Le dieron una semana de vida y acaba de salir campeona de aguas abiertas


Agustina Ávila de 23 años lucha desde hace tres años con un cáncer de útero cuyo diagnóstico en un inicio no le aventuraba ni una semana de vida. La mujer nacida en Córdoba realizó los tratamientos pertinentes y hoy, acaba de salir campeona de aguas abiertas revirtiendo al avance de la enfermedad. “Es increíble que el año pasado me daban una semana de vida. Hacía una cuadra y me desmayaba por la anemia. Vivía internada, con transfusiones de sangre, etc. Hoy estoy compitiendo en aguas abiertas y entreno todos los días, a veces en doble turno por día. Agus 1 – Cáncer 0”, escribió Agustina  en su cuenta de Twitter.

Es increíble q el año pasado me daban una semana de vida, hacia una cuadra y me desmayaba por la anemia, vivía internada con transfusiones de sangre, etc. Hoy estoy compitiendo en aguas abiertas y pudiendo entrenar todos los días, a veces doble turno por día. Agus 1 cáncer 0���� pic.twitter.com/jg6Nm5Qoqr — Agustina ��️ (@_1AgusAvila)
March 21, 2022

“Tenía sangrados fuera de mis periodos y cada vez que iba a controlarme me decían que no tenía nada. Hasta que fui al psiquiatra porque pensé que me estaba volviendo loca. Un año antes había fallecido mi hermano y pensé que todo podía ser ocasionado por el estrés. Por suerte, la médica me mandó hacer controles antes de iniciar el tratamiento, saqué los turnos, pero el día previo a un estudio tuve una fuerte hemorragia… ¡Me fui en sangre!”, cuenta Agustina sobre el día que fue derivada de urgencia a una guardia y una tomografía reveló lo peor: tenía cáncer uterino de estadio 3b.Pero no se rindió y decidió ajustarse a los tratamientos y continuar con su pasión, la natación, que comenzó a practicar con solo 3 años de edad. El agua siempre fue su pasión y nadó casi sin pausa desde muy pequeña hasta unos meses antes de recibir el diagnóstico de cáncer, cuando se quebró una de sus muñecas y debió parar.A los seis meses de un diagnostico fatal, la joven inició el tratamiento oncológico aún sin el apoyo de una obra social, lo que implicó un gran esfuerzo económico para ella y su familia.“Terminé la quimioterapia, rayos y braquiterapia para principios del 2020. Hasta mediados de ese año estaba bien y todo parecía normal, por lo que volví a nadar, pero noté molestias para respirar y que me faltaba el aire… ¡Volví a dejar pero con mucha impotencia! El 30 de diciembre de 2020 comencé a sentirme mal y volvieron a internarme”, recuerda sobre el largo proceso que debió enfrentar. “La radiación, la quimio y los demás tratamientos liquidaron mi vejiga, el colon y comencé a tener hemorragias constantes. Así como me trasfundían sangre, la perdía. Cada vez que iba al baño me iba en sangre. En medio de esta situación, por momentos aterradora, dejó de funcionarme un riñón y me hicieron una nefrectomía. Necesitaba urgente un tratamiento, pero la droga prescripta no ingresaba al país debido a la pandemia. ¡Estaba aterrada! Por suerte, los médicos se pusieron mi caso al hombro y pronto estudiaron otra solución y vieron qué hacer para ayudarme a estar mejor. Así comencé el tratamiento de cámara hiperbárica (es el uso médico del oxígeno puro al 100% en una cámara presurizada) que me ayudó un montón”, expresó. Luego logró volver a su casa y continuar con un tratamiento ambulatorio que requería  transfusiones de sangre dos veces por semana  hierro una vez. Así lograron estabilizar los valores de sus análisis clínicos.”En agosto del año pasado, que ya me sentía mejor y quise volver a entrenar en el gimnasio, pero llegó la ola de ómicron y tuve miedo de contagiarme COVID, porque en el lugar también hacía mucho calor y el cambio de temperatura no hubiera sido bueno. Un poco angustiada, se lo comenté a mi mamá -mi gran apoyo emocional- y con total simpleza, dijo: ‘¡Y volvé a nadar! ¿Cuál es el problema?’… ¡No había problema en nadar! El problema era que no quería ilusionarme y luego no poder respirar y tener que dejar. Pero no tenía nada que perder y esta vez asumí el reto”, recuerda.En esos días, su grupo de nadadores amigos comenzó a nadar en aguas abiertas y a organizar competencias. Ellos fueron los primeros en alentarla para que se animara a participar. Lo hizo.“Me tiré y salí enojadísima porque había tragado mucha agua, no veía las boyas mientras nadaba y la había pasado para el culo… Me enojé y me fui. Al rato, se acerca una chica y me pregunta: ‘¿vos sos Agustina Melina?’, le digo que si y pregunto por qué y me dice: ‘¡Loca, saliste primera!’”, revive emocionada.
“¡No lo podía creer! ¡Se armó un fiestón tremendo! Los profes y los coordinadores conocían mi historia, los demás no, y eso fue un gran incentivo para mi porque me di cuenta de que pude y que puedo hacerlo. Desde ese día mi vida es dedicarme a disfrutar la vida, a entrenar y superarme día a día”, expresó. 





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