El Chile imaginario – El Mostrador



En esta columna no abordaremos una crítica cinematográfica al documental chileno sobre el estallido social, recientemente estrenado en Francia. Más bien, se trata de un relato en primera persona sobre el próximo estallido constitucional que podría producirse en Chile en caso de aprobarse la nueva Constitución. Aunque podría ser la base para un futuro documental, no se lo deseamos a nuestro querido país. A continuación un breve adelanto.
Imagine que usted vive en un país donde la Cámara de Diputados adquiere gran poder y escasos contrapesos. Súmele a lo anterior, que el Presidente tiene menos atribuciones, y los diputados pueden presentar iniciativas que irroguen gasto público para empujar sus carreras políticas en ascenso, prometiendo a cada elector lo que quiere escuchar, pues, el bolsillo es infinito en ideas, pero no en fondos. Imagine ahora que el Presidente puede apoyar o desechar los proyectos que presentan esos diputados por contemplar gastos, pudiendo hacerlo hasta casi el final de su tramitación.
Suponga, que ese “gallito” de un Presidente debilitado debe hacerlo con un Congreso atomizado, con partidos políticos débiles y mucho cacique y liderazgo en solitario. Piense en esa pulsada pensando sólo en los recientes retiros de fondos previsionales y sus efectos. Piense en un Presidente que en su afán de sobrevivencia intente aumentar la deuda pública, misma deuda pública que pueden adquirir gobiernos regionales y municipales al mismo tiempo, para financiar empresas municipales y regionales, ahí mismo, donde campea muchas veces el cacicazgo, la corrupción y la incapacidad de control y modernización del Estado. Imagine además, que esas empresas públicas compiten en desigualdad con las que usted con esfuerzo ha fundado.
Agregue a lo anterior, que usted tiene una propiedad en La Araucanía o quizás en el Biobío, donde hoy, el gobierno busca votos en el Congreso para imponer el Estado de Excepción Constitucional de Emergencia para cautelar el orden público. Piense por un segundo que el Estado de Excepción deja de existir, y no existen razones para aplicar el Estado de Sitio o de Catástrofe. Súmele a lo anterior, que usted tiene un conflicto vecinal o bien ha sido víctima de un atentado en su casa, supongamos se la queman encapuchados una noche. Piense en un día en que esa causa está radicada en un Juzgado de Garantía o bien en un Tribunal Oral en lo Penal, y de un día para otro uno de los detenidos es un “weichafe” mapuche cuya defensa pedirá que la causa se resuelva por la justicia indígena ad-hoc al caso.
Simule que su casa no ha sido atacada, ni quemada, pero que una Comisión Presidencial tiene derecho constitucional a reivindicar, determinar y señalar la devolución de tierras. Aunque el artículo transitorio no habla de expropiación, por ende, quizás ni siquiera reciba el mentado “precio justo”, otro elemento, que si imagina, en ese Chile imaginario no será indemnizado por el daño efectivamente causado, ni tampoco (o no sabemos al menos por la norma constitucional) pagado en efectivo a la posesión material del bien. Pensemos que ello lo regula la ley, y que está se aprueba por mayorías circunstanciales de norma simple de los presentes. Imagine a cualquier mayoría circunstancial en los próximos cincuenta años, no a las que actúan hoy, quizás a algunas que ni conocemos.
Por último trate de recurrir a Tribunales a ejercer sus derechos fundamentales, como el de propiedad, propiedad sobre sus derechos, medio ambientales, a la vida o a la integridad física. Ya no existirá el viejo, útil y rápido recurso de protección, sino una tutela jurisdiccional que cuando deje de aplicar la norma transitoria pasará a un tribunal de instancia ¿Civiles? Colapsados y hace años en vías de reforma. Contenciosos administrativos los esperamos desde la Constitución de 1925. Mientras tendrá un texto lleno de derechos, cuando los pueda ejercer realmente tendrá que mostrarlos en un documento.
El relato anterior no es ilusorio ni imaginario. Pese a sus similitudes, tampoco es sobre Venezuela, Ecuador ni menos Argentina. Lo anterior podría ocurrir a poco andar del 5 de septiembre en el Estado Plurinacional de Chile, ello por el mal diseño de normas, instituciones y sistemas, así como por el ánimo refundacional de una mayoría radical, que busca despojarnos de nuestra historia y tradiciones democráticas y constitucionales. Eso es lo que nos jugamos, el futuro, ya no el pasado, el país de los próximos 50 años, y no de los últimos 50, piénselo. Salvo que queramos tener un texto constitucional a la “boliviana”, y un documental sobre el estallido constitucional, preocupémonos de decir que NO al borrador de nueva Constitución.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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