Sentando las bases de ¿la rebeldía de extrema derecha?



Los últimos días han sido acontecidos en términos de orden público. Los eventos ocurridos en el concierto de Daddy Yankee, el desplome de parte de la infraestructura del estadio monumental producto del comportamiento de la hinchada de Colo-Colo, la agresión que recibió el arquero de Universidad de Chile en el clásico universitario, el atentado de un grupo animalista donde se quemaron 6 camiones de una carnicería en Quilicura y la denuncia por la participación de un niño de 5 años en una barricada realizada por manifestantes en el centro de Santiago, son todos eventos ocurridos en la últimas semanas de septiembre, separados solo por unos días cada uno. A esto se le debe sumar la reciente quema de 5 camiones de áridos el 2 de octubre, los incontables ataques incendiarios en la Araucanía, los tres años de protestas cada viernes desde el 2019 y la quema de buses de transporte por parte de los secundarios vestidos con overoles blancos.
El orden público es un problema de importancia nacional que el gobierno no ha podido hasta el momento contener ¿Y cómo iba a ser de otra manera si en el mejor de los casos buena parte del oficialismo fue ambiguo a la hora de condenar la violencia durante el estallido, y en el peor, la justificó? Lo que sucede es que a diferencia de como pensaron en Apruebo Dignidad, el octubrismo no terminó con su llegada al gobierno, sino que se asentó.
Y no es menor el asunto, considerando que la tecla de la desigualdad con la que ganó Gabriel Boric la presidencia hace un buen tiempo ya ha dejado de ser una prioridad en la lista de los problemas de la gente. La paz social, la delincuencia, el crimen organizado, la migración ilegal, la inflación (la tercera más alta del continente tras de los inalcanzables Argentina y Venezuela) y una crisis económica que ya se deja sentir y que promete encrudecerse durante el 2023, son y serán por un buen tiempo la prioridad de una gruesa mayoría.
El problema es grave, porque la percepción generalizada es que el gobierno desatendió estos asuntos durante sus 6 primeros meses al enfocar su tiempo y recursos públicos en un proceso constituyente que perdió por un aplastante 62%. Pero ahora vale la pena hacerse la pregunta ¿Quiénes están capitalizando el creciente malestar social? Vamos de nuevo a los hechos.
En la mañana del domingo 25 de septiembre el presidente de la UDI, Javier Macaya, fue víctima de un “apriete” por parte del grupo de ultraderecha team patriota, por la persistencia de Chile Vamos de mantener su compromiso de seguir con el proceso constituyente. En el mismo día a la secretaria general de la UDI, la exdiputada Hoffmann, también fue víctima de la agrupación. Luego, durante el jueves 29 de septiembre, el mismo grupo hizo de las suyas en el excongreso nacional donde se vivió un tenso cruce entre el presidente del Senado Álvaro Elizalde y Francisco Muñoz, y al rato este último entró al excogreso con una credencial falsa de prensa para continuar con su demanda de frenar el proceso constituyente. Así, tal parece que el octubrismo ha ampliado sus fronteras de modo tal que la rebeldía a llegado a la extrema derecha.
Ahora, si bien el team patriota niega cualquier vinculación con algún partido político formal, lo cierto es que sus intereses son particularmente coincidentes con los del partido Republicano de José Antonio Kast. El mismo que obtuvo un nada despreciable 45% en las últimas elecciones presidenciales y al que la nueva primera ministra de Italia Giogia Meloni (que ha revindicado públicamente al fascista Mussolini) le twitteo al poco de ser elegida “gracias @joseantoniokast! Juntos seguiremos luchando por la libertad y la patria! Buena suerte!”. Pero las relaciones internacionales de Kast no terminan ahí, debido a que previo a las elecciones de Brasil le mando un video deseándole buena suerte por Twitter a Bolsonaro, cuyo rendimiento en la pandemia fue de los peores del mundo y en cuyo gobierno se ha destruido más selva amazónica que en cualquier otro.
El problema para el gobierno es serio. No solo porque la tecla de la desigualdad ya no da los réditos políticos que le permitieron llegar a gobernar, sino porque paz social, delincuencia, crimen organizado, migración ilegal, inflación y crisis económica son las teclas en las que se especializa la extrema derecha, ideología que gana espacio en Chile y el mundo. De manera que la dialéctica de la historia bien podría traducir el estallido social y el refundacionalismo de la convención en la tierra fértil de la semilla de José Antonio Kast y los republicanos, y la ineficacia en temas de seguridad, orden publico y economía del gobierno en el agua que necesita para que crezca fuerte y sana. Así, bien podríamos estar en el caso de que se estén sentando las bases para una rebeldía de derecha que gane las próximas elecciones.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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