A casi dos años del inicio de la pandemia y pese a la comprobada efectividad de las vacunas, las cifras muestran que igualmente existirá una proporción de pacientes afectados por las secuelas que se han denominado Síndrome post Covid.
En ese escenario, los hospitales, de cara a la rehabilitación, se vieron obligados a aumentar su dotación de profesionales no médicos: kinesiólogos, terapeutas ocupacionales, nutricionistas, psicólogos, enfermeros y fonoaudiólogos. Estos últimos, entre otras funciones, están encargados de ayudar en trastornos de la deglución y voz originados por el impacto de la intubación.
Por otro lado, una prolongación de la estancia hospitalaria a causa de, por ejemplo, la necesidad de una vía alternativa de alimentación repercute no solo en la calidad de vida de la persona y su entorno, sino que también genera un aumento de costos para el Estado. Esto se puede minimizar sumando a fonoaudiólogos tanto en las UCI, como en las unidades de cuidados medios y posterior seguimiento ambulatorio.
Dado lo anterior, es indispensable la incorporación formal del fonoaudiólogo y de los otros integrantes del equipo rehabilitador en los diferentes niveles de atención, en condiciones contractuales que les permitan asegurar que la rehabilitación esté al alcance de todos y no sea un privilegio solo para algunos.
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