Un embajador pinochetista en el Vaticano


A mediados de mayo el presidente Sebastián Piñera nombró a varios embajadores en nuevas destinaciones; entre ellos a Octavio Errázuriz Guilisasti, un nombre que ya había sido carta como representante en el extranjero. Por su experiencia en otros países –fue embajador en Ecuador entre 1985 y 1988, en Estados Unidos entre 1989 y 1990, y en China entre 1997 y 2001–­ ya había sido contactado por Piñera, cuando en 2010 lo nombró como embajador ante Naciones Unidas, un cargo que mantuvo hasta 2014.
Octavio Errázuriz, hermano de la ex alcaldesa de Providencia Josefina Errázuriz, tiene un pasado que también lo une a Augusto Pinochet y a algunos de los empresarios reconocidos en esa vereda. Se hizo amigo de Ricardo Claro, cuando en 1976 lo acompañó en un viaje a China, en una misión especial encomendada por el propio Pinochet y durante la dictadura llegó a ser el tercer hombre en la Cancillería.
También amarró lazos con la familia Saieh, al ser durante más de 10 años asesor de la presidencia del Consorcio Periodístico Copesa; además, fue integrante del Consejo de Políticas Públicas de Libertad y Desarrollo.
Su nombre sonó fuerte en 2010 para convertirse en embajador de Brasil; sin embargo, versiones de prensa señalan que se “cayó” justamente por la cercanía que tuvo con la dictadura chilena.
“Un pinochetista hubiese sido un pésimo gesto hacia Lula y es posible que no lo hubieran aceptado, lo que habría sido un bochorno mayor”, dijo entonces a El Mostrador un testigo que conoció el proceso de nombramiento, después que su posibilidad se desechara antes de tocar suelo carioca. Entre los datos que no les gustó a los brasileños estaban la efusividad con que Errázuriz había celebrado la liberación de Pinochet en Londres.
Errázuriz llegó ahora como embajador a la Santa Sede en uno de los momentos más críticos para la iglesia chilena, que vive una profunda transformación digitada, justamente, desde Roma.



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