Ezequiel Adamovsky: “Hay una porción muy importante de la población que ha hecho propio el mito de la Argentina blanca y europea”




Esto se refleja de muchísimas maneras en muchas formas de violencia, por ejemplo, estatal que caen con especial énfasis en la gente más pobre, que también es la gente de tez más oscura, y que cae sobre los pueblos originarios que existen en el país.
Se refleja también en un acceso diferencial a las mejores oportunidades laborales en el mercado de trabajo. Hay un patrón sistemático que se reproduce año tras año por el cual a la gente de tez morena, de rasgos indígenas, rasgos mestizos o de rasgos afro les va peor. Viven en las zonas más desvalorizadas, tienen los peores trabajos y luego una falta de reconocimiento junto con eso, de los patrones culturales que son parte del pueblo argentino y que no están reconocidos como tales, que tienen que ver con la herencia indígena con la herencia afrodescendiente.

Usted ha dicho que por causa de esta noción de la Argentina blanca, de alguna manera, los que no eran tan blancos tuvieron que estar disimulando por décadas o estar aparentando que sí lo eran. ¿Podría ahondar en esta idea?

La visión de la Argentina blanca europea, como no se corresponde con la realidad demográfica del país, implicó que las personas cuyos aspectos físicos o cuyas memorias étnicas no se correspondían con esa idea tuviesen que disimular todo lo posible, tanto esas memorias étnicas como su aspecto físico. Eso se plasma, por ejemplo, en algo bien conocido que es que hubo toda una generación de personas de algunos de los pueblos originarios que evitaron enseñar su lengua a sus hijos y recién son los nietos los que están recuperando esas lenguas, en muchos casos, esas pautas culturales.

Y lo mismo en lo que tiene que ver con la presencia pública, la gente de tez morena, o de rasgos más mestizados necesitan pasar inadvertidos en determinados circuitos, en determinados espacios, como si no se sintieran con derecho a habitar, o a ocupar esos espacios, lo mismo que una persona de tez más clara.

Usted ha dicho que “el mito de la Argentina blanca y europea nos habita a todos”. ¿Cómo se explica que esta idea haya perdurado tanto tiempo?

Perdura mucho tiempo para empezar porque hay una porción muy importante de la población que ha hecho este mito propio. Se basa también este mito en un aspecto de la realidad demográfica de este país que es que efectivamente el país que más inmigración europea recibió por comparación con la población que ya tenía. Es decir, la cantidad de personas de origen exclusivamente europeo es bastante más grande que en otros sitios y esa gente, por supuesto, tiene más incentivos para creer en ese mito.

Y luego es un mito que fue y es difundido con mucha intensidad desde los medios de comunicación, que fue difundido por las élites intelectuales de este país y durante muchos años también por el sistema escolar.

Recién en los últimos pocos años comenzó la escuela a aportar visiones de otro tipo acerca de qué es lo argentino. De modo tal que es un mito que se volvió enormemente poderoso y que tiene algunos aspectos políticos. También ese mito sirvió para descalificar movimientos políticos de raigambre más popular o con mayor conexión con las clases populares como el peronismo, al que se lo buscó desacreditar por ser una cosa “de negros”, una cosa de “cabecitas negras”, una cosa de personas “insuficientemente civilizadas”, de modo tal que también ese mito refuerza las identidades políticas de muchas personas.

Precisamente por eso, ¿no sorprende mayormente que sea precisamente un presidente peronista el que venga a sacar este argumento?

Sí, efectivamente es sorpresivo porque el peronismo fue canal muchas veces de una crítica a esta idea de la Argentina blanca y europea, y además es sorpresivo porque, al mismo tiempo que el presidente dijo esta frase totalmente inaceptable, este Gobierno también viene implementando una serie de políticas anti acistas muy novedosas y que son inéditas en la trayectoria del Estado argentino.

Yo no tengo una explicación de por qué pudo haber dicho esto el presidente. Evidentemente, en algún lugar de su cabeza estaba esta idea. Pero, bueno, es una ideología. Como todas las ideologías, permean la conciencia en mayor o menor medida de todas las personas. como todas las ideologías que adquieren ese lugar dominante que tiene la ideología de la blanquitud en nuestro país.

Usted ha dicho que desde la crisis de inicios de este siglo, la percepción de la Argentina blanca había empezado a cambiar, ¿cuánto se ha avanzado hasta ahora y cuáles son sus expectativas de cara al futuro?

Me parece que se ha avanzado enormemente en el sentido de que a partir de la crisis de 2001 comenzó a ser un tema, el del racismo estructural argentino, que se debate públicamente. Antes no era no era un tema de discusión pública, ya eso sólo implica un avance muy importante.

Además han surgido también en los últimos años toda una serie de movimientos sociales y organizaciones, algunas de las cuales están exclusivamente o principalmente dedicadas a combatir el racismo como Identidad Marrón; organizaciones de afrodescendientes, organizaciones de pueblos originarios y además muchos otros movimientos sociales.

El movimiento feminista ha sido muy activo en esto de cuestionar, criticar y visibilizar el racismo argentino y, como le decía hace un momento, el Estado argentino en los últimos pocos años viene dando pasos en el sentido de convertir esto en parte de la agenda política pública y motivo, digamos, de intervención estatal.

Los avances han sido muchos en el último tiempo. Por supuesto, esto va a dar lugar a conflictos y a choque entre visiones antagónicas porque mucha gente en este país se resiste a abandonar sus privilegios, los privilegiados que vienen de ser percibido como una persona blanca y europea.



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