Solo 1 de cada 5 sin seguridad social recibió atención en los estados



En los servicios estatales de salud, solo una de cada cinco personas sin seguridad social que requirieron atención durante el 2020 la recibió. Así lo revela un nuevo estudio sobre finanzas públicas locales elaborado por el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP). 
En el capítulo dedicado a salud, se explica que este indicador de una de cada cinco personas se conoce como la tasa de atención (TA) y se define por el número de quienes usan el servicio sobre aquellos que lo necesitan. 
En 2020, de los 49 millones 224 mil 883 personas sin seguridad social que requirieron atención en los servicios estatales de salud, solo la recibieron 9 millones 968 mil 056, es decir, el 20.3%.  

Para hacer estos cálculos, el CIEP utilizó los números de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), que publica el INEGI de forma bianual. Dentro de las preguntas, se incluye si las personas requirieron algún servicio de salud y si efectivamente pudieron atenderse en el sistema público o tuvieron que acudir a los servicios privados y hacer gasto de bolsillo. 
El peor caso es el de Jalisco, donde la tasa de atención en 2020 fue de 16.2, cuando en 2018, antes de la pandemia, fue de 24.2, un indicador que ya entonces era alarmante. En Sinaloa, la tasa fue de 16.3 y en 2018 de 24.8. Mientras que en el Estado de México, se registró una tasa de atención para la población sin seguridad social de 16.4 y en 2018 fue de 36.2. 
Además de esa desigualdad de atención entre entidades, explica Judith Senyacen Méndez, coordinadora de Salud y Finanzas Públicas del CIEP, también hay una desigualdad en el mismo indicador entre quienes están afiliados a la seguridad social y quienes no la tienen. La tasa de atención para la población con seguridad social es 36.1 y 20.3 para los que no la tienen.

En Jalisco, esa tasa de atención para la población con seguridad social es de 39.5, mientras que para la población carente de esta es de menos de la mitad: 16.2. En tanto, en Baja California, para quienes tienen seguridad social, la tasa de atención en salud es de 42, mientras que para quienes no tienen seguridad social, esa tasa es de 17.6, menos de la mitad. 
Esto, de acuerdo con la especialista, tiene que ver con la infraestructura disponible, los recursos humanos en salud y el gasto que se hace para otorgar los servicios. México cuenta con 1.1 camas de hospital por cada mil habitantes contra 4.8 camas del promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Sin embargo, al analizar únicamente el número de camas disponibles de los servicios estatales de salud, ninguna entidad alcanza siquiera el promedio nacional. El rango en los estados va desde 0.2 camas hasta 0.9 camas por cada mil habitantes.
Sin recursos suficientes
El número de médicos promedio de la OCDE es 3.3, en México se cuenta con 2.0 médicos por cada mil habitantes. También aquí ninguna entidad alcanza el promedio nacional con sus servicios estatales de salud para personas sin seguridad social. El rango va de 0.47 a 1.49 médicos por cada mil habitantes. 
Y en personal de enfermería, mientras en el país el número de enfermeras y enfermeros por cada mil habitantes es 2.4, muy por abajo del promedio de la OCDE —de 9.1—, en las entidades, el valor mínimo es de 0.6 personas en enfermería por cada mil habitantes, mientras que el valor máximo es de 1.9 por cada mil habitantes.
Jalisco, por ejemplo, tiene apenas 0.47 camas por cada mil habitantes, es decir, no tiene ni una cama por cada mil personas en los servicios estatales de salud. Médicos tiene 0.73 y enfermeras 1.06, lo que representa una enfermera por cada mil personas. Baja California tiene 0.27 camas por cada mil habitantes en sus servicios estatales de salud, 0.59 médicos y una enfermera o enfermero para cada mil habitantes. 
La entidad mejor parada en estos indicadores es la Ciudad de México, que tiene 0.87 camas por cada mil habitantes en sus servicios de salud, 1.49 médicos y 1.85 de personal de enfermería. 
Este es el reto al que se enfrentan las autoridades, dice Judith Senyacen Méndez, para llevar atención en salud a la población sin seguridad social en los estados, y por ahora, no se sabe cuál es el presupuesto que se va a destinar para esto con el programa IMSS Bienestar, que sustituyó al Insabi. 
Lo que sí se sabe, a partir del reporte del CIEP, es que el gasto que hacen las entidades para atender a la población sin seguridad social es bajo y tiene una brecha grande respecto del gasto que se hace para la población que sí cuenta con esa prestación social. 
En Baja California, el gasto en salud para quienes no cuentan con seguridad social es de 2 mil 542 pesos, mientras que para quienes sí cuentan con esta es de 7 mil 363, una diferencia de 189.63%. En Puebla, esa brecha es de 146.23% y en Veracruz es de 135.41%. 
De dónde viene el dinero
Los recursos que las entidades federativas destinan a sus sistemas estatales de salud se componen de recursos propios y recursos que la Federación transfiere a los estados, a través del presupuesto de la Secretaría de Salud (Ramo 12), del Fondo de Aportaciones para los Servicios de Salud (FASSA, Ramo 33) y del programa IMSS-Bienestar (Ramo 19).
El sistema público de salud en México no solo destina menos de la mitad del presupuesto que sugieren organismos internacionales o de lo que destinan países latinoamericanos como Argentina, Brasil o Costa Rica; también lo concentra en fuentes de financiamiento federales, explica la analista del CIEP. Países como Argentina, Canadá o Brasil financian 79.5%, 70.7% y 57% de su gasto público con fuentes subnacionales, mientras que México financia apenas 10.6% con fuentes estatales.
A nivel nacional, la inversión en el sistema de salud corresponde al 10.9% del gasto total. En el caso de las entidades federativas, el rango de lo que se destina a la función salud va desde 3.9% hasta 17.78% del gasto total. 
De 2013 a 2020, la participación del presupuesto estatal dentro del presupuesto total para salud en los estados se incrementó de 12.6% a 22.9%. Paralelamente, el presupuesto que provino de fuentes federales bajó su participación de 87.4% a 77%. 
No se sabe bien a bien qué pasará ahora que el IMSS Bienestar trabaja en la atención a la población sin seguridad social y la federalización de los servicios de salud, dice Judith Senyacen Méndez. “Como no se ha presentado un plan general ni un presupuesto para esto, no sabemos si se vayan a resolver las desigualdades o estas sigan imperando”, advierte. 
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