El «Kastigo» que no fue




Señor Director:
Fuimos premiados y honrados por la honestidad, por la decencia y modestia, por el humanitarismo y espíritu inclusivo, en fin, por la juventud y enorme empatía que emanaba de un hombre probo, de este hombre que será el Presidente más joven de la historia de nuestro querido Chile.
      Y no fuimos castigados, hay que decirlo, y para ahorrarme muchas y más palabras, no fuimos castigados por el miedo, la mentira y las amenazas infundadas, resumiendo, no lo fuimos por las razones precisamente contrarias a lo que significó nuestro merecido premio.
Porque, de una u otra manera, esta inmensa y tan clarificadora mayoría, se encargó de encauzar, enmendar y advertir el peligro de caer en el despeñadero extremista de volver a los años más oscuros de nuestra historia patria. No fue tarea fácil, los obstáculos y «trampitas» que intentaban aplacar esa «voz de la gente», que no soportaban la innegable derrota por venir, lloran hoy con un desconsuelo que para muchos buenos chilenos se ha transformado ya en un sincero anhelo de colaborar con hidalguía y nobleza, procurando que la esperanza sea pronto y felizmente una realidad. Como lo dijo Gabriel Boric la noche del triunfo. «Me siento heredero de una larga trayectoria histórica, la de quienes, desde diferentes posiciones, han buscado incansablemente la justicia social, la ampliación de la democracia, la defensa de los DDHH, la protección de las libertades. Esta es mi familia grande, la que me gustaría ver de nuevo reunida en esta etapa que ahora iniciamos». En fin, una auténtica y verdadera reconciliación, fruto de la esperanza que le ganó al miedo.
Aníbal Wilson P.



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