La seguridad pública como pilar de la salud mental



Mucho se habla de la delincuencia y los estragos que causa en nuestra sociedad, pero poco se profundiza en cómo afecta nuestra salud mental. Entendida como “un estado de bienestar por medio del cual los individuos reconocen sus habilidades, son capaces de hacer frente al estrés normal de la vida, trabajar de forma productiva y fructífera, y contribuir a sus comunidades”, vemos que la salud mental va mucho más allá de la ausencia de afecciones mentales, emocionales o psiquiátricas; es decir, entre otros factores, es determinada por elementos sociales y comunitarios, como precisamente lo es la seguridad pública, por lo tanto, es necesario que esto no sea una constante preocupación que nos impida el goce pleno de nuestra salud.
La bajada de cualquier sector de la Mesa de Seguridad Pública indica no sólo la mezquindad política de dicho sector; además de darle la espalda a los cientos de víctimas de delitos se demuestra desprecio por la salud mental de la población y una nula empatía con quienes trabajamos cuidando de la salud. Hoy en día no sólo debemos contener a personas que han sido víctimas de la delincuencia y generan eventos de estrés post traumático, crisis de pánico u otras afecciones relacionadas a su experiencia, sino también debemos hacernos cargo de todas aquellas personas que -gracias a la amplificación y eco que los medios masivos de comunicación hacen de los delitos- están presentando episodios de angustia y ansiedad relacionados a la posibilidad de ser víctimas, no logran enfrentar su día a día con tranquilidad por miedo y, por tanto, ven en desmedro sus capacidades de desempeño diario. Hoy necesitamos ir más allá de la atención oportuna, necesitamos que exista promoción del bienestar social y emocional, que exista la oportunidad de reparación y acompañamiento para las víctimas. Nos urgen políticas públicas que se hagan cargo de eso, como bien lo está trabajando la mesa de la que hoy la oposición decide restarse. 
Por otro lado, cabe destacar el importante rol que cumplen los medios masivos de comunicación (que ya sabemos por quienes son manejados). Es impresentable que en cada espacio televisivo y a toda hora del día se muestren eventos de delincuencia con música de fondo excesivamente tensa y con un relato que sólo incrementa dicha tensión, además de entrevistas a víctimas sin ninguna ética, que aportan únicamente a la revictimización y sensacionalismo. Los medios están contribuyendo gravemente al deterioro masivo de la salud mental de todas las personas.
Otro importante factor que está aportando al menoscabo de nuestra salud mental, es el constante boicot que la oposición intenta hacer al trabajo del gobierno en materia de seguridad. Ejemplo claro es lo ya mencionado: el bajarse de la mesa de seguridad pública, o el rechazo a las candidaturas para fiscal nacional. Con esto, la oposición pretende crear un clima de desorden e ingobernabilidad que aumenta la sensación de tensión e inestabilidad en las personas. Ya sabemos que la seguridad pública es la principal preocupación de la ciudadanía y el restarse del espacio que está trabajando arduamente para ofrecer al país una política seria que se haga cargo del tema, va directamente en detrimento de nuestro bienestar emocional, ya que aumenta la angustia, sensación de inseguridad y así entorpece el desempeño cotidiano. 
Por todo lo anterior, exigimos a la oposición que esté a la altura de las necesidades de la ciudadanía, que muestre su compromiso con la seguridad de todas y todos quienes habitamos nuestro país, y así, también demostrarán su compromiso con algunos de los determinantes sociales de nuestra salud mental.
 

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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