso, lo primordial es tener algo vivo, que es el cuerpo del actor, y trabajarlo desde un lenguaje donde el énfasis está en la emoción y en los sucesos que parten desde ese cuerpo”, dice.
“Yo no concibo la emoción como un pensamiento ni como algo intelectual, porque tiene que ver con eso orgánico que mencioné antes, y está sucediendo aquí y ahora. Eso que pareciera obvio es complejo de realizar si sólo te quedas en la técnica, si bien la necesitas para que eso sea perfecto. Esa contradicción a mi me llama profundamente la atención, lograr a la vez precisión en la actriz, pero que a la vez sea libre. Le digo siempre a mis alumnos: hay que ser esclavo de la estructura para ser libre”.
El origen del nombre
Consultada sobre el origen del nombre del montaje, la directora responde que primero escribió un texto “luego me surgió eso como una imagen contradictoria”.
“El color negro tiene per se una connotación negativa, y esto tiene que ver con algo que hace la diferencia. El color si es un tema. Es un tema que habla de la diferencia, sobre todo en un país como Chile, donde no estamos acostumbrados a gente que está migrando, donde todavía parece que el color de piel te define”, dice.
“Estas alas negras tienen que ver con la contradicción del vuelo, pero tener el peso del color de dichas alas. Todo lo contrario a la imagen convencional de una paloma de la paz, lo blanco, lo pulcro”, concluye.
“Alas Negras”
Del 21 al 31 de agosto, 20:30 horas
$ 4.000 general
$ 3.000 estudiantes
Espacio Infinito
Esperanza # 536, Barrio Patrimonial Yungay
Reservas aquí.



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