La realidad tras los famosos medidores



Para que los clientes se beneficien realmente en el corto plazo de la lectura inteligente de sus consumos, es indispensable que puedan acceder hora a hora a los precios del mercado eléctrico, contratando como “Clientes Libres” el suministro con terceros (distintos de la empresa distribuidora, como ocurre en telefonía con el multicarrier) y en función de ellos adaptar diariamente sus requerimientos. Actualmente cerca del 99% de los usuarios no son Clientes Libres, pues para ello se debe tener una potencia conectada superior a 500 kW (los hogares tienen en general 10 kW o menos). superar esta limitación es indispensable que la autoridad baje progresivamente dicho valor (está facultada en la ley eléctrica), partiendo de inmediato, por ejemplo, con 100 kW. Los precios regulados actuales, con tarifas constantes hora a hora y basados en licitaciones históricas a valores significativamente mayores, no entregan señales de precio que permitan la optimización del consumo por parte de los clientes.
Por lo tanto, en las condiciones vigentes, no tiene mayor relevancia para el 99% de los usuarios disponer de la medición “inteligente “. Sin embargo, sí es un muy buen negocio para las empresas distribuidoras pues: (i) aplica a todos los usuarios representando un gran volumen de equipos, (ii) ellos serán activos de la distribuidora, (iii) así, rentarán -por ley desde el año 1982- a una tasa anual de UF + 10%, lo que excede la realidad actual del mercado (esto no ocurriría si se planteara como un servicio licitado) y, además, (iv) les dará la posibilidad de optimizar las redes controlando el consumo de sus clientes en función de sus propios intereses.
Además del requisito ineludible de ser Clientes Libres, es esencial que el medidor y su gestión sean de libre acceso para el cliente y para terceros (con la autorización del cliente) interesados en venderle electricidad. De otro modo, el único oferente al cliente sería la empresa distribuidora local, que presenta una posición dominante al tratarse de un monopolio natural, posición que se ve incrementada por la decisión del regulador de entregarles innecesariamente el negocio y control de los medidores. Por lo señalado respecto a la posición dominante, es esencial limitar la participación de las empresas distribuidoras en la comercialización de electricidad a Clientes Libres. De hecho, esto evitaría una serie de otros problemas de competencia que se han dado por ese motivo.
Finalmente, un tema más práctico es la “normalización “. En efecto, cuando se termine de instalar los medidores, es seguro que habrá mejoras sustanciales en la tecnología (en costos, acceso a redes 5G, otros protocolos, etc.). Hoy existen diversas opciones y los medidores que ya han instalado las empresas distribuidoras se han matriculado con tecnologías que no son las mejores (no son tan “inteligentes “) y evidentemente quieren que se las reconozcan aun cuando no sean necesarios ni lo conveniente para el cliente.
En definitiva, como vamos, tendremos un muy buen negocio para las empresas distribuidoras, tanto por la rentabilidad excesiva en las condiciones actuales del mercado para un gran volumen de venta de equipos, como porque se encargarán de instalar medidores que sean acordes a sus intereses, esto es, que en definitiva no sean tan inteligentes y que ellos sigan teniendo el monopolio de la información. Junto con ello, un servicio caro e ineficiente al cliente. Se pueden hacer mejor las cosas y hay tiempo para ello.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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