Save a life, hug a tree




Hace unos días me tocó pasar el día en el jardín botánico de Culiacán. A decir verdad me quedé con la boca abierta de lo padrísimo que está y de la cantidad de cosas que tiene. Hay obras de arte de altísimo calibre como uno de James Turrell, hay una colección extensa y variada de plantas (obvio) y hay secciones muy interesantes como un área designada específicamente al bambú. Es toda una experiencia sensorial donde huele casi que a perfume y el sonido de los animales da demasiada paz.Me di cuenta también de cómo las personas disfrutaban hacer ejercicio alrededor de la naturaleza y había una que otra novia tomándose fotos.
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Había escuchado alguna vez de una forma de terapia a la que le dicen “grounding” o “earthing” que dice que la energía de la tierra y la naturaleza puede llegar a tener un efecto positivo en nuestro cuerpo y ayudarnos a reducir el estrés. En mi caso, no se sorprendan si me ven en estos días descalza abrazando arboles (I mean… finales).Con esto, me puse a pensar en cómo la naturaleza nos da tanto y cómo a nosotros se nos resbala de vez en cuando cuidarla como nos cuidaríamos a nosotros mismos. Por ejemplo, el bambú tiene una cualidad muy peculiar; una vez que crecen, si los rayas o maltratas, no son como la piel de nosotros que se regenera, si no se queda el rayón para toda la vida de la planta. Así que aunque entiendo que “Pedro está muy enamorado, puede que no esté con María para siempre”, y el pobre bambú lo tendrá tatuado por mucho más tiempo.Aunque esto de reciclar está de moda y ahora hay muchísimas opciones más para cuidar al medio ambiente, todavía nos queda un largo camino por recorrer. Hay que regresarle al planeta un poco de todas las cosas buenas que nos brinda. Así que save a life, hug a tree.
Ana en Rose.



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