500 cabildos para Tarapacá – El Mostrador



Han transcurrido casi tres años de la revolución de octubre del 2019 y, desde ese entonces, hemos sido testigos de las infinitas exigencias que los mismos ciudadanos le han reclamado a la contingencia política de nuestro país.
Junto a estos designios, hemos podido tomar nota de que todo proceso socio-político que signifique el reordenamiento estructural del Estado, viene acompañado de la exacerbación de sus trances más emblemáticos. Ciertamente, esta cuestión ha generado un cisma epistémico que altera, en la actualidad, a una peculiar hegemonía partidista promovida por una minoría que, por cierto, viste y calza con los colores del centralismo. Mientras tanto, la mayoría ha asumido esta insurrección social, política y cultural como una forma de incorporar, en un futuro cercano, la implementación de un auténtico Estado Regional. Un hecho que ni el mejor de los videntes pudo vaticinar.
Pues bien, las nuevas voces de la política, elegidas democráticamente por las chilenas y los chilenos, instalarán en los próximos meses una nueva carta constitucional dentro de la cual el Estado Regional será un principio fundamental. Por lo que estamos casi a un paso de hacer realidad uno de los grandes sueños que ya habían expuesto las históricas demandas regionalistas que a través del tiempo fueron opacadas por el “Reino de Santiago”.
Dar cabida a un Estado Regional también es remover, no solo a los vetustos vestigios de la infausta política, sino que además tiene la cualidad de anular aquellos prejuicios que han ahogado irrazonablemente a nuestra región.
El Estado Regional es un derecho cívico que puede inferir en materias significativas para las aspiraciones y compromisos que tenemos, casi todos, como férreos defensores del bienestar social, económico y cultural de Tarapacá.
Ante esta coyuntura, Tarapacá se encuentra atravesando un camino de esperanza y reencuentro, ya que el actual Gobierno Regional está fomentando, por primera vez, un espacio de diálogo, bajo la metodología del cabildo, sin monomanías para promover, entre muchas otras cosas, nuestras propias interrogantes. Todo esto con la finalidad de imaginarnos colectivamente una región más armónica, sustentable e inclusiva.
Además, este inédito programa de cabildos, instala en el panorama nacional el discurso y el tesón del gobernador José Miguel Carvajal. Esta gestión ha remarcado, desde un principio, una serie de certidumbres con respecto a la toma de decisiones acerca de las políticas regionales que influyen en la puesta en marcha de este tipo de proyectos que conciben, por ejemplo, consideraciones comunitarias para ser estudiadas a nivel nacional.
El Gobierno Regional de Tarapacá ha incubado estos 500 espacios que en sí mismos son acciones heteróclitas dentro del actual contexto político de Chile. Por lo que, sin lugar a dudas, estos cabildos concitarán el interés público tanto a nivel regional como desde la óptica nacional. ya que hoy estamos más empoderados para enfrentar la responsabilidad social que debemos asumir con nuestra región.
Finalmente, los cabildos son un ágora contemporánea que nos invita a escuchar y observar, a través de los paisajes de Tarapacá, los anhelos de nuestra sociedad emplazada sobre una región que siempre ha estado repleta de una geografía humana distintiva.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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