Acción ambiental colectiva y manejo de conflictos: el caso del humedal Angachilla en Valdivia



Actualmente la humanidad enfrenta enormes desafíos socioambientales. Factores de cambio global, como por ejemplo el cambio climático, los procesos de contaminación y el cambio de uso de suelo, están generando una serie de problemas y conflictos en diversas partes del mundo que han obligado a las diversas comunidades a generar aproximaciones innovadoras y cambios fundamentales para asegurar la salud de los ecosistemas, entendiendo que de estos dependen nuestro bienestar y supervivencia como seres humanos.
La acción ambiental colectiva incluye un rango de prácticas en las cuales las personas se involucran en la vida cívica y política de su comunidad, o trabajan con otros para administrar colectivamente un espacio natural. Abarca comportamientos ciudadanos, como involucrarse en defensas ambientales, así como también prácticas de cuidado y administración, como, por ejemplo, limpiezas de basura voluntarias o huertas comunitarias. La acción ambiental colectiva es muy importante por su potencial impacto para el medio ambiente y la comunidad, en comparación con los cambios que podemos hacer como personas individuales.
En Valdivia, la inédita valoración social de los humedales urbanos, sumada a las intensas controversias y movilizaciones que de ellas se derivan, hacen de la ciudad un escenario particular para entender procesos de acción ambiental colectiva. La ciudad tiene un importante historial de movimientos sociales por la defensa del medio ambiente, donde el movimiento ciudadano que se generó a raíz del desastre ambiental del humedal del río Cruces el año 2004 resulta ser un caso emblemático. No por nada, es aquí donde se origina la Ley 21.202, una ley pionera y ciudadana que logra poner en la discusión política y legislativa del país la protección de los humedales urbanos.
Así, en diversos humedales de la ciudad de Valdivia, es posible encontrar comunidades organizadas que trabajan incansablemente para cuidar y defender estos espacios. Por ejemplo, en el humedal Angachilla, recientemente declarado Santuario de la Naturaleza y Humedal Urbano, según la Ley 21.202, diversas organizaciones comunitarias y personas naturales colaboran para cuidarlo. Desde hace ya varios años que estas organizaciones realizan limpiezas, actividades de restauración ecológica, creación y mantención de senderos, señalética e infraestructura, así como también actividades culturales y educativas para visibilizar la importancia del humedal a la comunidad (recorridos fotográficos, festivales, etc.).
La comunidad ha logrado recuperar un espacio público que originalmente era un vertedero ilegal y transformarlo en una reserva natural urbana. Estas mismas organizaciones son las que han estado empujando las declaratorias de Santuario de la Naturaleza y Humedal Urbano, promoviendo acciones concretas por la defensa del humedal Angachilla ante amenazas presentes o latentes, como es el paso de la avenida Circunvalación proyectada sobre el humedal.
El conflicto de la avenida Circunvalación se extiende desde hace unos 15 años y todavía no encuentra solución. No obstante, durante las últimas semanas se han abierto algunas posibilidades de diálogo entre las partes involucradas, con el fin de aunar criterios que permitan compatibilizar iniciativas de desarrollo vial y el cuidado de los humedales en la ciudad. En estas instancias de diálogo no solo es importante conocer las posiciones de las partes involucradas, sino también los intereses que están detrás. Las posiciones responden a qué quieren las partes (por ejemplo, que no pase la carretera por el humedal Angachilla vs. completar el proyecto de Circunvalación).
Por otra parte, los intereses responden al porqué de la posición, ¿por qué algunos actores no quieren que pase la carretera por el humedal Angachilla / por qué otros quieren completar el proyecto de Circunvalación? ¿Qué hay detrás de querer vs. no querer la construcción de la carretera? Estos intereses pueden ser múltiples y diversos para las partes involucradas, incluyendo aspectos sustantivos (lo que les importa a las personas), de procedimiento (cómo las personas quieren involucrarse) y psicológicos (cómo las personas quieren ser tratadas). Ahondar en los intereses que subyacen a estas posiciones contrapuestas, puede ayudar a encontrar puntos en común y evaluar soluciones alternativas al conflicto. El diálogo y la creatividad son fundamentales para encontrar soluciones conjuntas y acuerdos duraderos entre las partes.
El contexto de cambio climático y escasez hídrica que estamos viviendo actualmente requiere que conservemos y restauremos los ecosistemas acuáticos. Los vecinos y vecinas de Angachilla hace años vienen trabajando en ello. Sin recursos y a punta de motivación han logrado crear un parque urbano para el goce de todos, así como proteger un ecosistema fundamental para la administración del agua en la ciudad. Por lo tanto, sus intereses merecen ser escuchados y considerados en las decisiones que atañen a su territorio. Su importante labor debe ser reconocida y apoyada por las autoridades, la comunidad científica y la ciudadanía.

El caso de Angachilla ilustra claramente el potente impacto de la acción ambiental colectiva, dándoles poder e influencia a los habitantes del territorio para transformar los conflictos y ser protagonistas de los cambios. Sin duda es un caso digno de destacar, que puede convertirse en un ejemplo a nivel país.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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