Los inmigrantes peruanos encabezan la masividad



Las estadísticas sobre inmigración en Chile tienen una serie de problemas, a pesar de los avances experimentados desde que se aprobó la nueva ley. Tienen discontinuidades en el tiempo, diversos encargados y, lo más importante, miden aspectos disímiles, algunas sobre extranjeros, otras inmigrantes, y diferentes contenidos en cada una, en especial a causa de los indocumentados, ilegales y distintos tipos de turistas que se unen a los residentes.
En los últimos dos decenios ha existido un proceso de inmigración masiva que llevó a que la población extranjera estimada para 2018, según el Servicio de Extranjería y el INE, fuera de 1.251.225 personas, el 7% de la población, en circunstancias que en 2002 solo llegaba al 1,3%. En los años más recientes, se observa un descenso de las nuevas incorporaciones.
Este transcurso ha sido encabezado por los de origen peruano, que en la actualidad siguen liderando ese contingente. Para medir la inmigración peruana aparecen dificultades, no solo por la presencia de transitorios, sino al hacer comparaciones en el tiempo por períodos largos. En este caso, desde la Guerra del Pacífico, las dificultades son mayores. Por ejemplo, después del evento, Chile ocupó nuevos territorios donde vivía población peruana que pasaron a ser incluidos como extranjeros residentes en el país y fueron nuevamente excluidos cuando se separaron Tacna peruano de Arica chilena.
La causa de este hecho tiene que ver con la atracción que existe por constituir Chile un país  atractivo por el alto nivel de bienestar, por su paz social y su progreso económico, lo cual atrae especialmente a habitantes de los países limítrofes. Además, algunos lo consideran como un “país de paso” por continuar a Norteamérica, Europa e incluso Argentina. Los procesos inmigratorios tienen fases de continuidad porque forman “redes o cadenas”, en que una vez establecidos y con trabajo, llaman a familiares, parientes o conocidos a que los acompañen en su nuevo destino. La ayuda al recién llegado es el estímulo para el proceso “de llamada”. Esta facilidad permite una mejor integración de los llegados a la nueva sociedad.
En 1992 los argentinos encabezaban el número de extranjeros, seguidos muy de cerca por los peruanos, quienes los superaron en 2006 al sumar 12.726 personas, para crecer rápidamente desde entonces, de manera tal que en el censo de 2017 representaron 187.000 de los migrantes residentes, el 25,5% del total, mayor que los venezolanos, haitianos, colombianos y bolivianos.
Los llegados tienen una composición diferenciada en sus componentes sociales, incluso los profesionales y técnicos representan el 20% del contingente, los cuales realizan una contribución significativa a la sociedad chilena. Una de las tareas que deberían ser reforzadas es el apoyo a los extranjeros que desean mejoran sus especialidades. Uno de los aspectos que requieren una revisión es el reconocimiento de títulos y grados, en la actualidad poco abierta y burocrática. En general, el nivel educacional de los inmigrantes peruanos tiene un promedio que supera al de los nacionales. Este factor refuerza el aporte que los extranjeros hacen al país, ya que su activo educacional viene seleccionado y financiado en el extranjero.       
Desde un punto de vista laboral, resalta que la participación femenina supera a la de los hombres, a diferencia de otras corrientes migratorias. Una de las causas es la fuerte presencia de las “nanas” en la fuerza de trabajo, en que las mujeres se destacan por su destreza, con lo cual han ido desplazando a las criollas que pretenden mejores empleos. Esta sustitución ocurre en ocupaciones de baja remuneración, dando origen a la conocida afirmación respecto a que los inmigrantes “les quitan el trabajo a los chilenos”, lo cual puede tener fundamento en casos específicos, pero no en términos generales, pues los extranjeros con sus iniciativas crean nuevas labores productivas y empleos adicionales y sustituyen mano de obra de inferior calidad.
Un tipo de argumento similar se observa en la afirmación de que se incrementa el gasto fiscal, aunque en términos netos los ingresos fiscales tienen aumentos impositivos gracias a las nuevas actividades que superan a los desembolsos para la educación, salud, vivienda de los extranjeros y la burocracia necesaria para administrar el sistema, tal como lo han calculado los especialistas.    
La importancia de la inmigración a la sociedad chilena no se limita a aspectos económicos, pues su integración social agrega elementos ausentes del quehacer ciudadano, ampliando su visión del mundo. En este sentido la influencia cultural se destaca decisivamente, no solo es Mario Vargas Llosa, sino muchos intelectuales peruanos, y que muestran que no solo se aprecia la notable cocina de ese país.
En una sociedad con conocidos grados de discriminación como lo chilena, la xenofobia no podía estar ausente, especialmente en los extremos de la pirámide social. Esta situación se ha desmejorado como consecuencia del deterioro económico del país y el aumento de la desocupación en el último trienio. Adicionalmente, han surgido focos de delincuencia, especialmente generados en la zona norte del país, como tráfico de drogas, ingresos ilegales al país, “coyotes” y prostitución, que generan animadversión en algunos segmentos de la población.    
   

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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