Rusia y Ucrania: los peligros de la proliferación de contratistas de seguridad privados que operan en territorio ucraniano




Las empresas militares y de seguridad privadas han existido durante décadas, pero adquirieron notoriedad reciente durante las guerras en Irak y Afganistán después del 11 de septiembre de 2001, trabajando en nombre de los gobiernos occidentales y de intereses comerciales.
En el apogeo de la guerra de Irak, decenas de miles de contratistas privados -como los de Blackwater- operaban allí. Sus tareas iban desde misiones armadas como la protección de convoyes hasta alimentar y alojar tropas en bases militares.

La empresa Blackwater saltó a los titulares de prensa después de una serie de incidentes de alto perfil, incluida la muerte de 14 civiles iraquíes asesinados a tiros por sus contratistas en Bagdad en 2007.

En Europa del Este, las empresas privadas se han utilizado durante mucho tiempo para proteger a personas ricas y a corporaciones.

Durante la desintegración de la antigua Yugoslavia, también se contrataron varias empresas para ayudar a equipar, entrenar y organizar las fuerzas bosnias y croatas, todo con la bendición del gobierno de EE.UU.

La naturaleza de esta industria implica que es difícil rastrear el dinero que moviliza y el número de contratistas, pero en general es un sector en crecimiento.

Un informe de Aerospace & Defense News encontró que la industria militar y de seguridad privada global tendrá un valor de más de US$457.000 mil millones en 2030, frente a los US$224.000 millones en 2020.

Los contratistas militares extranjeros dicen que no están luchando en Ucrania.

Algunos dicen que están siendo contactados para ayudar a ONGs y a organizaciones humanitarias en Ucrania o países vecinos que necesitan personas con habilidades especializadas y experiencia para trabajar en condiciones difíciles en zonas de conflicto.
Captura de pantalla de oferta de trabajo buscando personas con experiencia militar para ayudar a evacuar a personas de Ucrania.

“La mayoría de los tipos que conozco personalmente que están yendo son médicos, asistentes médicos, paramédicos, enfermeros y ex agentes de operaciones especiales, que son veteranos de combate”, dijo Mykel Hawke, ex oficial de las fuerzas especiales de EE.UU. que ha trabajado como contratista en zonas de guerra.

Los contratistas occidentales se rigen por las leyes y reglamentos de sus propios países, dijo Christopher Mayer, excoronel del ejército de Estados Unidos que trabajó con CMP en Irak.

Se supone que deben proteger a las personas, los lugares o los bienes, en lugar de participar en un combate directo.

Muchos en la industria se enfurecen ante la sugerencia de que son ‘mercenarios’ o cazadores de fortunas.

“Es el mismo tipo de trabajo que se ve en Estados Unidos y en otros lugares. La diferencia es que en áreas de conflicto, la probabilidad de tener que usar fuerza letal es mucho, mucho mayor”, dijo Mayer.

En la práctica, sin embargo, la frontera es borrosa.

“Si tienes el conjunto de habilidades para ser un contratista privado, tienes el conjunto de habilidades para ser un mercenario. No hay una línea clara entre los dos”, dijo Sean McFate, un ex paracaidista estadounidense que luego se desempeñó como contratista en África y en otros lugares.

“Todo se reduce a las circunstancias del mercado y la decisión de la persona individual. La gente habla de legitimidad y de quién es el cliente. Nada de eso importa. Si puedes hacer una cosa, puedes hacer la otra”, agregó.

Grandes riesgos

La proliferación de CMP puede conducir tanto al “caos” como al bien, advirtió.

“Los mercenarios históricamente alargan el conflicto con fines de lucro. Se podría llegar a un punto a mediados de siglo en el que las personas súper ricas tengan ejércitos privados, y no sé cómo lucirá eso”, agregó.

Ejemplos de este tipo de empresas que adoptan un enfoque ofensivo ante el conflicto incluyen Executive Outcomes, con sede en Sudáfrica, que luchó en nombre del gobierno de Angola y Sierra Leona en la década de 1990.

Sandline International, con sede en Londres, participó en conflictos en Papúa Nueva Guinea, Liberia y Sierra Leona.

Y se dice que miembros de grupos de mercenarios rusos están sobre el terreno en Ucrania.

Pero Simon Mann, el ex oficial de las fuerzas especiales británicas fundador de Executive Outcomes y Sandline, le dijo a la BBC que la posibilidad de utilizar contratistas occidentales para misiones ofensivas en Ucrania es “altamente improbable” y plantearía cuestiones legales y organizativas complicadas.

“¿Cómo [serían] financiados? ¿Cómo [serían] comandados? ¿Dónde encajarían en el orden de batalla de Ucrania?”, se preguntó. “¿Estarían debidamente inscritos en las fuerzas armadas nacionales antes de cualquier operación? De no ser así, ¿cuál sería su posición legal? ¿Bajas? ¿Cobertura médica? ¿Seguro de muerte e invalidez?”.

Mann, que pasó varios años en prisión tras ser acusado de liderar un golpe de Estado fallido en Guinea Ecuatorial en 2004, dijo que, sin embargo, está al tanto de misiones de evacuación que cobran unos US$13.000 por persona, “en su mayoría organizadas por personas ligadas a CMP que casualmente tienen contactos en el terreno”.

Algunos han advertido que incluso las misiones de rescate pagadas en Ucrania podrían estar llenas de peligros tanto para los contratistas como para los clientes, y que la industria está inundada de personas que tergiversan su capacidad o experiencia.

Orlando Wilson, exsoldado británico y contratista de seguridad desde hace mucho tiempo, dijo que cree que la mayoría de las conversaciones sobre los contratistas privados en Ucrania son “basura”.

“No veo cómo la gente puede operar en Ucrania en este momento, al menos no de forma privada”, dijo.

“Si te atrapa cualquiera de los bandos o una de las milicias, simplemente te tomarán como espía y eso sería todo. No sería seguro para las personas que lo hacen y no sería seguro para los clientes”, advirtió Wilson.



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