Regular las altas temperaturas en las ciudades



Las zonas abiertas dentro de la ciudad son una oportunidad de diseño para el desarrollo de espacios públicos eficientes, algo que se vuelve urgente al observar los efectos del calentamiento global y las altas temperaturas que se vislumbran para el verano. En este escenario, la vegetación tiene un importante rol operacional en el territorio urbano, que va mucho más allá de su valor estético y ornamental.
 La relevancia de la integración de vegetación en áreas urbanas tiene relación con la acción concreta hacia la transición ecológica de las ciudades para la adaptación al cambio climático. Por esto, su consideración requiere ser abordada bajo una visión sistémica que releva a las áreas verdes a nivel de infraestructura, entregándonos un serie de servicios ecosistémicos como la regulación de la temperatura, regular la ventilación en las ciudades, mejorar la infiltración del agua para la recarga de acuíferos, controlar la evapotranspiración, así como la captura de dióxido de carbono, entre otros.
Parte importante de este trabajo en la escala de la ciudad es, en primera instancia, la identificación de los elementos naturales y su estado de conservación. Luego, la identificación de las posibilidades de reconexión de los sistemas naturales (y naturales-artificiales), para poder considerar la implementación de soluciones basadas en la naturaleza.
Finalmente, es fundamental incorporar vegetación adecuada al clima local y a las condiciones del lugar de instalación, además de la selección de especies de bajo consumo hídrico. Hoy tenemos una oportunidad a través del cambio de lente con que miramos la vegetación urbana, para generar transformaciones de habitabilidad positivas dentro de un contexto climático adverso.
 

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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