Violencia en la educación – El Mostrador


Señor Director: 
No podemos pretender abordar el fenómeno de la violencia en la educación desde una perspectiva tan bizantina como la expuesta recientemente por el señor Rafael Rosell en vuestro diario. En este sentido, no se trata de negar la injustificable golpiza que pueda haber sufrido un estudiante de parte de sus compañeros, sino de iluminar algo más que la supuesta culpabilidad de los responsables de instituciones educativas frente a sus “irracionales” y “vesánicos” estudiantes. Por su parte, en este nivel tan superficial de la violencia, permítame recordarle al señor Rosell que no sólo estos malvados estudiantes sufren abusos de parte de carabineros, sino que también el 99% de inocentes y tiernos jóvenes sin voz que no terminan de entender qué está pasando. Basta con darse una vuelta por el Instituto Nacional, el Liceo 1 o el Pedagógico, para ver cuántos estudiantes han sido vejados o golpeados por nuestra policía. Podríamos seguir la línea argumentativa del susodicho señor y preguntarnos por las autoridades políticas y policiales que han permitido que el abuso de carabineros se torne pan de cada día en las escuelas, liceos y universidades.
El señor Rosell señala que la protesta sería irracional, pues poseería petitorios que escaparían de lo educativo en sus demandas. Acerca de esto, la historia de Chile está plagada de momentos en que un sector de la sociedad solidariza con otro, no hay que leer grandes tratados históricos para hallarlos ni pensar que una acción política que refiere a un otro es necesariamente irracional. La solidaridad no es sinónimo de irracionalidad. Para el caso que menciona el señor Rosell, estudiantes manifestándose en contra del TPP 11, recordemos que los estudiantes son también ciudadanos y por tanto sujetos que pueden ejercer su soberanía, deliberar sobre el rumbo de sus vidas, su país.
Entrando en materia, presentar como inconexas la protesta estudiantil de 2006, 2011 y la actual me parece un error, pues estamos en presencia de un mismo modelo educativo que ha sido alterado mínimamente en los últimos años. Así, no es raro comprender que frente a condiciones educativas similares la reacción de los estudiantes sea el descontento manifestado en forma de protesta o movimiento social. El modelo educativo actual, al responder al principio del mercado, el principio de la ganancia, violenta la integridad de los estudiantes al tornarlos consumidores antes que sujetos de derecho, reproduciendo así, a través de la producción y el consumo de la educación, las condiciones y manifestaciones de las relaciones de explotación y dominación en la sociedad. No podemos pretender creer que esta situación de violencia estructural sería aceptada ad infinitum por quienes la sufren ni suponer que una reacción a ella es una “necesidad de expresarse emocionalmente”, como señalaba el señor Rosell, es más bien un intento de resistencia y ofensiva frente a estas condiciones.
La actual situación de auge en la violencia política da cuenta de un desgaste de los canales de expresión institucional de los estudiantes, apareciendo la violencia como única forma legítima y viable de hacer política para un reducido sector. Mientras los partidos, el gobierno, el municipio y las autoridades de las escuelas, liceos y universidades no tengan la decencia de escuchar a quienes se supone representan, comprendan que los estudiantes no responderán con flores a las bombas lacrimógenas, y avancen hacia la transformación del sistema educativo, el panorama seguirá empeorando. ¿Quiénes son las reales víctimas de la violencia en la educación? Los estudiantes.
Vicente Maltrain Silva



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