Qué ganan y pierden el gobierno y la oposición de Venezuela con las elecciones parlamentarias de este domingo




Pero a la espera de qué suceda cuando Joe Biden asuma el 20 de enero como presidente de Estados Unidos en lugar del beligerante Donald Trump, el chavismo no va a lograr en las elecciones la legitimidad internacional necesaria para buscar estabilidad e ingresos.
“A Maduro le va a ocurrir exactamente lo que ocurrió el 20 de mayo de 2018 (fecha de las presidenciales): no lo van a reconocer ni tendrá legitimidad ese Parlamento”, afirma Guaidó, que llama a no votar este domingo.

El chavismo, por lo tanto, reforzará su poder político, pero seguirá gobernando con muchas dificultades mientras no haya cambios que amplíen la democracia en el país.

“Van a ser dueños y señores del país, pero de un país destruido”, dice a BBC Mundo el opositor Stalin González, que está a punto de dejar de ser diputado de la Asamblea.

“Las elecciones le sirven a lo interno, pero no al país”, agrega.

Los comicios permitirán también definir cuotas de poder dentro del oficialismo, cuyas disensiones son más discretas que las de la oposición.

Dos hombres fuertes como Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez se presentan a diputado y es posible que entre ellos se dirima la presidencia del Parlamento.

Como en 2005, la oposición mayoritaria apuesta por la abstención y no participa en las legislativas, lo que le dará todo el poder al chavismo.

En aquel entonces, un Parlamento sin contrapesos promulgó leyes que consolidaron las políticas socialistas de Hugo Chávez, al que le dio también el control de poderes públicos como el Tribunal Supremo y el Consejo Nacional Electoral.
Cuando el 5 de enero de 2021 se instale la nueva Asamblea, Guaidó dejará de ser líder del Parlamento, puesto que le permitió proclamarse presidente interino.

El supuesto fraude de Chávez en el revocatorio de 2004 dio paso a una estrategia de abstención que luego fue abandonada para las presidenciales de 2006, también ganadas por Chávez.

“La oposición se dio cuenta de aquel error”, recuerda González.

En 2007, la oposición obtuvo un gran triunfo al tumbar el intento de reforma constitucional de Chávez. En las legislativas de 2010, la oposición logró más votos pero menos diputados que el chavismo; y en las presidenciales de 2012 y 2013, Henrique Capriles presentó batalla ante Chávez y sobre todo a Maduro, quien ganó por un muy estrecho margen.

Luego llegó el éxito de 2015, cuando lograron mayoría en la Asamblea Nacional.

Pero ahora la oposición mayoritaria denuncia la falta de condiciones justas y por ello se mantiene lejos de las urnas desde 2018.

Capriles y González lideraron, sin embargo, un intento por lograr condiciones justas para participar en estas legislativas con ayuda de la Unión Europea.

Al final, el gobierno, que quería que la presencia de Capriles diera más legitimidad a los comicios e incluso liberó a decenas de presos, declinó aplazarlas. La UE entonces rechazó ser observador y el excandidato presidencial se retiró.

Pero a partir del lunes Capriles puede dar continuidad a esa estrategia de buscar espacios y desafiar así a Guaidó, que la próxima semana promueve una consulta popular que le refuerce en el plan de la llamada “continuidad administrativa” de la AN, cuyo mandato expira el 5 de enero.

“Ahora a Guaidó le toca su despedida del escenario político internacional”, le lanzó este jueves Maduro.

De nuevo la oposición volverá a enfrentar distintas estrategias una vez que el desafío de Guaidó no concretó el objetivo de “cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres”.

El liderazgo y la unidad volverán a estar en entredicho. Por un lado estará Capriles, por otro Guaidó y hasta el mediático Leopoldo López, ahora en España. Sin olvidar el ala más radical ni a la oposición que esté en el Parlamento, que también reclamará voz.
Las elecciones de este domingo, como las presidenciales de 2018, no son reconocidas por EE.UU. ni la Unión Europea porque aseguran que no se dan condiciones justas.

Pero todo esto no significa que la oposición pierda todo su poder. Sobre todo porque el gobierno puede necesitar ceder espacios y negociar para lograr oxígeno financiero.

“La situación económica ahora y en 2005 no es la misma”, compara el aun diputado Stalin González.

Guaidó y Capriles, entre otros, pueden buscar ciertos alivios económicos con la comunidad internacional a cambio de condiciones democráticas y de un cronograma electoral que permita medirse a ambas partes en condiciones de mayor igualdad en un futuro próximo.

La Constitución prevé, por ejemplo, un referendo revocatorio al presidente a mitad de mandato. En este caso sería en 2022.

El reto opositor volverá a ser conectar con su gente, decepcionada tras la ilusión que supuso la irrupción de Guaidó como presidente de un Parlamento que con las elecciones de este domingo cambian de color, algo que por sí mismo difícilmente alterará el bloqueo político del país.



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