Meta y Las rosas de Heliogábalo



La vida es un rompecabezas que nunca terminamos de armar. Siempre puede faltar algo, un detalle, una mirada, aquello que debimos haber dicho. Pero el hubiera, no existe. Por ello me son de gran valor ciertos momentos en que recibo piezas para ese rompecabezas, que también es mi vida.Hace unos días tuve el regalo de ir a comer con un amigo de mi padre, a quien apenas conocí y quien en estos días acaba de cumplir un lejano año más de fallecido. Conocer más de esa persona de quien viene la mitad de lo que soy, es más que un privilegio; oír sobre su mundo, sus andanzas en esta vida, todo ello me permite completarlo un poco más, y al hacerlo completarme a mí, en mi idea de la existencia. La vorágine de esa tarde en que se me proyectaron sobre la mente cúmulos de imágenes de un todo que no viví y no completaré jamás, me trajo a la mente misma ideas de ese futuro que parece próximo, ese futuro del internet en que los usuarios podremos tener una vida virtual más plena e increíble que la vida real misma y que se empieza a vender como el mañana que esperábamos, me refiero a Meta.Si bien, seguramente en sus inicios el ingreso al metaverso podría ser costoso, -por tener que comprar dispositivos o contar con una calidad de internet que no todos los países tienen-, ya se nos ha ido domesticando sobre un hoy amaneciente metaverso, vía videojuegos excelentes y adictivos como World of Warcraft (que llena estadios enteros solo para ver a dos jugadores competir), o un más cercano y famoso Pokémon Go, que puso a recorrer ciudades a cientos de millones en todo el mundo.El mañana ha llegado y lo que era subcultura está cada vez más improntado en la cotidianidad.Ya las grandes empresas tecnológicas tienen de las mejores áreas de investigación, programación y mercadeo en el mundo, además de datos de nuestras preferencias con los que se pueden anticipar nuestros deseos: el gran riesgo sería repetir los errores del pasado. Y es un riesgo para las empresas inversionistas desarrolladoras tanto como para la sociedad toda, como riesgo es también que Juan Salvador Avilés, nuevo director del Instituto Sinaloense de Cultura, imagine que podrá dar buenos resultados con equipos que en su momento dejaron a deber con su trabajo.Algo a lo que ha recordado lo expuesto mediáticamente sobre Meta es a Ready player one, una película de 2018 sobre gente en un futuro distópico, y no distante, que vive en contenedores y escapa de su desesperanzada existencia a través de un videojuego de realidad virtual. Ahí, a diferencia de su mundo real, si hay árboles y la posibilidad de vivir vidas emocionantes con significado. La referencia a las novelas 1984 y Un mundo feliz también tienen sus argumentos. Dentro del contexto mexicano será interesantísimo ver el desarrollo de Meta, esto por el entorno de bajos salarios, jóvenes que soportan una alta carga tributaria que no ven traducida en buenos servicios, o en ya mínimo seguridad; y el no bajo pago de pensiones, que mencionaba en septiembre en un ensayo en The New York Times la doctora por Harvard, Viri Ríos, para el año entrante significará el 20,2 por ciento del presupuesto del gobierno de nuestro México. Dinero merecido y trabajado por los pensionados pero que ya no va a la inversión productiva. Y esa cifra solo seguirá subiendo en un contexto en que, por estructuras mal heredadas, crecemos económicamente menos de lo que necesitamos para la cantidad de población y jóvenes que el país tiene. Además de la golpiza que nos dará (al país, en especial) el cambio climático. Meta para México bien podría derivar en una ‘droga’ para que muchos escapen de su realidad, como ya sucede en Japón con los hikikomori, jóvenes que desarrollan un temor al mundo y se encierran en sus cuartos como defensa ante una sociedad en la que no quieren tomar responsabilidades.Sobre algo cercano a ello, hace días el Sol Pelirrojo de mi existencia me escribía su parecer de que hoy ya no creemos en grandes cosas, “como si se sintiera menos magia en un mundo en el que bosques se incendian cada día”. Le rebatía ligeramente al mencionar que aún se construyen catedrales pero lo cierto es que un poco coincido con ella, e incluso así tampoco me agrada la idea de una migración al mundo virtual, como aparentemente se propone hacer Mark Zuckerberg a manera de evolución en la conexión social. Pero no deja de ser atractiva la idea de un universo visual en que podemos dejar más clara la idea de nuestra identidad, una marca sobre el mundo como un álbum de recuerdos pero mucho más completo, un escenario controlado en que uno es el protagonista. Pero las grandes aventuras tienen sus grandes riesgos y eso más bien recuerda al cuadro Las rosas de Heliogábalo, del pintor neerlandés Lawrence Alma-Tadema, que retrata cómo a mitad de una fiesta el emperador romano Heliogábalo manda arrojar toneladas de flores sobre sus alcoholizados invitados. Quizá Meta nos va a asfixiar con su belleza, como Heliogábalo a sus invitados. Al menos, y desde cierta perspectiva, podemos estar seguros de que cierto espacio a la libertad de elección se mantiene, aunque la tecnología avance cada día más deprisa.De continuo me encanta recordar ese verso de Octavio Paz que dice: el presente es perpetuo. Si bien me es increíble tener más piezas del rompecabezas de mi vida, creo que la solución a los planteamientos del Ser no radica en tener cada vez más elementos a analizar, o más virtualidad vivida, si no en manejar mejor la reflexión sobre los elementos fundamentales. Habrá mucho que no entienda, sobre el futuro del internet, sobre el porqué al judío amigo de mi padre le gustan tanto los mariscos de un lugarcito español a pasos del Palacio de Bellas Artes o si en algún momento le podré dejar a mis hijas un álbum-universo de mi identidad en uno de los mundos del metaverso, pero creo que en lo elemental, no importa que nos golpeen las olas si no nos hundimos en el camino a nuevos amaneceres, a mejores mañanas.



Source link

Related Posts

Add Comment