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Evaldas Rimasauskas, de 50 años y originario de Lituania, se declaró culpable la semana pasada de realizar una estafa que a simple vista parece descabellada. Los cobros por servicios no requeridos, ni menos realizados, se dividieron en USD$99 millones para Facebook y USD$23 millones para Alphabet, la empresa detrás de Google.
Evaldas Rimasauskas, de 50 años y originario de Lituania, se declaró culpable la semana pasada de realizar una estafa que a simple vista parece descabellada: envió facturas falsas a las gigantes tecnológicas Google y Facebook por servicios que nunca pidieron, y evidentemente, que nunca se realizaron.Los cobros acumulaban USD$ 122 millones de dólares, USD$99 millones para Facebook y USD$23 millones para Google.Ahora, pese a que suena sencillo, para hacer que las boletas parecieran legítimas tuvo que realizar unos cuantos esfuerzos.El acuerdo al que llegaron las empresas con Rimasauskas involucra que tiene que devolver el dinero sustraido, pero no completamente. Son USD$49,7 millones solamente los que devolverá. El seguimiento de los fondos no ha sido sencillo por la forma en que los diversificó y distribuyó, por lo que tuvo un “leverage” con el que negociar.El hecho, más allá del fraude, se ha convertido en un fenómeno viralizado porque expuso una gran debilidad en la estructura corporativa de ambas empresas, ambas cuestionadas globalmente por el uso de datos y otros conflictos, por lo que además el hecho fue considerado un robo a lo “Robin Hood”, aunque no entregó el dinero, y ahora arriesga hasta 30 años en la cárcel.
