el trabajo de Lu Ciccia



La biología de los cuerpos humanos no define sexos ni géneros. Contrario a lo que la ciencia “androcéntrica” —pensada desde la visión masculina— ha sustentado durante siglos acerca de la diferenciación entre hombres y mujeres por su anatomía, la investigadora Lu Ciccia sostiene que la mente y lo que define el comportamiento y la orientación de cada persona van más allá.
La investigadora en biotecnología y estudios de género señala que, desde el siglo XVIII, diferentes científicos han argumentado que existen características en la biología de los cuerpos de hombres y mujeres que determinan sus capacidades y virtudes, teorías que, desde su punto de vista, han tenido como objetivo situar en una posición inferior a las mujeres.
Sin embargo —explica Ciccia—, a lo largo de la historia estas teorías han sido cuestionadas por los feminismos críticos que, en contraparte con aquellos que definen a las mujeres como una categoría universal —con base en sus órganos genitales y capacidad reproductiva—, aseguran que la forma de ser y actuar de cada persona no tiene que ver con las formas de los cuerpos. Es decir, que ser hombre o mujer —con todos los comportamientos que la sociedad espera— es algo que se aprende, no algo con lo que se nace.

Para llegar a esta conclusión, Ciccia pasó años investigando sobre la fisiología cerebral, motivada por cuestionamientos incómodos. ¿Ser mujer sería un obstáculo para su ambición de ser científica? ¿Los genes determinan nuestro modo de ser y pasiones? Aunque desde el inicio de su investigación, la respuesta para ella era que no.
‘La invención de los sexos’
Los resultados de la investigación de Ciccia —quien forma parte del Centro Interdisciplinario de Estudios de Género de la UNAM— fueron recientemente publicados en el libro La invención de los sexos (editorial Siglo XXI), en el que, a través de una revisión crítica de la producción científica de los últimos 300 años, la académica busca desmontar los supuestos que han buscado reafirmar la idea de que las mujeres están relegadas a ser madres y a las actividades del hogar.
Pese a ser un debate añejo, el argumento que aporta el libro —señala la autora— resulta relevante porque en México y en el mundo los feminismos “esencialistas”, que luchan por los derechos de las mujeres que cumplen con los requisitos biológicos que según la ciencia androcéntrica deben tener, están ganando cada vez más terreno, cuestionando el reconocimiento de la identidad de quienes no se adhieren a ella, como las personas queer, transgénero y no binarias.

“Yo me inscribo en una línea de los feminismos críticos, de una corriente materialista. Lo que sugiero es que se deben poner a prueba los supuestos del dimorfismo sexual e interpretar los datos sin sesgos que vengan de la mirada masculina blanca heterosexual, y a través de mi investigación muestro que es inválido categorizar a los cuerpos de manera binaria, sobre todo en términos cerebrales”, detalla en entrevista.
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De acuerdo con la investigadora, el cerebro es el órgano más plástico: puede adaptarse continuamente a las experiencias vitales. Por ello, considera inválido que se categorice a las personas como hombres o mujeres a partir de su observación, asumiendo que su forma, tamaño o composición química influyen en la determinación de la personalidad o el comportamiento.
“En todos los niveles, desde los cromosómicos hasta las concentraciones de las llamadas hormonas sexuales, pasando por el tejido gonadal y la genitalidad externa, lo que se observa en cada cuerpo es una variabilidad. Ajustar esta diversidad a dos formas es parte de un intento para justificar biológicamente la polarización de roles sociales atravesado por la normativa de género”, apunta la académica.
Por ello, propone romper con las interpretaciones biologicistas que intentan imponer etiquetas sobre género y sexualidad en las personas, “que no importe cómo se identifican, sino cómo entienden y encarnan dicha identidad”.
La académica Lu Ciccia. FOTO: UNAM
“Las mujeres no responden a una única forma corporal”
“Una lectura revolucionaria de los cuerpos implica abandonar conexiones de causalidad para explicarnos, salirnos del plano genital, vivirnos en una multidimensionalidad desde donde desarrollar otras subjetividades no ancladas a normativas androcéntricas”, explica la autora. “La biología no es destino, y es lo que nos está mostrando la diversidad de identidades que empiezan a ser inteligibles y hoy se escapan a las explicaciones neuroendocrinológicas”.
En su libro, Ciccia afirma que el reconocimiento de esta diversidad de identidades se ha dado gracias a la confrontación permanente que la ciencia androcéntrica ha tenido por parte de algunos feminismos, en plural, particularmente aludiendo a los críticos.
Sin embargo, reconoce que históricamente —hasta hoy— han existido otras corrientes feministas que, en contraposición, defienden las posturas de que la biología y la genitalidad determinan la identidad de género.
Ciccia señala que estos feminismos esencialistas, que sostienen la idea de dos formas biológicas con una lógica reproductiva, han crecido en número de simpatizantes y en visibilidad dentro del movimiento, debido a que “son funcionales para el actual contexto político y cultural, lo que les da una visibilidad exacerbada y genera que haya más personas que se adhieran a estas posturas, por ser las más conocidas y difundidas, pese a que en su difusión hay información sesgada o incluso manipulada”.
“Esta lógica, por supuesto, es muy funcional con los discursos científicos a los que me dedico a criticar, que son los que estructuran la vida social y naturalizan los roles de género, pero en realidad son posturas que tienen un vaciamiento de contenido donde a título informativo se dice de una manera completamente ofensiva y violenta que las mujeres son las que tienen vulva, y eso no sabemos ni siquiera lo que significa”, agrega.
En su opinión, el problema con estos feminismos, al igual que con los supuestos que se respaldan en las interpretaciones androcéntricas que legitiman sus posturas, es que conducen a lecturas jerárquicas de los cuerpos, “donde las subjetividades feminizadas valen menos, cuando en realidad las mujeres ni siquiera responden a una única forma corporal”.
Cuestionada por el crecimiento de estos grupos dentro de la UNAM, Ciccia asegura que los feminismos críticos no pasan por la dicotomía de entrar en conflicto con aquellas corrientes con las que no concuerdan, debido a que hacerlo sería caer en la trampa de los valores masculinos que no son capaces de dialogar.
“El problema, en general, es que los feminismos transexcluyentes son los que no están abiertos al diálogo, en muchos contextos. Las feministas que no somos esencialistas escuchamos sus discursos, aprendemos de ellos y elaboramos argumentos para explicar por qué no estamos de acuerdo con sus posturas y no las consideramos válidas, algo que no pasa por parte de ellas”.
Y remarca: “El diálogo sobre las identidades de género y la sexualidad se ha volcado en lo banal y lo superficial porque muchas personas y discursos pretenden hablar desde una postura académica, cuando no tienen la formación suficiente para hablar del tema. Para hacerlo, se necesita especialización, y tener una identidad de género a nadie lo hace especialista, porque sería como decir que tener una casa nos vuelve expertos en arquitectura, lo cual no ocurre. Una cosa es tener una opinión, algo que todos hacemos, pero el problema es cuando intentan hablar como autoridades sistémicas o académicas”.
Es por eso que, como académica-activista, ha decidido poner su aportación al producir conocimiento, como un posicionamiento político. “Nada de esto es objetivo ni neutral, sino que está internado en el área de los estudios de género que surgen desde los movimientos sociales y el activismo de personas que históricamente han luchado por derechos negados”.
El libro La invención de los sexos. Cómo la ciencia puso el binarismo en nuestros cerebros y cómo los feminismos pueden ayudarnos a salir de ahí ya está a la venta. Será presentado por su autora en la Ciudad de México el 20 de octubre, en la librería Volcana-Lugar Común, y el día 22, en la librería U-tópicas.
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