De una cita en una noche en París


Desde la noche de París un amigo erudito envió una foto de la página de un libro de Frèdèric Beigbeder. Ya era su madrugada cuando se preguntó qué libro era. Seguramente el erudito tuvo suerte y no habían llegado los tres años. O, quizá ya dormía con la amiga de Georges Moustaki, Ma solitude. Va la cita: “Un romántico apocalipsis. Decir yo te amo es más pornográfico que participar en un Gang bang. El romanticismo está de regreso porque después de haber tratado todo (el marxismo, el comunismo, el fascismo, el capitalismo, el intercambio de parejas en sus múltiples posibilidades, el exhibicionismo, el sadomasoquismo, el estructuralismo), uno cae en cuenta que la perversión más excitante sigue siendo el amor. El amor es más peligroso, doloroso y obsceno que todo el resto, incluso las pinzas de senos. Alguien que dice “yo te amo” toma un riesgo loco: él puede ser ridículo, abandonado o morir de dolor. Un día o el otro, o bien dejará de amar (y se lamentará de haber mentido), o bien le dejaran de amar (y esto será aún peor). El romántico se diferencia del sentimental en que él se complace en la desgracia. El romántico es pesimista y está contento de serlo. Él sabe que las historias de amor acaban mal y espera con deleite ser decepcionado. Él se viste de negro porque está angustiado todo el día. “El amor es una trampa que nosotros nos construimos”: dice Jean-Marie Rouart, en L’invention de l’ámour (Grasset, 1997). El amor es la más estética manera de suicidarse. El regreso del romanticismo es una mala noticia: esto significa que no hemos acabado de morder el polvo…”.En medio de la noche parisina, el amigo erudito contestó. Es el último libro de ensayos de Beigbeder, La frivolité est une affaire sérieuse (La frivolidad es un asunto serio). Ya no contestó el teléfono para preguntarle cuál era la compañera y lo que seguía de la cita. Queda para la imaginación de los amables lectores y del libro por mensajería de internet.DE HIJOS Y EL AMOR IMPOSIBLE 
La descripción va en la línea argumentativa de otro de sus libros citado aquí (Lecturas, 5 marzo 2017): De amor filial y libertad. Frèdèric Beigbeder, en “El amor dura tres años”, da su receta para sentirse mejor: “1) La felicidad no existe; 2) el amor es imposible; 3) nada es grave”. De lo primero, habría que citar a Freud y Nietzsche, de lo tercero, basta leer el rótulo de una ambulancia, “urgencias”, lo que te puede quitar del camino de la muerte. De lo segundo, quizá el mejor ejemplo sea el amor filial. Los padres dan todo por sus hijos, incluso la vida misma. Los más desalmados criminales, algunas veces, son atrapados por volver a ver a sus hijos… Pero, que sí vale, una vez que crecen, los hijos dejan de lado a sus padres, porque así debe ser. Nadie puede seguir sosteniendo e insistiendo en el uso de los adverbios posesivos “mía”, mío”, “mi”, cuando se refiere a un hijo, sin importar el sexo. El alcanzará la posibilidad de irse a experimentar su libertad o iniciar su camino…Hay que resaltar, subrayar e insistir, después de los 18 años, aunque siga estudiando, si las condiciones económicas lo permiten, cada hijo DEBE dejar de lado a sus padres. No son apéndices, no son partes, no son “de”. El mismo estado libera a los padres de la obligación de mantenerlos. Conservar el significado, acción y uso en la vida cotidiana de eso adverbios posesivos con un hijo, es un signo de control y autoritarismo. Hace, a un ciudadano, un ente dependiente moral y socialmente. Los padres con posibilidades de apoyar estudios y viajes, deberían hacerlo. Lo inadmisible es intercambiar esos estímulos por coacción de su libertad. No debe ser negociable cambiar comportamiento sexual, moral, social o político por mercancías, satisfactores o dinero.La sociedad mexicana tiene fuertes componentes parroquiales y de súbdito, conviviendo con participativos, en la orientación de la cultura política predominante en nuestro país. Y una constatación, fácilmente observable, está en la relación de hijos y padres después de la adolescencia. La libertad es uno de los derechos humanos fundamentales. Sin libertad no hay nada que nos separe de los animales. Limitarla entre padres e hijos es regresar a la animalidad que se dejó atrás con la razón. Ese amor filial que persiste durante toda nuestra vida, se vuelve imposible por la libertad de los hijos. Al ser libres construyen su propio camino, obra, y, familia…El mantener en el cerco a los hijos los vuelve parte de la parroquia paterna, y, en el mejor de los casos, en súbditos de su tutela.En la observancia constitucional de su libertad está la imposibilidad del amor filial. La libertad les lleva a construir su propia vida y elecciones…Ellos, harán lo que su libertad les mande. En un alto en su camino, quizá, sólo quizá, algunos hijos voltean y ven con un sentimiento filial, de cariño, añoranza, ternura, amor, a los padres, pero es su deber no detener su camino. El hacerlo es ir contra su propio “ser”, por lo que sus padres han dado todo lo posible, y, en algunos casos, hasta arriesgado salud y vida”.PÁRRAFOS: DE EDUCACIÓN Y NIÑOS 
El Estado garantiza la educación para todos los mexicanos, desde el inicio de su vida hasta la superior. Esa función es la que debe fomentar e internalizar la libertad en todos los mexicanos. Sólo así seremos un mejor y más igualitario país. Esa tarea, es la de todos. Algunos en el aula y también en la administración de lo público que se encarga de esa función. Los niños deben ser los primeros en el esfuerzo educativo del Estado, para que ellos logren ser ciudadanos libres.lecturas_eldebate@yahoo.com



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