Andrés Manuel, lejos de hacer historia



Ya van para dos años de la posesión de Andrés Manuel como presidente, con ello la ilusión de que representaría un cambio en la vida, no solo política, sino la historia del país, poco a poco se termina. Ya son muchísimos los testimonios de ciudadanos arrepentidos de votar por el presidente. Seguramente todos conocemos a más de uno.A ellos, agréguele quienes no se han decidido a hacer pública su frustración o reconocer que fue un error votar por López Obrador.Las líneas de está columna las escribo despojado de sentimientos partidistas. Trato de hacer un análisis sociopolítico de lo que prometió Andrés Manuel, comparado con lo que está sucediendo en la actualidad.Y en esa medida no coinciden absolutamente ninguna de sus promesas, salvo los proyectos como el Tren Maya y Dos Bocas, que seguramente detrás tienen intereses económicos de los cuales nuestro presidente no se puede deshacer tan fácilmente; es más, del nuevo aeropuerto ya ni se habla, tampoco del error de cancelar el que ya estaba en construcción. En esa tesitura aeronáutica nos quedamos como la analogía del perrito de las dos tortas, sin ninguno de los dos aeropuertos.Prueba fehaciente de las malas decisiones que ha tenido nuestro presidente en su Administración, y que son estas las que lo están llevando al descontento, incluso de quienes años pasados lo acompañaron en sus manifestaciones y, por supuesto, las urnas.Para garantizar un paso en la historia, como muchos personajes en el mundo, se necesita mucha estatura política, no solo cambiar de hombre en el puesto, como cada seis años, sino de marcar realmente un cambio en la nación, ideas que trasciendan, acciones que transformen.Si para quienes simpatizan con López Obrador fue una hazaña ganarle al PRI en las elecciones presidenciales, la elección del año 2000, entonces, fuera la que mayor se llevaría los palmares, es decir, incluso Vicente Fox está por encima históricamente de López Obrador, pues ha sido el único en, después de casi 80 años, derrotar al PRI.Ganar una elección no te posiciona a la altura de Juárez, Porfirio Díaz o Francisco Villa.Lastimosamente, lo que estamos viviendo es más de lo mismo. Andrés Manuel no ha podido cristalizar su sueño de la cuarta transformación. Los más de 20 años en campana no le alcanzaron para planear bien una gestión de seis años.Casos de nepotismo, corrupción, enriquecimiento ilícito, cohecho, malversación de recursos públicos, tráfico de influencias y abuso de autoridad continúan siendo parte de México.Por supuesto, aún quedan años para que “la esperanza de México” tome el curso que prometía. Pero, es casi imposible que con Bartlett y otros funcionarios envueltos en escándalos podamos tener resultados distintos, muy a pesar de que AMLO dijera en sus primeras declaraciones como presidente electo que “nadie que haya trabajado en dependencias de Gobierno y haya participado en actos de corrupción trabajara en nuestro Gobierno”.Una contradicción más, de costumbre.Con todo esto, no quiero decir que en este sexenio tenemos que satanizar cada movimiento gubernamental, pero sí es prudente que dejemos de idealizar a una gestión que está muy lejos de ser una “cuarta transformación” en el país.Este sexenio será uno más con sus errores y aciertos, pero jamás llegará a ser uno revolucionario de lo que hablen las generaciones. Los libros de historia y Wikipedia documentarán a Andrés Manuel López Obrador como el presidente del 2018, sucesor de Enrique Peña Nieto y predecesor de otro. Que esperemos que no sea él, reelecto nuevamente.La democracia es, hasta ahorita, el sistema más legítimo para poner personas en puestos de elección popular; sin embargo, esta no es exacta ni perfecta, el error humano del voto siempre va a prevalecer y errar al momento de decidir, es una condición estrictamente humana.Por ello, cada seis años tenemos la oportunidad de rectificar y de cambiar de elección o sostener la que elegimos en un momento. Por el bien de México, esperemos siga siendo de la misma manera.La historia política la construimos los ciudadanos. Solo nosotros tenemos el derecho de colocar a los políticos en el lugar que les corresponde. Si Andrés Manuel quiere asegurar un lugar entre los grandes de México, que lo demuestre con hechos, que legitime su Gobierno con acciones y que sea lo que prometió, pues la historia política también cuenta con un basurero, y no creo que desee terminar en ese lugar.



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