El papel protagónico que han tomado las armas de fuego a dos días de las elecciones en Brasil


“Brasil es un país desesperado, hay 200 muertos al día, y 65 mil muertes violentas al año, es un estándar de guerra civil y eso tiene indignado al país”. El análisis de Francisco Leturia durante la última edición de La Semana Política de El Mostrador da en clavo respecto a uno de los factores que resultan claves en el balotaje de este domingo en el gigante sudamericano.
A juicio de Leturia, en Brasil hay una “mezcla de indignación y desesperación”. Es que precisamente el tema de la violencia se ha instalado como uno de los ejes de la campaña. De hecho, en una de sus últimas declaraciones antes de la crucial votación, el candidato del Partido de los Trabajadores (PT), Fernando Haddad, insistió en que apoyar a Jair Bolsonaro significa favorecer “el odio y la violencia” en el país. Por su parte, la campaña del PT volvió a criticar la negativa de Bolsonaro de participar en los cuatro debates previstos en televisión y reflotó los videos donde el ex militar promete “fusilar” a los seguidores del PT o “barrerlos de la Patria”.
Apelando al discurso de la no violencia, Haddad intentó quemar los últimos cartuchos ante una diferencia que parece irremontable. Según el último sondeo, difundido la víspera por la firma Datafolha, el progresista ha recortado la diferencia con Bolsonaro, pero aún así el capitán de la reserva del Ejército ganaría el domingo con un 56 % de los votos, frente al 44 % que obtendría su adversario.
El líder de la ultraderecha, en cambio, volvió a ofrecerse como un político “limpio” ante la justicia. “Soy una amenaza para los corruptos”, declaró Bolsonaro en su último espacio de propaganda por televisión, en el que se presentó videos con confesiones sobre prácticas corruptas que algunos líderes del PT prestaron ante la Justicia.
En su última arremetida de propaganda, Bolsonaro no tuvo necesidad de apelar nuevamente al tema de las armas, porque su mensaje ya ha calado en sus seguidores. “Mi vecino no tiene armas. Él apoya el desarme civil. En respeto, no voy a defenderle con mis armas”, dice un irónico afiche en su apoyo.
El candidato ultraconservador ha prometido “armas para todos” y así flexibilizar el estatuto de desarme en vigor. Algunos de sus simpatizantes, en medio de una creciente indignación de los brasileños con la escalada de la violencia y la inseguridad en el país sudamericano, lo valoran. “Si la población va armada, un bandido se lo pensará dos veces a la hora de robar un restaurante lleno de clientes”, argumenta, comenta Nilton Gonçalves, dueño un pequeño negocio de armas en Sao Paulo, entrevistado en la agencia EFE.
En cambio, para la ONG Instituto Sou de Paz, que hace una década impulsó el actual estatuto del desarme, la liberación del porte de armas será una “catástrofe para la seguridad pública”. “No se trata de una cuestión ideológica, de derechas o de izquierda, hay una clara correlación entre la circulación de armas de fuego y el aumento de muertos por armas letales. Es un consenso internacional”, subraya el dirigente de esta organización, Felippe Angeli.
Pero los brasileños están con Bolsonaro, quien en su historial tiene declaraciones como “las armas son inherentes al ser humano” y “así está escrito en la Biblia”. Además, cuenta con el respaldo de la llamada “bancada de la bala”, como se conoce el grupo de parlamentarios favorables a la liberación de las armas en Brasil y que tienen sobre la mesa algunos proyectos en esa línea que podrían concretarse con la llegada del ex paracaidista al palacio de Planalto.



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