Cómo se vive en Al Hol, campamento en Siria de 70 mil refugiados



Campo de Al Hol, Siria.- Miles de carpas repletas de refugiados se pierden en el horizonte de Al Hol donde niños con diarrea, tiendas de campaña inundadas y madres desnutridas incapaces de amamantar a sus bebés.Se trata del campamento de desplazados de Al Hol en Siria, civiles y familiares de los yihadistas del Estado Islámico (EI) sobreviven en medio de durísimas condiciones de vida.

El campo de Al Hol y las cientos de lonas blancas

El campo de Al Hol conformado por cientos de lonas blancas con el logo de la ONU para los refugiados que viven ahora en tiendas de campaña entre montículos de basura, charcos y grandes cisternas rojas donde los refugiados pueden tomar agua.Entre las tiendas y la lluvia las voces pasan del sirio al iraquí, el francés y el alemán. Se denuncia la carencia de comida y atención médica.
Es una vida trágica. Se carece de todo. Debí pedir prestado dinero para comprar pañales”

Dice Najwa Jolane, quien tiene ya tres años y medio viviendo entre las carpas.

Inicialmente el campo fue concebido para recibir máximo 20.000 personas, según la Unicef, el campamento de Al-Hol situado en la provincia de Hassaké, alberga ya hasta 70.000 desplazados o más.Esta sobrepoblación de refugiados se debe al éxodo masivo en los últimos meses del Estado Islámico en la provincia oriental de Deir Ezzor, que fue arrebata por una alianza árabo-kurda al EI tras el último ataque.

En los hangares del Programa Alimentario Mundial (PAM) llegan filas interminables de mujeres que llevan su niqab negro. Para transportar a los desplazados que vienen por provisiones, aceite, humus en conserva, frijoles, azúcar y té, se usan camionetas que trasladan de un extremo a otro del campamento.
Cuando llovió y nuestra tienda de campaña se inundó fuimos donde los vecinos”

Cuenta Jolane, madre de 20 años, que es originaria de Hajine, localidad de que fue arrebatada al EI en diciembre del año pasado. Pegado a ella se encuentra su niño con los pies desnudos cubiertos de lodo seco y resquebrajado.

Niño sirio ayuda a mujer minusválida

Según las agencias humanitarias, la situación es dramática en Al Hol, donde mujeres y niños representan 70% de la población. Las autoridades kurdas han advertido en varias ocasiones sobre la situación y piden ayuda de manera insistente. “Las condiciones humanitarias son muy críticas”, reconoce un portavoz del PAM en Siria, Marwa Awad, refiriéndose a “casos de desnutrición, deshidratación y diarrea”. 
Su organización distribuye raciones, provisiones y complementos alimentarios, para mujeres y niños. 

Niño sirio. La desnutrición en infantes en esta zona es un caso crítico.

Instalada aquí desde hace un mes, una siria que rechaza dar su nombre se ve molesta:
Tengo una niña de tres años, está enferma desde nuestra llegada. Vomita y tiene una diarrea persistente”. “Llegamos a bordo de vehículos descubiertos. Los niños están enfermos, muchos murieron en el camino”

Desde diciembre, al menos 140 personas, en especial niños, han muerto durante el transporte hacia Al Hol o después de su llegada, según el Comité internacional de rescate (IRC). Aya, de 17 años, está en el campamento desde hace dos semanas. Ya es madre de dos niños, entre ellos un bebé de cinco meses “muy, muy flaco”. Su primer esposo, ex combatiente yihadista, murió. 

“Desde que estoy aquí mi hijo ha adelgazado, antes no estaba así”

Dice la joven originaria de Raqa, excapital de facto del EI en el norte sirio. Desde hace dos años, seguía a los yihadistas que eran expulsados de cada localidad a donde llegaban. Según la ONG Save the Children, cerca de una tercera parte de los niños de menos de cinco años recibidos por sus equipos sufren de desnutrición aguda. 
 
Las familias más afortunadas tienen su propia carpa, los otros cohabitan en grandes hangares cubiertos. 

El comercio persiste en medio del caos

Hay en la actualidad 10.000 personas que viven en amplias carpas comunes que no ofrecen ninguna intimidad”

Reconoce Paul Donohoe del IRC. En el sector de los yihadistas reservado a las extranjeras, están hacinados bajo alta vigilancia más de 9.000 mujeres y niños, que vinieron de Francia, Alemania, o de Bélgica en su mayoría. 

No podemos quedarnos aquí, no tenemos de comer, ni dinero”

Grita Romina Scheer, joven alemana envuelta en su niqab, llegada en diciembre de 2014 a Siria, donde se casó con un compatriota combatiente del EI. Abraza a su bebé de tres meses, Mohamed. “No puedo amamantar porque no como lo suficiente”, se queja esta madre de tres niños, el mayor de los cuales está a su lado:”Todos los días mis niños me preguntan cuando regresarán a casa. Les digo que eso depende de que nuestro país nos vuelva a aceptar”. 

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