Antes de la sesión de Cabildo del día de ayer, el ingenio azucarero de Los Mochis ya era parte de los ahomenses. Generaciones de ciudadanos crecieron con las humaredas de las chimeneas que se asomaban a través de la barda de la fábrica, con los olores al procesamiento para la obtención del azúcar y con el cíclico movimiento de batangas y vagones para acercar la caña a la compañía, sin mencionar lo más valioso con lo que esta contaba: cientos de obreros que hacían trabajar la empresa que daba identidad a la región y sobre la cual se sentaron las bases para la creación de la moderna ciudad de Los Mochis.Esas son solo algunas de las razones por las que la opinión pública se pronunció en contra de una posible venta de los terrenos del ingenio, que fueron entregados al Ayuntamiento de Ahome para liquidar adeudos que tenía la compañía azucarera por concepto de predial.
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Y es que el alcalde Manuel Guillermo Chapman Moreno no descartó su venta para, dijo, enfrentar carencias económicas del municipio.Pero pesó más la razón que el interés, cualquiera que fuera este. Las voces de colectivos y ciudadanos en solitario se hicieron presentes y fueron escuchadas para que el Cabildo declarara patrimonio histórico y artístico el terreno del ingenio azucarero. Ya no existe la fábrica de caña, pero el edificio y los terrenos son y serán por siempre de los ahomenses.
