El mayor premio para el caballo es la caricia: charro de Guamúchil

Guamúchil, Sinaloa.- Arturo Angulo Hernández es un charro de corazón que combina su profesión con su pasión ecuestre de toda la vida. Se dedica a impartir clases del dominio ecuestre a niños en el Lienzo Charro de la ciudad de Guamúchil, Salvador Alvarado, donde ha tenido la oportunidad de poner en alto este deporte nacional. El Lienzo Charro “Óscar Angulo Camacho” vio crecer tanto físicamente como en el ámbito ecuestre al pequeño Arturo, quien desde muy temprana edad se inició en la vida campestre, que le dio identidad y reconocimiento.Arturo Angulo explicó que la charrería nace de la necesidad de los hombres que requerían movilizarse mediante los caballos para llevar a cabo el pastoreo de ganado. “Se necesitaban buenos caballos para la labor del campo”, destacó.Su bisabuelo, Jesús Angulo Lugo, se dedicaba a amansar caballos, además de tener sus siembras y su ganado en la comunidad El Ranchito de los Angulo, Angostura. “Yo creo que de ahí nace esta tradición”, indicó.Don Jesús Angulo fue el causante de transmitir ese gusto por los potros, que rápidamente se extendió a sus hijos, quienes abrazaron este arte para convertirlo en una tradición familiar que perdura hasta hoy. En 1981 surge la idea de construir el Lienzo Charro de Guamúchil, y posteriormente, el 14 de septiembre de ese mismo año, se coloca la primera piedra para empezar la obra por Óscar Angulo Camacho, nieto de don Jesús Angulo y tío de Arturo Angulo.“Mi papá fue uno de los invitados por mi tío para hacer el Lienzo, es uno de los fundadores”, resaltó el charro.En el año de 1984, Arturo nació en el seno de una familia de charros, que hasta la fecha siguen practicando este patrimonio cultural. “Desde que tengo uso de razón estamos aquí en el Lienzo, entrenando y charreando”, mencionó Angulo Hernández.Recuerda que su primera montura fue entre los 5 y 6 años de edad, ayudado e instruido por su padre, el señor Arturo Angulo Camacho.El pequeño Arturo creció compartiendo su tiempo con los potros y desarrollándose junto con ellos, a medida que su gusto por la charrería empezó a arraigarse en su interior hasta convertirse en un maestro más.”No me considero bueno, pero de que me gusta, me gusta mucho”, comentó entre risas.
Arturo aseguró que aunque la charrería es un deporte costoso, por el mantenimiento de los caballos y la vestimenta tradicional del charro, quien se da la oportunidad de conocer este arte no vuelve atrás.Dentro de su caminar en este deporte tradicional surgió el interés de transmitir su conocimiento a las mentes más jóvenes, por lo que de inmediato promovió clases de charrería para niños. Actualmente, cuenta con 20 años de experiencia al frente de esta escuela que nació en su corazón, y gracias a ella ha tenido la oportunidad de adiestrar a decenas de niños que acuden a aprender sobre este arte tradicional.Te recomendamos leer: “Uno de mis sueños era participar en un Nacional y gracias a los niños lo logré”, expresó con orgullo. Hombre finge necesitar una silla de ruedas en el aeropuerto



Source link

Related Posts

Add Comment