La sequía, el Silala y las aguas compartidas



La escasez de agua es una amenaza real que el país debe enfrentar. Desde las necesidades básicas de una persona para sobrevivir, hasta las condiciones indispensables para la agricultura y algunas industrias. El cambio climático está agravando esta situación.
El uso del agua no es solo un tema técnico, ni sólo jurídico. Es un tema vital. Tampoco es una exclusividad de Chile, la escasez de agua amenaza a vastas regiones del planeta. En alguna literatura se empieza a hablar de migrantes climáticos. En suma, es un tema que debemos abordar cualquiera sea nuestra contingencia, porque la escasez de agua será parte de nuestro futuro planetario, y de algunas regiones en particular.
El norte de Chile es una de esas zonas. A el se puede agregar una parte importante de la zona central. Se hace necesario abordar el tema con visión de Estado, a largo plazo e independiente de intereses particulares.
La demanda sobre el Silala revela en una pequeña medida esta problemática. Pero es un botón de algo más amplio: las aguas compartidas que tenemos todos los países, Chile y sus vecinos incluidos. Nosotros no hemos dicho nunca que el Silala es nuestro, solo pedimos se reconozca su carácter de rio internacional, y por tanto, del derecho que nos asiste a compartir sus aguas de una manera justa y equitativa.
Chile tiene varios casos similares en la frontera norte, precisamente donde la escasez del agua es más evidente. Uno de ellos es el Uchusuma, que a la fecha, del lado chileno solo queda un canal seco. Asimismo, Chile y Perú compartimos la llamada Laguna Blanca y en especial, el acuífero Concordia, situado en el subsuelo de la línea fronteriza y que almacenan recursos hídricos compartidos, pero una explotación expansiva de pozos del lado peruano está afectando a esas aguas subterráneas, sus autoridades aducen que se trataría de pozos ilegales, producto de la política de incremento demográfico que se ha promovido en Tacna. Todo esto ocurre en la vecindad de la región de Arica Parinacota. Zona donde históricamente su población padece de la sequía. Conozco a una familia ariqueña que a mediados del siglo pasado sobrevivía con un barril de 80 litros a la semana. Como ella, muchas.
Por cierto, defender nuestros derechos a las aguas compartidas es una parte de nuestro quehacer estatal. Otra puede ser aprovechar el litoral que tenemos e instalar plantas desalinizadoras. Recientemente un jefe de tribu en el Sahara me confesaba que durante la administración española (hasta 1975) su cuota era de 5 litros a la semana. Hoy, la región cuenta con modernas plantas desalinizadoras que las abastecen como corresponde. La sequía es una realidad hoy y mañana puede ser una amenaza mayor. Racionalizar el uso del agua, concordar el mejor trato mutuamente compartido con nuestros vecinos, y explorar nuevas soluciones tecnológicas es tarea de todos.
Asimismo, el tema del agua apela a un recurso básico para la vida, por ello su adecuado manejo es parte de las definiciones que la ciudadanía debe asumir en materia constitucional. Tema indisolublemente ligado a otro desafío mayor: el compromiso de Chile en la batalla global por la preservación y sustentabilidad de nuestro planeta.



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