“No es no, siempre” y cómo entender la cultura de la violación en México



Micromachismos, cultura de la violación, sextorción, feminicidio y demás formas de violencia cometidas en contra de las mujeres, niñas y adolescentes forman parte de los temas que Alejandra del Castillo y Moisés Castillo presentan en el libro Siempre estuve en riesgo (Editorial Grijalbo, 2021).
A través de diferentes testimonios de mujeres hablan de cómo sucedieron estas violencias y la manera en que han luchado para denunciarlas y sanar.
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Según datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), citados en el libro, muestran que, al menos 15 millones de adolescentes, de entre 15 y 19 años de edad, de todo el mundo, han sido obligadas a mantener relaciones sexuales forzadas en algún momento de su vida. De ellas, 9 millones fueron víctimas de estas prácticas durante 2019.
Siempre estuve en riesgo, resulta de dos libros previos, por un lado Amar a madrazos (Debolsillo, 2014) y Los Nadie (Grijalbo, 2013), ambos escritos por Ale del Castillo y Moisés Castillo, en los que narran, a partir de testimonios y datos, las violencias de las que las mujeres han sido víctimas, como sucede con Aída quien fue violentada por Edgar, un hombre a quien consideraba su amigo y él hizo “lo que tenía que hacer” al verla inconsciente para violarla.
A decir de la autora, hace 10 años no se hablaba de las diferentes formas en que una persona era agredida, por ello, considera una innovación el que hace una década pusieran sobre la mesa los diferentes tipos de violencia en voz de las y los jóvenes que han sido víctimas de ellas, en sus dos libros previos.

Hoy día, con la fuerza que ha tomado el movimiento feminista en el mundo, México no se ha quedado atrás, razón por la que Ale del Castillo y Moisés Castillo presentan el libro, en esta ocasión con las voces de mujeres que hablan de las violencias a las que han estado sujetas y, al mismo tiempo, las acciones que han emprendido en contra de sus agresores. 

Por ello, Del Castillo cuenta a Animal Político que Siempre estuve en riesgo, además de abrir el diálogo a estas violencias de las que mujeres y niñas han sido víctimas también buscan que el libro sea una herramienta de prevención y denuncia para quiénes han sido violentadas.
Con datos y cifras de la gravedad en que se han presentado estas agresiones, en México y el mundo, es que ambos autores hablan de la violencia obstétrica, la cultura de la violación, el acoso, el sexting, entre otros, con historias que eviten revictimizar a las mujeres.
“Una mujer que te quiere contar, es una mujer que tiene nombre, que le han sucedido cosas que no están bien, pero toman esta opción de compartir con otras mujeres y decir: ‘esto me pasó’. Entonces, pensemos, hablemos, dialoguemos, pongámoslo sobre la mesa, hagamos conversación. Eso es muy importante”, cuenta Ale del Castillo en entrevista para Animal Político.
“Yo he estado ahí”
Si entre mujeres acostumbran a contarle a otras mujeres cercanas a su círculo social alguna experiencia que las tenga desconcentradas, es inevitable que en ese momento de socialización con otra, la respuesta sea: “yo he estado ahí”.
Ale del Castillo explica que es difícil prevenir la violencia contra las mujeres pero, de alguna manera, una o une puede reconocer diferentes violencias para decir “está pasando esto y puedo hacer algo al respecto”, señala.
“Por eso vamos de lo más básico como lo es el acoso, que ya no solo es en la calle sino también en casa, en el trabajo y en la escuela” agrega.
En el capítulo “La cultura de la violación”, los autores presentan cuatro historias de violencia sexual en la que las víctimas se preguntan hasta qué punto una agresión sexual llega a perpetrarse como una violación, qué elementos existieron para nombrarlo y las consecuencias físicas, emocionales y psicológicas que esto conlleva.
La autora considera que, de alguna manera, las mujeres “hemos sido violentadas sexualmente de muchas formas”. Durante este proceso, las víctimas llegan a experimentar culpa hasta asumir que fueron responsables de esa violencia.
“La violencia está tan normalizada y naturalizada que hablar del consentimiento es súper importante”, añade.
De acuerdo con la sección de datos para este tema, en el libro Siempre estuve en riesgo, la violencia sexual abarca actos que van desde el acoso verbal hasta la penetración forzada y una variedad de tipos de coacción.
Este es un tema donde “no es no”; siempre y cuando una mujer pueda y quiera detenerse en cualquier momento y en cualquier situación. “Tú no tienes por qué violentarla”, asegura la autora.
Del Castillo explica que incluir a niñas y niños en estos procesos de deconstrucción del machismo se pueden hacer desde pequeños, de esta manera se le enseña a los hombres que ellos también son parte de la solución.
“Tienes que trabajar con los hombres desde que son pequeños para enseñarles a respetar y trabajar en espacios donde no consideren a las mujeres como menores o sujetas a estos espacio de servicio y de cuidado hacia ellos”, añade.
Finalmente, a lo largo de las historias que se concentran en el libro es claro que la lucha feminista por los derechos de la mujer no paran cuando el objetivo es que mujeres y niñas se vislumbren como seres sociales activos y libres para desarrollarse y, de alguna manera, ser felices lejos de una sociedad patriarcal y falocéntrica donde a los hombres les cuesta mucho trabajo renunciar a sus derechos.
“La mujer sigue luchando pero no avanza si el hombre no renuncia a sus privilegios y no cede a este tipo de situaciones, donde la visión que se tiene del hombre y la visión que se tiene de una mujer es desproporcionada”, explica la autora.
Siempre estuve en riesgo de Editorial Grijalbo ya se encuentra en librerías.
 
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