¿A quién le importan los niños?



Diariamente nos enfrentamos a un sinfín de titulares y noticias. Algunos tienen más repercusión, otros pasan inadvertidos. Aquí una muestra: 4.7% de colegios abiertos ha suspendido clases en 2021 por casos confirmados, probables o contacto estrechos de Covid-19, en La Tercera; Los niños dañados de la pandemia, en La Tercera; El anuncio de Fase 1 a todas las comunas de la RM; y Colegio de Profesores discrepa de propuesta del Colmed de volver a clases en fase 1: ‘No nos parece ser los primeros en abrir’, en Emol. Todos estos titulares han llamado profundamente mi atención, no sé si es porque el algoritmo de las redes sociales no me permite ver su repercusión o porque sencillamente no han sido tan relevantes para la escena pública.
El 9 de junio se explicitó que menos del 5% de los colegios que han funcionado con clases presenciales ha tenido que cerrar por brotes de Covid-19. La semana pasada se anunció el cierre total de la Región Metropolitana y este sábado se publicó un reportaje en La Tercera sobre lo afectados que se encuentran los niños, niñas y adolescentes y las graves repercusiones que el aislamiento producido por la pandemia y el cierre de escuelas, ha tenido para su salud mental. “El Covid les cambió el mundo a los niños. Les quitó sus rutinas, la interacción con sus pares y la certeza de que sus padres siempre podrían protegerlos”, señala la bajada del artículo.
Los padres llevamos más de un año frente a los niños diciendo que no tenemos tiempo para ellos porque, aunque estamos en la casa, debemos trabajar. Diciéndoles que la pantalla, la televisión que antes les hacía mal, ahora es una herramienta de vida. Restregando que frente al dinero, muchas veces, ellos son menos importantes porque es más necesario comer que atenderlos. Lamentablemente, niños, niñas y adolescentes ya no tienen una vida. Se eliminaron sus rutinas, distracciones, amigos, entretenciones y todo lo que le habíamos enseñado como sistema. Mucho menos tienen las herramientas necesarias para comprender lo que está pasando. Nosotros tampoco, pero somos adultos, tenemos o deberíamos tener herramientas para enfrentar la vida, ellos, simplemente, no.
La salud mental en Chile es una vergüenza tanto públicamente como a nivel privado. Las Isapres ponen tope en las prestaciones a las 10 sesiones, o un poco más dependiendo del plan. Los psiquiatras, en general, solo medican y no necesariamente hacen terapia y, tristemente, no todos quienes consumen medicamentos van al psicólogo. Menos aún los niños.
El Colegio de Profesores nuevamente les dice a estos miles de niños, niñas y adolescentes que no son relevantes frente a los adultos. Que la seguridad del adulto, ya vacunado –no olvidar que estuvieron en la línea de prioridades–, sigue siendo más importante que el regreso a sus vidas. Están desestimando las medidas del Colmed que ha sido tan vanagloriado el último año. Y demuestran que no están preocupados por la vida de niños y niñas que han visto su salud mental tan deteriorada que, incluso, han dicho “‘yo no sé para qué vivo”. ¿Qué sociedad estamos construyendo? En el mundo político siguen preocupados de dichos de otros políticos, entonces, ¿quién vela por nuestros niños, niñas y adolescentes? ¿Quién se preocupa de su bienestar? Los padres, considerando que parte de Chile está viviendo de los retiros, no pueden cargar con todo: deudas, problemas laborales, inasistencia al trabajo, internet… La pandemia ha develado la cruda realidad de muchas familias chilenas y pareciera ser que nada ha cambiado para ellas. Ni siquiera logro imaginar lo que puede estar ocurriendo en el Sename si a nivel público estamos frente a esta realidad.
Es tiempo de que los niños vuelvan a la escuela. En fase 1, 2, 3, 4 y 5. Que no sigan encerrados en sus casas, que puedan ir al parque. Que puedan vivir. Está en duda, aún, si son un vector fuerte de contagio o no, pero de todas maneras esto sería solamente para los padres y madres, quienes tendrán la libertad de enviarlos a la escuela, pues los profesores, que siguen defendiéndose a toda costa y trabajando el triple para lograr atenderlos vía Zoom, ya están vacunados. ¿Qué más espera el Colegio de Profesores, para hacer lo que realmente deberían?

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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