Activistas exigen a restauranteros trato justo y antidiscriminatorio



El condicionamiento en el acceso o el trato, impedir el ingreso a una persona indígena con su vestimenta o a una persona morena con “chanclas” pero no a una extranjera rubia, mandar al baño “de servicio” a una mujer indígena, dar un trato diferente a una pareja afro o sentar en partes escondidas a personas “menos bonitas” son algunas de las formas más sutiles y normalizadas de discriminación en el sector restaurantero.
El 80% de las denuncias ante el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (Copred) son por prácticas discriminatorias en el ámbito privado, la gran mayoría referidas al derecho al empleo, pero en segundo lugar a hechos que suceden en establecimientos mercantiles como restaurantes y bares.
Ante ello, la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera (Canirac) firmó un acuerdo para comprometerse a diseñar acciones que prevengan actos discriminatorios, medidas para contrarrestarlos y una campaña de sensibilización en todos los niveles y puestos. Esto, después de que en agosto el Copred abriera una investigación por presuntos actos de racismo en el restaurante de la cadena Sonora Grill de Masaryk, en Polanco.

“Las acciones y mecanismos para combatir la discriminación en la prestación de servicios deben tener un enfoque preventivo; deben ir más allá de lo punitivo y buscar el cambio de la cultura laboral”, señala el documento.
Los acuerdos surgen también a raíz de la modificación, el pasado 15 de junio, de la Ley de Establecimientos Mercantiles de la ciudad, que establece que estos lugares, de bajo impacto, impacto vecinal o zonal, tienen la obligación de prevenir, atender y erradicar la discriminación en sus espacios.
Uno de los principales cambios es la reforma al artículo 65 de la ley, que establece sanciones desde 33 mil 773 hasta 240 mil 550 pesos cuando se cometan actos discriminatorios, dependiendo del giro y tamaño del comercio. Desde la aprobación de esa reforma, más de 35 acciones discriminatorias han sido denunciadas en la capital solo en este sector. 

Como parte de la firma del acuerdo, personas con discapacidad, trans, afro y mujeres compartieron sus experiencias para exigir un trato justo e igualitario a los restauranteros. 
El costo de la discapacidad
Agustín de Pavia ha vivido 40 años con una discapacidad motriz. Los servicios que regularmente utiliza son los mismos que normalmente usan personas con autismo o Síndrome de Down. Para él, no comparten nada en común, pero socialmente son vistos como si pertenecieran a un mismo grupo. “La discapacidad no es una barrera de las personas, es una barrera social”, aseguró.
El 50% de las personas con discapacidad —subrayó— depende de otra persona, y la eliminación de las barreras no siempre contempla la autonomía o falta de ella. Desde que tuvo una mala experiencia en un bar durante su viaje de graduación, confiesa que ahora busca siempre lugares nuevos, porque entre más recientes son sus normas de construcción y arquitectos, hay más conocimiento en términos de accesibilidad. 
Lee: Sheinbaum acusa a Sonora Grill de querer arreglar “en lo oscurito” investigación por discriminación
Aun así, la mayoría de las veces debe pedir asistencia, incluso para acciones tan elementales como ir al baño. “Para las personas que vivimos discriminación estructural, esos son los detalles de los que nos acordamos día a día… No es que yo no pueda; eso es capacitismo. Si tú no haces nada, estás diciendo que mi barrera no importa”, relató frente a representantes de la industria restaurantera.
Agustín nació con discapacidad y aprendió a demostrar que las barreras eran sociales y a negociar los cambios, pero actualmente aún gasta la mitad de su salario en transporte. “Pago mucho más por la accesibilidad y la inclusión. Ese es el costo de la dignidad”, destacó.
Los gastos adicionales por no tener espacios accesibles pueden ser muy altos para las personas con discapacidad, mientras que los actos de discriminación también tienen un valor económico para los dueños de establecimientos mercantiles, además de la responsabilidad legal que pueden enfrentar. 
Hay tantas formas de ser persona trans como personas trans hay en el mundo
Laurel Miranda, activista trans, recuerda que esta población no solo es objeto de discriminación o violencia, sino de aversión. La forma de representación de las personas trans constantemente es de burla, además del resto de obstáculos que pueden enfrentar, por ejemplo, el hecho de que el 80% no cuenta con un empleo formal.
La discriminación la viven en las maneras más sutiles, en actividades tan cotidianas como usar un baño público cuando no existen baños neutros o asexuados que puedan usar todas las personas. “No basta con decir que no se discrimina; hay que decir ‘en mi espacio, en mi empresa, se combate la discriminación’”, subrayó.
En un país que sigue siendo el segundo con más transfeminicidios a nivel mundial, Miranda aseguró que es indispensable reconocer que la discriminación en establecimientos mercantiles no solo atañe a las poblaciones que la viven, sino a todas las personas, pues el día de mañana también podrían formar parte de ellas. La capacitación al personal —señaló— es de suma importancia.

Con la firma del Acuerdo antidiscriminatorio en los servicios, entre Copred, @cesacdmx y @canirac, finaliza el foro Servicios sin discriminación: diálogo y compromisos, que busca visibilizar prácticas discriminatorias, capacitación sobre igualdad y DDHH, una revisión anual. pic.twitter.com/GEgrpqyHb2
— COPRED CDMX (@COPRED_CDMX) October 24, 2022

En tanto, la experiencia de Valeria Angola, mujer afrodescendiente, ha estado marcada por sus dos países de origen: Colombia y México. “Desde siempre he sabido que soy una mujer negra, crecí sabiéndolo, pero hubo un momento en la vida en que acepté esa negritud”, señaló. Ante la creencia común de que no hay negros en México, apenas hace un par de años se reconocieron y contabilizaron por primera vez 2.5 millones en el último censo. 
“Las personas afro nos enfrentamos a una constante extranjerización. Dentro de esa construcción histórica, no ha cabido la concepción de esa descendencia”, lamentó. Recuerda cómo tan solo al hacer su trámite de renovación de pasaporte, con el vencido y el acta de nacimiento en mano, le cuestionaron si era mexicana por su acento y su aspecto.
Frente a un público que, de entrada, no se reconoció racista, recordó que todos lo somos porque vivimos en un sistema racista que se inauguró el 12 de octubre de 1492. “Todas las relaciones están configuradas por este sistema de violencia. Uno de los principales pasos es reconocer que somos personas muy participantes en el racismo para combatirlo”, aseguró.
Para ella, es fundamental reconocer esas violencias pero desde la acción, no desde la culpa. Específicamente en los establecimientos mercantiles no solo se trata del personal, sino de qué hacer para que una persona se sienta completamente cómoda entre los demás comensales. Además, otra forma en la que se reproduce el racismo en estos espacios es en sus propias prácticas internas, por lo que es necesario estudiar por dentro nuestros espacios laborales, antes de pretender acciones hacia afuera.
Desde la lógica del trabajo reproductivo y productivo, y la asociación de las mujeres con el primero y de los hombres con el segundo, también el sexismo atraviesa las prácticas más sutiles en los restaurantes, destacó Nicole Huete, de Intersecta: desde la imagen y vestimenta que puede llegar a “exigirse” a las mujeres, hasta la entrega de la cuenta al hombre —independientemente de quién la haya pedido— y la “pertenencia” de las mujeres al cuidado cuando algo tan básico como los cambiadores de pañales, siempre en baños para ellas, no están al acceso de papás solos.
“La discriminación existe y no en todos los casos es clara, binaria, burda. A veces es también sutil, escurridiza. Ello se debe a que todos y todas hemos crecido y nos hemos educado inmersos en sistemas que clasifican a las personas a partir de prejuicios. La propuesta que se hace hoy a la industria restaurantera y nocturna es que trabajemos de la mano… para que esta sea una ciudad donde ir a un restaurante, a un bar o a un centro nocturno sea una experiencia feliz y no una de trato diferenciado e indigno. Que no vuelva a suceder en esta capital”, pidió la titular del Copred, Geraldina González de la Vega.
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